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Antropología y archivos en la era digital: usos emergentes de lo audiovisual. vol.1


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relación entre la antropología y el archivo no se reduce pues a la creación de archivos o a su uso como fuentes. Los antropólogos también han reflexionado sobre este como una institución del conocimiento, históricamente específica, que ha jugado un rol en la conformación del Estado-Nación y el proyecto colonial, y han sido críticos respecto de la participación que la antropología ha tenido en ellos. A partir de esta crítica, y en el contexto primero, de la crisis de representación de la antropología, y, luego, del giro archivístico, la disciplina ha redescubierto el archivo como lugar antropológico, explorando métodos colaborativos para establecer diálogos entre saberes diversos y configurar el archivo etnográfico como un campo argumentativo acerca de asuntos como la verdad, la memoria, la identidad, la diversidad y el patrimonio. En el marco del giro archivístico surgen o se reelaboran nociones como el dinamismo del archivo (Edwards, 2011), desoccidentalizar y activar los archivos (Mignolo, 2014), apropiarse de las lógicas del archivo (Weld, 2014), imaginar futuros descoloniales a tráves de archivos utópicos (Basu & De Jong, 2016) y de contra-archivos (Veliz 2017), que comprometen prácticas colaborativas, participativas y de activación y apropiación del archivo.

      En línea con este nuevo paisaje, el propósito de los dos volúmenes que presentamos responde a tres agendas de indagación. Una primera tiene que ver con la tarea ya iniciada de desentramar las maneras en que los archivos han servido al proyecto colonial (Stoler, 2010b) y de formación de las repúblicas nacionales (Joyce, 1999), o han funcionado en un sentido gubernamental (Foucault, 2002), aunque interesa también identificar a los actores y prácticas que retan su autoridad constituyéndolo en un espacio político y de conflicto (Basu & De Jong, 2016).

      En tal sentido, en varios de los artículos se encontrará una discusión de las prácticas, contextos históricos y mandatos sociales en el marco de los cuales se han conformado históricamente los archivos. En estos se presta atención al afán coleccionista y las distintas agendas para coleccionar; la compra-venta de objetos archivables, sus circuitos y los distintos regímenes de valor por los que transitan; la selección y catalogación de los mismos a la par de la accesibilidad y los diversos públicos usuarios, así como a los modos en los que las tecnologías digitales impactan en tales prácticas. Particularmente en el segundo volumen, se indagará por la manera en que las tecnologías digitales se entrelazan con los modos de hacer etnografía, de crear o relacionarse con los archivos, y de establecer distintos vínculos con usuarios específicos; o de cómo se vinculan las tecnologías digitales con asuntos como el estatus del objeto archivable, los saberes que lo legitiman, la accesibilidad a los objetos, su organización y gestión, y sus usos emergentes, que en definitiva refieren a epistemologías particulares.

      Una segunda línea de exploración, en sintonía con el argumento de Stoler (2010a) de investigar «a la par del archivo en vez de contra el archivo», plantea el reto de identificar las estrategias metodológicas capaces de ampliar, desde el archivo mismo, las restricciones que este plantea a la propia investigación científica, respondiendo a un afán por ampliar la comprensión del mundo en su diversidad. Pero también guía el interés de los artículos reunidos en ambos volúmenes el asunto del acceso de los materiales de archivo a un público más amplio y más diverso. Este objetivo se encuentra en sintonía con la responsabilidad ética y política para con los sujetos y comunidades de donde provienen los materiales de archivo. Esto plantea una doble tarea. Por un lado, acortar las distancias epistemológicas, sociales y geograficas; y, por el otro, diversificar las oportunidades y ámbitos de interpretación del material de archivo.

      En línea con esta preocupación, la accesibilidad es problematizada en lo que concierne a la democratización del acceso entendido como derecho universal. En el primer volumen, los artículos darán prioridad a la primera problemática señalada, discutiendo formas posibles de intervención del archivo, en algunos casos en diálogo con el arte y la curaduría, ya sea buscando introducir nuevas miradas y dar lugar a su comprensión y apropiación por parte de nuevos actores, o recuperando el sentido político que pudo estar presente en su creación. En el segundo volumen, el peso estará puesto en la tecnología digital y su promesa de democratización del archivo, así como en la oportunidad que ofrece para crear nuevas formas de colaboración entre instituciones y usuarios locales. Se analizará la interrelación entre la tecnología, la organización del archivo, su acceso y regímenes/ideologías políticas.

      La tercera línea de discusión, desarrollada principalmente en el segundo volumen, consiste en la identificación de prácticas de archivo emergentes vinculadas a los usos de la tecnología digital y medios sociales que se vienen constituyendo en una oportunidad para actores «marginales», ya sea por su condición de género o étnica, o de precariedad social y laboral, y que son sujetos de violencia y discriminación, cuando no de invisibilización y despojo, para hacerse de recursos y medios que facilitan la producción de archivos que puedan poner al servicio de agendas de autorrepresentación, reconocimiento e inclusión que pasen por la tarea de hacer memoria y la capacidad de reflexión y autoconocimiento necesarios para aspirar a un futuro posible (Appadurai, 2003).

      Los artículos incluidos en ambos volúmenes exploran así una diversidad de archivos, que incluye desde los institucionales, ya sea estatales o privados (universidades, medios de comunicación, etcétera), haciendo un esfuerzo explícito por incluir aquellos que emergen como resultado de agendas de investigación, social y política específicas y locales; o que se perfilan como tales a partir de nuevos entornos tecnológicos. Además, se ocupan de identificar y analizar prácticas archivísticas diversas y divergentes, desarrolladas por una amplia gama de actores que comprenden aquellos que cuentan con la autoridad que otorga el estatus social o moral, o el dominio de saberes expertos (coleccionistas, archiveros, investigadores, gestores culturales) hasta aquellos que realizan su práctica archivística «desde abajo» o desde los márgenes. A esto se suma el interés por describir distintos contextos interpretativos y las condiciones adversas o favorables que estos plantean a diversos actores para apropiarse del archivo, intervenirlo, «hacerlo hablar» y encontrar en él nuevas voces, más alla de lo que él mismo pueda haber establecido como aquello «que puede ser dicho».

      El archivo como lugar antropológico: la investigación etnográfica en y desde el archivo

      En las contribuciones de este volumen los autores discuten el archivo como dispositivo de poder a través del cual se modelan, normalizan y disputan acervos patrimoniales, memorias e identidades, así como relaciones y jerarquías sociales de carácter étnico, de clase y de género. Este interés está acompañado de un esfuerzo por descifrar el archivo como institución y lugar de práctica vinculada al desarrollo de la propia disciplina antropológica. Se trata de una vocación por explorar la función representacional y gubernamental del archivo no solamente en la configuración de proyectos políticos y en las políticas de identidad, sino también en la de proyectos científicos. En ese sentido, un eje importante que articula los textos reunidos en este primer volumen es de orden teórico-metodológico y propone un abordaje antropológico al archivo en un doble sentido.

      Por un lado, está el asunto del tratamiento crítico del archivo cuando se incursiona en él como institución y recinto físico, y se interactúa con sus materiales, ya sea para abordarlo como objeto de estudio o como fuente de información (ver Reyes, La Serna y Cevallos, en este volumen). En ambos casos, y siguiendo a Mbembe en su consideración del archivo como «el producto de un juicio, el resultado del ejercicio de autoridad y de un poder específico» (2002, p. 20), los autores toman en cuenta las condiciones de su origen y conformación, así como las trayectorias y usos de sus objetos. En otras palabras, indagan acerca de la vida social del archivo para entender la agencia que este pueda ejercer en el marco de una investigación. Investigar en el archivo e investigar el archivo implican pues, desde una perspectiva etnográfica, abordarlo como una voz más en el entramado de agencias que configuran el «campo de estudio». Recogiendo la propuesta de Reyes (en este volumen), tal agencia puede ser dilucidada con respecto a dos instancias: a las condiciones de conformación de archivos específicos, y a las condiciones de accesibilidad a sus materiales.

      Por otro lado, está la activación del archivo como estrategia metodológica con el objetivo de hacerlo hablar y subvertir los límites y rutas que todo archivo introduce o impone: su deuda fundacional con el pasado (Mbembe, 2002). Las