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Formar-se en psicología


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lugar de los dieciséis que estaban propuestos, y que haga fichas de trabajo con comentarios creativos y un producto original. De tal manera que si cada alumno lee 10 artículos diferentes sobre los temas que se van a ver en el curso, obviamente al final han leído, como grupo, 300 artículos diferentes. Las discusiones son muy nutridas porque unos hablan de un autor y los demás de otros autores, ocurriendo así un proceso de complementación de saberes, en lugar de que todos sean como galletas que van saliendo del mismo molde como en la educación tradicional, tal como lo representa Pink Floyd en la película The Wall.

      Juan Diego: Te pregunto sobre eso que estás hablando, Marco Eduardo, ¿para ti qué sería lo central en la formación del psicólogo? O sea, ¿qué te propondrías lograr con tus estudiantes cuando buscas, desde tu lugar como profesor, formarlos como psicólogos?

      Marco Eduardo: Eso lo estamos trabajando plenamente en la Alfepsi, no sé si hayas tú tenido la oportunidad de leer la declaración de Cajamarca que se hizo en 2011, cuando surgió la Asociación Latinoamericana para la Formación y la Enseñanza de la Psicología.

      Juan Diego: Sí, sé que es Alfepsi.

      Marco Eduardo: Fui uno de los que colaboraron en la redacción de dicha declaración, son más o menos tres páginas en las que hablamos de la importancia de esta formación antidogmática, plural, creadora, con rigurosidad y con sensibilidad hacia las culturas, las realidades y las comunidades. Eso sería como la esencia del proyecto que nosotros estaríamos planteando, de tal manera que el estudiante tenga mayor sensibilidad al mundo, y en este caso nos interesan particularmente los países latinoamericanos, porque el problema principal de la ciencia en América Latina y particularmente, de la psicología, ha sido su dependencia de las grandes teorías europeas y norteamericanas; buscamos “Edipos” y buscamos operaciones formales, cuando acá hay otras lógicas, otras dimensiones que para Piaget o para Freud no fueron relevantes, pero que acá sí lo son. Por ejemplo, esto que estamos mencionando del sentido de comunidad, de la integración con la naturaleza, de los afectos y de las problemáticas que tienen los pueblos latinoamericanos que no son las mismas, o no son muy similares a las que tenían en la Francia o en la Ginebra de Piaget, ni tampoco en los Estados Unidos ni en la Unión Soviética de Vigotsky. Entonces, lo que queremos es el apego y el compromiso social con rigurosidad y diálogo con todo el mundo, pero con sensibilidad hacia el sector latinoamericano. Es lo que estamos impulsando, por eso propusimos el día de la psicología latinoamericana, que se celebra el 8 de octubre.

      Juan Diego: El 8 de octubre...

      Marco Eduardo: Sí, en honor a Ernesto “Che” Guevara, símbolo de compromiso social latinoamericano. Una de las virtudes, entre otras, que tiene el Che Guevara es que fue antidogmático; él tenía una tendencia marxista, y se hizo marxista, pero no dogmático. Es posible que esa personalidad sea una parte de la explicación del por qué salió de Cuba para ir al Congo y a Bolivia a continuar la lucha guerrillera. Mientras que Fidel Castro estuvo mucho más pragmático en su vínculo con la URSS, el Che Guevara quería algo más de fondo, más esencial y eso hizo que continuara su labor fuera de Cuba. En 2014 publiqué un artículo sobre él y la psicología latinoamericana, hicimos un libro colectivo por parte de varios psicólogos integrantes de la Alfepsi, porque algunas personas se preguntaban por qué este símbolo para el día de la psicología latinoamericana.

      Juan Diego: Correcto, sí. Una pregunta que yo también me hice cuando leí sobre Alfepsi y la propuesta que haces para el día del psicólogo latinoamericano.

      Marco Eduardo: Hice la propuesta en 2006. Yo quería que hubiera un día latinoamericano, y así lo propuse, para que todas las profesiones, impulsadas por los psicólogos, celebráramos en América Latina, y planteé que fuera el 8 de octubre en conmemoración de la captura y asesinato del Che Guevara, una persona emblemática de la vocación latinoamericana porque recorrió muchos países de la región, dedicó su vida y murió tratando de hacer mejores cosas para ella. Algunos decían “sí, pero también asesinó”, lo cual obviamente es controvertido y lo analizo en mi artículo. Pero, sobre todo, lo más interesante del Che Guevara es esta frase que escribió a sus hijos: “Lo más importante para un revolucionario es sentir en lo más profundo de su ser cualquier injusticia contra cualquier persona en cualquier parte del mundo”. Eso implica un amor profundísimo.

      Juan Diego: Por la humanidad.

      Marco Eduardo: Un poco parecido al de Jesús de Nazaret, ¿no?

      Juan Diego: Claro.

      Marco Eduardo: En la teoría de la praxis analizamos el amor como tema, llegamos al asunto del afecto y del amor, y vimos que necesita producirse, que no puede prescribirse y ya, una de las líneas de la teoría de la praxis es la producción del afecto.

      Juan Diego: Muy interesante.

      Marco Eduardo: Como un fenómeno, tomar el afecto, el amor, como un fenómeno natural, no como una cosa color de rosa.

      Juan Diego: Y ya que lo mencionas, una pregunta que me hacía, mientras te escuchaba ahora que hablabas del amor y del afecto, ¿cómo concibes esa relación que se establece entre el profesor y sus estudiantes?, o sea, ¿cómo la concibes dentro de este proceso formativo?

      Marco Eduardo: La idea es que el docente tiene una cierta historia que pudiera ser un poco más estructurada y antigua que la de los estudiantes, pero también los estudiantes tienen su historia, entonces se trata más bien de un compañerismo, aunque unos tengan más experiencia que otros. Por ahí tenemos un documento, que quizá pueda interesarte, que se llama Ser maestro, donde se describen las características que debería tener un buen maestro, y las que no debiera tener.

      Elaboramos un “Código ético del docente”, porque el docente debiera ser alguien que está para ayudar a sus alumnos, que los quiera hacer exitosos; además de una persona culta, que tenga sentido de comunidad, y, por ello, esté comprometido con un proyecto social. ¿A qué va a impulsar a sus estudiantes si no tiene él algo que quiera proponer o hacer?, ¿a qué les va a incitar? Un profesor debiera ser más como un guía, un líder que propone, que sea flexible, que integre los saberes, las aportaciones y las propuestas de los estudiantes; que haga un equipo con ellos y que entre todos generen algo que pueda ser interesante para la comunidad, como una conjugación de intereses y talentos con un proyecto hacia la comunidad. No debiera ser un vigilante, alguien que reprime o alguien que quita la responsabilidad a los estudiantes, que les resuelve las cosas, que los examina; el examen debe ser un medio didáctico, no una forma de categorizar a los jóvenes. El docente debe preguntarse continuamente: ¿cómo le hago para propulsar lo más posible a cada uno?

      Debe haber una camaradería entre docentes y alumnos, no debe haber una jerarquía de unos sobre otros, sino todos simplemente aportando. El docente, por su experiencia, está encargado y es un experto en los temas del curso, con base en ello propone; y junto con los alumnos analizan, comentan, se hace una integración, se hace un proyecto grupal, el cual no se improvisa como a veces piensan quienes por primera vez escuchan esto, sino que el profesor tiene un proyecto, tiene una propuesta estructurada pero flexible y versátil para acoplarse o para integrar los talentos, las aportaciones y las propuestas de los jóvenes, de los estudiantes en general.

      Juan Diego: También quería preguntarte en ese sentido, ¿cuáles han sido las principales dificultades que has encontrado en la formación de los psicólogos?

      Marco Eduardo: La principal dificultad que encuentro son los atavismos o limitaciones de la formación previa. Los estudiantes no saben escribir y tienen dificultades para pensar por sí mismos; a pesar de que en charlas informales piensan y opinan con libertad, algunos, cuando están en el aula o cuando estás hablando en un seminario se les dificulta aventurarse a proponer. Si están en una fiesta, expresan y opinan; pero si están en el seminario, tienen un poco de temor, se sienten un poco más seguros de repetir lo que dice otro. Un poco parecido a lo que sucede en el WhatsApp, donde mucha gente manda cosas pero son puros reenvíos, porque a la gente se le dificulta elaborar por sí misma el discurso; no sé si lo habías observado, se les dificulta estructurar su propio argumento y su propia idea. Falta formación en escribir para crear y producir.