es posible que los consejos de la Sra. de White sobre educación en la década de 1890 hayan despertado una reacción más ferviente, inmediata y extensa que ninguna otra de sus iniciativas. Sin duda, esta fue una de las contribuciones más importante de su ministerio en el Pacífico Sur.
La promoción de la obra entre los afroamericanos en los Estados Unidos
Un aspecto de los consejos de la Sra. de White que no recibió una respuesta inmediata fue su exhortación a prestarle más atención al evangelismo entre la gente afroamericana del Sur de los Estados Unidos. En marzo de 1891, ella leyó una apelación bastante específica sobre el tema delante de los líderes de la Asociación General. “El pecado descansa sobre nosotros como iglesia –dijo a los delegados– porque no hemos hecho un esfuerzo mayor por la salvación de las almas entre la gente afroamericana”. Ella decía que “hombres y mujeres de la raza blanca debieran prepararse para trabajar entre la gente afroamericana” (The Southern Work, pp. 15, 16). Tales misioneros no solamente necesitaban llevar a Cristo a sus hermanos y hermanas afroamericanos, sino también educarlos para que ocuparan un lugar más responsable en la sociedad y fueran misioneros entre los de su propia raza. Algunos de sus consejos fueron bastante avanzados para su época. Por ejemplo, ella defendía el hecho de que las dos razas deberían tener su feligresía como iguales en la misma iglesia (ibíd., p. 15).
Aunque sus consejos se imprimieron en un folleto de 16 páginas, cayeron en oídos sordos; lo cual es comprensible, ya que sus lectores eran blancos del norte de los Estados Unidos y porque las relaciones interraciales en el sur eran complejas y espinosas.
Pero la persona menos probable rescató la apelación aparentemente desoída de Elena de White para realizar una obra más agresiva entre la gente afroamericana: su inquieto y problemático hijo mayor, James Edson White.
Edson había logrado poco en los primeros 44 años de su vida. Pero eso empezaría a cambiar en agosto de 1893, cuando declaró haberse rendido completamente a Cristo. En poco tiempo, no solo había dejado, según sus palabras, “las diversiones y placeres que constituían la suma de mi vida” (J. E. White a Elena de White, 10 de agosto de 1893), sino que había descubierto en un depósito de la sede de la iglesia el consejo de su madre sobre el evangelismo y la educación a favor de la gente afroamericana.
El resultado fue una de las maravillosas aventuras reales de la historia adventista. Edson y otro joven recién convertido al adventismo fabricaron una embarcación misionera, llamada “Morning Star”, que tenía camarotes para vivir, salones para culto o enseñanza y una imprenta. El plan era llevar la misión adventista a la descuidada gente afroamericana que vivía en el corazón del Sur y su primer objetivo fue Vicksburg, Misisipi.
En 1896, Edson y sus colaboradores ya habían organizado la Sociedad Misionera del Sur, la cual llegó a ser el brazo principal del adventismo para establecer iglesias y escuelas para la población negra del Sur, hasta que las asociaciones adventistas absorbieron dicha función.
Regreso a los Estados Unidos y llamado a la reorganización eclesiástica
A mediados de 1900, Elena de White tuvo la convicción de que debía regresar a los Estados Unidos a fin de proporcionar orientación con respecto a varias situaciones que se habían producido en la iglesia y que estaban alcanzando proporciones críticas. Aunque su intención original era permanecer solamente dos años en los Estados Unidos y luego regresar a Australia, decidió quedarse en su tierra natal el resto de su vida por varias razones. Su centro de operaciones durante los últimos quince años de su vida estuvo ubicado en el Valle de Napa, al norte de California, en una casa de campo que ella llamó Elmshaven.
Una de sus más importantes contribuciones a la iglesia después de su regreso de Australia, fue un llamado a la reorganización de su estructura. En 1901, la iglesia llevaba casi quince años tratando el asunto de la reorganización, pero nada sustancial había ocurrido, aunque se habían sostenido muchas discusiones sobre el tema. Mientras tanto, la complejidad geográfica e institucional del adventismo había sobrepasado en muchos aspectos la capacidad de la eficiente estructura de organización utilizada desde 1863, cuyo poder estaba centralizado en unas poca personas en las oficinas principales de Battle Creek. En abril de 1901, la iglesia necesitaba, más que charlas sobre el tema, urgente acción.
Como resultado, un grupo de dirigentes se reunió en la biblioteca del Colegio de Battle Creek el día 1o de abril. Siendo que al día siguiente empezaría a sesionar el Congreso de la Asociación General, querían preparar el camino para la reunión de apertura escuchando a Elena de White hablar sobre ciertos desafíos que afrontaba la iglesia.
Después de hacer algunas observaciones, Arthur G. Daniells –que presidía la reunión– se volvió a la Sra. de White y la invitó a hablar. Ella dijo que prefería no dirigir las reuniones, ni esperaba hacerlo. Pero como los líderes parecían estar de acuerdo en escucharla antes de empezar a deliberar, ella aceptó pronunciar lo que llegó a ser uno de los discursos más importantes de su largo ministerio.
En términos bastante explícitos, Elena de White señaló las debilidades del sistema de organización existente y dijo a los delegados que el Señor “demandaba un cambio”. Y ese cambio no iba a ser pequeño. Por el contrario, “hay necesidad de poner una base diferente al fundamento establecido en el pasado”. En términos claros ella pidió “sangre nueva” y “una organización completamente nueva” (Manuscrito 43a, 1901).
El primer día del congreso oficial de la Asociación General, Elena de White hizo nuevamente un llamado a la reorganización, el cual cayó en suelo fértil. El pastor Daniells recomendó que la sesión pusiera a un lado sus asuntos de rutina y que la reorganización ocupara el lugar principal en la agenda. Como resultado, se efectuó la reorganización estructural más completa jamás experimentada por la iglesia.
Es importante reconocer que el papel de Elena de White en la reorganización fue de naturaleza facilitadora y a través de la exposición de principios básicos. Fueron los dirigentes de la iglesia quienes desarrollaron la estructura actual.
La principal preocupación de Elena de White era que la organización resultara funcional para el cumplimiento de la misión de la iglesia. Más que cualquier estructura en particular, para ella el elemento más importante era la eficiencia funcional. Desde su perspectiva, la estructura no era un fin en sí mismo. Más bien era un medio para cumplir con la misión mundial del adventismo. Como tal, el principio básico detrás de su llamamiento a la reorganización es que las estructuras de la iglesia necesitan cambiarse o modificarse siempre que se juzgue que dichos cambios son aconsejables.
Conflicto en Battle Creek y restablecimiento del programa médico
No todo el mundo se sintió feliz con el llamamiento a la reorganización. Uno de ellos fue el poderoso líder de la obra médica de la iglesia: el Dr. J. H. Kellogg. El brazo médico del alcance misionero de la iglesia, antes de 1901, había sido independiente y de grandes proporciones. De hecho, empleaba un 25 por ciento más de obreros que todas las otras ramas de la obra adventista combinadas.
Cuando, en su discurso del 1º de abril sobre la reorganización, Elena de White pidió que el programa médico se uniera a la estructura general de la iglesia ella propició que se produjera una serie de acontecimientos que, con el tiempo, condujo al rompimiento de Kellogg con el adventismo. Durante el proceso, él se llevaría la porción más grande del programa médico de la iglesia.
El cisma resultante produjo dos efectos en la vida de Elena de White. Primero, la obligaría a ayudar a establecer una nueva generación de instituciones médicas. Segundo, la conduciría a una serie de desafíos en relación con su papel y autoridad. Esos desafíos la impulsaron a esclarecer aspectos importantes de su ministerio, de manera que todos pudieran ver y evaluar su labor de un modo más claro.
Los años de 1902 a 1907 fueron testigos de una batalla intensa entre el médico