George Knight

Introducción a los escritos de Elena G. de White


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el don profético de Elena de White. Hasta noviembre de 1848, los observadores del sábado habían publicado algunos libros y fo­lletos cortos, pero no contaban con ninguna publicación perió­dica. Pero ese mes Elena tuvo una visión con un mensaje para su esposo: “Debes imprimir un pequeño periódico y repartirlo entre la gente. Aunque al principio será pequeño, cuando la gente lo lea te enviará recursos para imprimirlo y tendrá éxito desde el principio. Se me ha mostrado que de este modesto co­mienzo brotarán raudales de luz que han de circuir el globo” (Notas biográficas, cap. 18, p. 137).

      Su predicción de un programa mundial de publicaciones apenas podría haber surgido de aquel nada promisorio grupo de creyentes. Desde el punto de vista humano, parecía absurdo. ¿Qué podrían lograr en realidad unos pocos predicadores sin un centavo y apoyados por unos cien creyentes?

      A pesar de las circunstancias, Jaime publicó el primer nú­mero de Present Truth [La verdad presente] (precursor de la Adventist Review [La Revista Adventista]) en julio de 1849. De ese pequeño comienzo, la literatura adventista ha crecido al punto de que en el año 2011, la iglesia contaba con 61 casas pu­blicadoras, que editaban en 369 idiomas y miles de libros. Sin duda alguna, la predicción de que las publicaciones ad­ventistas circuirían “el globo” ha llegado a ser una realidad, a pesar de las circunstancias aparentemente imposibles bajo las cuales fue dada la visión.

       Para saber más

      Gordon, Paul A. Herald of the Midnight Cry. Boise, Idaho: Pacific Press, 1990. Un breve pero provechoso estudio de la vida de Guillermo Miller.

      Knight, George R. Anticipating the Advent: A Brief History of Seventh-day Adventists. Boise, Idaho: Pacific Press, 1993, pp. 1-46. Examina el desarrollo del adven­tismo hasta 1850.

      Millenial Fever and the End of the World: A Study of Millerite Adventism. Boise, Idaho: Pacific Press, 1993. Un amplio examen del millerismo que cubre el surgimiento de los primeros adventistas sabáticos.

      Robinson, Virgil. James White. Washington, D. C.: Review and Herald, 1976, pp. 13-67. Trata sobre la vida de Jaime White hasta 1850.

      White, Arthur L. Ellen G. White. Washington, D. C.: Review and Herald, 1981-1986, t. 1, pp. 1-78. Notas biográficas de Elena G. de White hasta 1850.

      White, Elena. Primeros escritos. Asociación Publicadora Interamericana, 1976. Una compilación de algunos de los primeros escritos de Elena de White. Proporciona mucho conocimiento de los inicios de su ministerio.

      Notas biográficas de Elena G. de White. Mountain View, California: Pacific Press, 1981, pp. 19-141. Bosquejo autobiográfico útil de los primeros años de Elena de White.

      Spiritual Gifts. Battle Creek, Míchigan: Jaime White, 1858-1864, t. 2, pp. 7-143.

      Otro bosquejo autobiográfico de sus primeros años. Testimonios para la iglesia. Doral, Florida: APIA, t. 1, pp. 5-95. Otro tratamiento autobiográfico de los años de desarrollo de Elena de White.

      William Miller: Herald of the Blessed Hope. Hagerstown, Maryland: Review and Herald, 1994. Presenta la perspectiva de Elena de White sobre Guillermo Miller y su obra.

       Orientación profética para una iglesia en crecimiento (1850-1888)

      En l850 la precaria infancia del movimiento de los ob­ser­vadores del sábado había terminado. Aunque todavía los adven­tistas sabáticos estaban lejos de ser fuertes, ya tenían establecida una identidad y un cuerpo creciente de cre­yentes.

      Lo mismo puede decirse de la voz profética del movimiento en el ministerio de Elena de White. Los adventistas que guardaban el sábado sentían cada vez más la influencia de la autoridad profética de su persona y sus mensajes, aunque su aceptación no era todavía general.

      Tanto los observadores del sábado como su profetisa crecieron entre 1850 y 1888. Además, la identidad de la iglesia y la de Elena de White se integraban cada vez más.

      Este período fue testigo de la formación de las estructuras básicas y las costumbres de nuestra vida confesional. No solamente aumentaron las publicaciones relativas al sábado, sino también la iglesia en proceso de desarrollo se organizó y se proyectó hacia el plan de las misiones, la reforma pro salud y la rama de la enseñanza. El ministerio de Elena de White se hizo evidente en todas esas estructuras. Además de estos aspectos, este capítulo considerará más de cerca la vida familiar de la Sra. de White y el lugar de la fe en su don profético en relación con la feligresía de la iglesia.

       ¿Era la aceptación de las visiones una prueba de discipulado?

      Un asunto que llamó la atención de los observadores del sá­bado al principio fue si la aceptación de las visiones debía usarse como una condición para pertenecer al grupo. Puesto que los detractores de la Sra. de White alegaban constantemente que los dirigentes sabáticos hacían de las visiones una prueba de discipulado, estos tuvieron que responder. Por eso Jaime White escribió a principios de 1856: “Es de conocimiento general que se nos ha acusado de usar las visiones para probar a las personas, y de hacer de ellas la regla de nuestra fe. Esto es una falsedad descarada” (Review and Herald, 14 de febrero de 1856). Luego prosiguió diciendo que la Biblia era su regla de fe y práctica.

      Por otro lado, los primeros adventistas sostenían que la creencia en la doctrina bíblica de los dones espirituales era una prueba de fe. Por eso Urías Smith declaró en 1862 que “la perpetuidad de los dones es uno de los puntos fundamentales de la creencia de esta gente; y podemos tener unión y confraternidad con los que difieren de nosotros en esto, a un grado no mayor del que podemos tener con aquellos que difieren con nosotros en los otros temas importantes como la venida de Cristo, el bautismo, el sábado, etcétera” (ibíd., 14 de enero de 1862).

      John Nevins Andrews resumió la posición de la iglesia con precisión en 1870 cuando escribió que “en cuanto a la re­cepción de miembros en nuestras iglesias, queremos saber dos cosas: 1)Que crean en la doctrina bíblica de los dones espirituales. 2) Que se familiaricen imparcialmente con las vi­siones de la Sra. de White” (ibíd., 15 de febrero de 1870). En otras palabras, Andrews sugirió que los miembros deberían estar dispuestos a seguir los preceptos bíblicos para probar a los profetas (ver 1 Tes. 5:19-21).

      Pero Jaime White argumentaba que una vez que los miembros aceptaran las visiones como provenientes de Dios, ellas llegarían a tener autoridad en la vida de cada persona. Por eso pudo escribir que en realidad eran “una prueba para los que creían que ellas procedían del Cielo” (ibíd., 14 de febrero, 1856). En otra ocasión Jaime White hizo notar que quienes tenían evidencia de que el don de Elena provenía de lo Alto pero se­guían combatiéndola en forma activa y en público podrían ser excluidos de la feligresía. En esos casos “nuestro pueblo demanda el derecho a separarse de los tales, para que ellos puedan disfrutar de sus opiniones en paz y tranquilidad” (ibíd., 13 de junio de 1871).

      Elena de White estuvo de acuerdo con esa posición de los líderes. Ella indicó en 1862 que algunas personas tenían “su­fi­­­cien­tes motivos” para su escepticismo debido al extremismo que algunos miembros manifestaban hacia las visiones. A aque­llos que se sintieran desalentados por los excesos de otros, los que no hubieran tenido oportunidad de examinar per­sonalmente las vi­siones, o que no hubieran llegado a una conclusión decidida, “no se las debiera privar de los beneficios y privilegios de la iglesia si su conducta cristiana en general es correcta, y si han formado un sólido carácter cristiano. [...]. No hay que descartar a tales personas, sino que es necesario ejercer mucha paciencia y amor fraternal hasta que encuentren su lugar y adopten una posición en favor o en contra. [...]. No de­biera mortificarse a los que nunca han visto a una persona que se encuentra en visión, y que no han tenido conocimiento personal de la influencia de las visiones” (Tes­timonios para la iglesia, t. 1, pp. 294, 295).

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