ejemplo nacional de los cazatorpederos modernos lo tenemos en el Condell y Lynch, que tendrán una destacada actuación en la Guerra Civil de 1891.
EL TORPEDO WHITEHEAD: EL PRIMER TORPEDO AUTOPROPULSADO EXITOSO
El ingeniero británico Robert Whitehead diseñó, en 1866, el primer torpedo autopropulsado del mundo. Este torpedo utilizaba una máquina recíproca de 2 cilindros accionada con aire comprimido de 350 libras por pulgada cuadrada, logrando una velocidad de 6.5 nudos (12 kilómetros por hora), y un alcance máximo efectivo de 200 yardas. Su patente fue vendida inicialmente a la Marina austriaca.
En 1869, “el genial Whitehead ideó el platillo hidrostático asociado a un péndulo, para actuar sobre el timón de profundidad, solucionando el problema del control de inmersión de su torpedo”39. En 1875, le añadió dos hélices contra rotatorias para que el torpedo navegara manteniendo el rumbo más estable. Gran Bretaña había adquirido las patentes de los torpedos Whitehead en 1870; Francia, Alemania, Italia y Rusia fueron los siguientes países que las compraron. En 1880, ya se habían vendido 1.500 de estos torpedos alrededor del mundo.
En 1877, Whitehead desarrolló un nuevo modelo de su torpedo, con una velocidad de 18 nudos (33.4 kilómetros por hora) con el objeto de lograr un alcance de 830 yardas y de 22 nudos para un alcance de 200 yardas, pero no sería sino hasta 1895 en que se incluiría un giroscopio en el torpedo, con lo que conseguiría una gran precisión en su rumbo. En 1887, la versión más moderna del torpedo Whitehead tenía un alcance máximo efectivo de 430 yardas a una velocidad de 27 nudos (50 kilómetros por hora), y podía recorrer una distancia de 600 o 1.500 yardas a velocidades de 21 y 15 nudos, respectivamente40. Contaba con una carga de combate de 70 kilos de pólvora.
La experiencia había determinado que la efectividad de los ataques de estos torpedos se reducía sustancialmente con el movimiento del blanco. El guardiamarina chileno Alberto Fuentes Gana, embarcado en un buque de la Armada Británica, informaba, en 1886, que “la distancia de los lanzamientos de los torpedos Whitehead había sido entre 150 a 350 yardas” en ejercicios efectuados por la flota británica en el Canal de la Mancha en ese año41. Este mismo oficial indicaba que estos torpedos serían instalados en los blindados chilenos en su modernización efectuada en Gran Bretaña, indicando que “hace unos meses se ha adquirido el secreto de los torpedos Whitehead y el blindado Blanco Encalada llevará los tubos de lanzamiento correspondientes”42.
En los ejercicios efectuados en 1884, la Armada italiana logró 70 impactos de 170 lanzamientos sobre un blanco de 100 metros de eslora navegando a 13 nudos; la velocidad del torpedero era 17 nudos y la distancia de lanzamiento de los torpedos era de entre 300 y 400 metros43.
En 1877, durante la guerra ruso-turca, dos lanchas torpederas rusas hundieron a la cañonera turca Intibakh con uno de estos torpedos.
El primer ataque exitoso a un buque acorazado fue en 1891, cuando los cazatorpederos Condell y Lynch hundieron al blindado Blanco Encalada mediante el ataque con torpedos Whitehead, como lo veremos en los próximos capítulos.
ESTRATEGIA NAVAL CLÁSICA
“La estrategia naval debe estar relacionada con la estrategia terrestre”44.
El gran efecto que tuvo la revolución industrial en la tecnología de la guerra naval, como lo analizamos en los párrafos precedentes, originó, hacia fines del siglo XIX, toda una corriente de renovación de las teorías de estrategia navales.
En esta parte del capítulo, revisaremos los principales conceptos de las teorías de la estrategia naval clásica publicadas a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, las teorías estratégicas de la Jeune École y, finalmente, concluiremos con algunas consideraciones relacionadas con la guerra anfibia, que son de particular interés por la operación anfibia efectuada en Quintero en agosto de 1891.
La estrategia marítima, según el famoso estratega naval británico, Julián Corbett, “son los principios que rigen a una guerra en la cual el mar es un factor esencial con el propósito de determinar las relaciones mutuas del Ejército y la Marina en el plan de guerra”45.
Diagrama de los acorazados franceses Amiral Baudin y Formidable. T. A. Brassey, The Naval Annual, 1891.
La estrategia marítima había sido aplicada por siglos en forma natural, pero durante la época de navegación a vela muy pocas personas se preocuparon de escribir los principios de esas teorías. A contar de 1870, repentinamente todo parecía diferente: en los últimos 30 años los avances tecnológicos, las nuevas armas navales y los sistemas de propulsión habían cambiado las capacidades de los buques de guerra en forma significativa, por lo que los marinos empezaron a pensar que las viejas estrategias habían quedado obsoletas.
Para dar respuestas a estos complejos problemas, algunos teóricos empezaron a formularse profundos cuestionamientos: ¿Cuáles son las relaciones entre la Armada y el Ejército? ¿Cuánto había cambiado la estrategia naval con las nuevas tecnologías? ¿Cómo serían las batallas navales del futuro? ¿Cuál debería ser la estructura ideal de la fuerza naval en un escenario de costos crecientes y recursos cada vez más limitados?
Los pioneros en tratar de resolver estos temas fueron el vicealmirante Phillip Colomb y el profesor Julián Corbett, británicos, y los contralmirantes Stephen Luce y Alfred T. Mahan, norteamericanos, quienes se focalizaron en desarrollar las teorías de estrategia en base al estudio de la historia naval de la época de la vela. Así nacieron los fundamentos de estrategia naval clásica que conocemos hoy.
En forma paralela, a contar de 1870, se desarrolló también la corriente estratégica de la escuela francesa denominada la “Jeune École”, que nació del estudio de experiencias operacionales de los nuevos medios navales.
No cabe duda que Gran Bretaña se consolidó, en el siglo XIX, como la potencia marítima dominante a nivel mundial. En 1873, se había creado la Academia de Guerra Naval de Greenwich. El fundador del pensamiento estratégico naval moderno británico fue el almirante británico Phillip Colomb, quien fue premiado en 1878 con una medalla de oro por su libro Great´s Britain Maritime Power, otorgada por el Royal United Service Institute (R.U.S.I.). Durante 14 años, el almirante Colomb se desempeñó como profesor de estrategia naval de la Academia de Guerra Naval Británica.
En 1884, se creó la Academia de Guerra Naval de los Estados Unidos, siendo designado como uno de sus profesores el capitán de navío Alfred T. Mahan. En 1890, el mismo año que este último publicaba su famoso libro La Influencia del Poder Naval en la Historia, el almirante Colomb publicó su libro Guerra Naval, en cuya introducción afirma que “fue inducido a escribirlo después de observar, con cierta sorpresa, una concepción generalizada de que nunca han existido leyes que gobiernen la guerra naval, o las que existían desde la época de los buques a vela, han sido completamente superadas por el advenimiento de la propulsión a vapor, los buques metálicos, los cañones de retrocarga estriados y los torpedos”46.
Colomb dedicó gran parte de su libro a tratar las operaciones conjuntas, entre el Ejército y la Armada, efectuadas en el litoral. En otro ámbito, fue muy crítico de la Jeune École francesa, porque opinaba que “no había ninguna razón para creer que los principios de la guerra hubiesen cambiado con las nuevas tecnologías”47.
Diagrama de los acorazados italianos Dandolo y Duilio. T. A. Brassey, The Naval Annual, 1891.
Colomb y Mahan coincidieron en establecer la importancia de conquistar el dominio del mar, pues de él se derivaría el dominio de las comunicaciones marítimas y su uso militar, y en que solo la batalla naval decisiva permitía lograr este dominio en forma resolutiva48.
Sin embargo, el más influyente estratega naval británico sería Julián Corbett, quien publicó, en 1911, su famoso libro Algunos Principios de la Estrategia Marítima, un clásico de la estrategia naval, vigente hasta el día de hoy.
Para Mahan y Corbett los océanos eran las supercarreteras del comercio en el mar, las armadas existían