indirecta el dominio del mar o impedir al enemigo asegurarlo”49.
La forma más efectiva de conquistar el control del mar era concentrar las fuerzas propias y destruir a la fuerza naval enemiga en una batalla decisiva. La alternativa es bloquear a dicha fuerza en sus puertos. Conquistado el control del mar, existía la libertad para usarlo en los ámbitos económico y bélico, según la propia conveniencia.
Para Mahan, el Ejército y la Marina desempeñaban funciones esencialmente separadas; en cambio, Corbett opinaba que sus funciones eran complementarias, coincidiendo Corbett y Colomb en que una de las tareas más relevantes de las armadas era cómo influenciar los eventos en tierra, apoyando el accionar del Ejército.
Los estrategas británicos creían que las armadas no ganaban las guerras por sí mismas, pero sí permitían que las ganara el Ejército. Los roles de la Armada también incluían el apoyo a las operaciones anfibias efectuadas sobre el territorio enemigo, contribuyendo a la estrategia nacional para ganar la guerra terrestre50.
El resultado de lo propuesto por Colomb y Corbett es una teoría estratégica de unidad de la guerra en base a operaciones conjuntas de la Armada con el Ejército, permitiendo a una fuerza naval pequeña, pero eficaz, maximizar la eficacia de los medios bélicos a disposición de un país. El éxito se basa en la coordinación de las acciones navales y militares, otorgando a la fuerza militar un peso y una movilidad estratégicas que superan sus capacidades intrínsecas naturales51.
LA ESTRATEGIA DE LA JEUNE ÉCOLE
En la Guerra Civil de 1891, los cazatorpederos balmacedistas aplicaron las teorías estratégicas de la Jeune École. Las revistas de marina chilenas, entre 1885 y 1890, están repletas de artículos relacionados con las nuevas tecnologías aplicadas a la guerra y ensayos derivados de esta escuela de pensamiento naval.
Opuesta a las ideas de Mahan, Colomb y Corbett, que eran las teorías estratégicas de las superpotencias navales de la época, la Jeune École es una estrategia aplicable por países con un poder naval mediano o pequeño que quieran desafiar a las grandes potencias. Era, en términos simples, la estrategia de David contra Goliat en el mar.
Esta teoría estratégica se gestó en una serie de artículos publicados por el capitán de navío francés Richild Grivel a fines de la década de 1860, en que concluía que la experiencia histórica de la Armada francesa había demostrado el grave peligro de ser derrotados en batallas entre flotas cuando se contaba con fuerzas navales inferiores, tal como lo habían demostrado las batallas navales de las guerras napoleónicas, en particular, la batalla naval de Trafalgar.
Sus conclusiones aconsejaban seguir estrategias completamente diferentes en base al tipo de enemigo a enfrentar: en contra de enemigos más débiles, se deberían aplicar las estrategias navales clásicas al estilo de Mahan y Colomb; contra enemigos más poderosos se deberían desarrollar estrategias y tácticas alternativas, tomando en cuenta los avances tecnológicos, ejecutando una potente ofensiva contra su tráfico marítimo que lo hiciera colapsar económicamente, evadiendo las batallas navales decisivas52.
De esta manera, “un enemigo superior, pero económicamente vulnerable, era una suposición fundamental que sustentaba la teoría estratégica de la Jeune École”53. Por otra parte, “los torpederos y cañoneros, suplementados con buques con espolón y un buen sistema de telégrafos y semáforos, y patrulleros permitiría concentrar las fuerzas contra del enemigo en la defensa del litoral”54.
El comandante Grivel concluyó que, en caso de una guerra entre Francia e Inglaterra, “en vez de atacar la capacidad más poderosa de Gran Bretaña con sus 20.000 cañones a flote, Francia debería apuntar a su punto más débil: los 50.000 buques mercantes que transportaban las mercancías que le eran vitales”55. Entre 1840 y 1870, el comercio marítimo de Gran Bretaña se había multiplicado en 5 veces su valor, y volvería a triplicarse en el período desde 1875 a 191356.
Posterior a la derrota de Francia en la Guerra Franco-Prusiana de 1870-7157, en que la Armada francesa demostró su impotencia para impedir la derrota frente a Alemania, la opinión pública llegó a colocar en duda su necesidad de existir, potenciándose los conceptos de la Jeune École, siendo el almirante Aube y el civil Gabriel Charme los principales promotores de esta teoría estratégica a nivel de la opinión pública francesa. La novedad tecnológica más importante que se había introducido al servicio naval había sido el torpedo en la década de 1860, como ya lo hemos comentado.
El almirante Aube escribió entre las décadas de 1870 y 1880 una serie de artículos y libros que, en síntesis, concluían en el desarrollo de un nuevo concepto de la estrategia naval, en que el objeto de la guerra en el mar no era destruir a la flota enemiga, sino que causarle el enemigo el máximo daño posible y esto se lograba atacando a su tráfico marítimo58.
Aube pensaba que la clave del éxito en las futuras guerras sería un ataque sorpresivo, coordinado, de una gran cantidad de torpederos y cruceros en contra de los buques mercantes enemigos, y que los bombardeos navales sobre el litoral enemigo causarían pánico en la población y un colapso social59, “pese a sus énfasis en las tecnologías la Jeune École estaba preocupada de los efectos morales y sociales que podría tener como efecto aplicar estas nuevas estrategias navales de ataque al comercio y bombardeo de las costas enemigas”60.
El vicealmirante Aube llegó a ser ministro de Marina de Francia en 1886 y, en poco más de un año, ordenó detener la construcción de los buques acorazados, llamó a concurso público para la construcción de un submarino (siendo Francia pionera en la construcción del primer submarino convencional moderno operativo a nivel mundial), y otorgó prioridad a la construcción de torpederos y cruceros, junto con disponer de grandes ejercicios navales destinados a comprobar diversas teorías estratégicas y tácticas para aplicar las lecciones correspondientes.
Por otra parte, “el submarino fue para la Jeune École, en las primeras décadas del siglo XX, lo que el torpedo y los torpederos fueron a fines del siglo XIX para el almirante Aube”61.
El gran error de la Jeune École era negar la importancia de las fuerzas navales organizadas en escuadras o flotas y estimar que los acorazados ya no eran válidos en la guerra naval. Sus principales argumentos contra los acorazados eran su elevado costo (de hasta 30.000.000 francos franceses por acorazado versus los 500.000 francos que era el costo de un buque torpedero).
Pronto se advirtió que los pequeños torpederos eran demasiado ligeros para operar en condiciones de mar adversas y que su autonomía logística era reducida, mientras que los buques tipo cruceros, destinados a atacar los buques mercantes enemigos, no tenían ni la protección ni las capacidades artilleras más adecuadas para enfrentarse, con éxito, con los buques de línea enemigos más poderosos62.
Diagrama del acorazado británico HMS Benbow. T. A. Brassey, The Naval Annual, 1891.
La Jeune École era una “estrategia asimétrica”, destinada a explotar las vulnerabilidades del enemigo en base a las nuevas armas que se habían creado. El almirante Aube también argumentaba que los torpederos podrían atacar a los acorazados británicos en sus puertos, desgastando a las fuerzas enemigas hasta lograr un equilibrio de fuerzas para, posteriormente, dar la batalla naval decisiva en condiciones ventajosas. Estos torpederos, adicionalmente, podían impedir que las fuerzas enemigas se acercaran a la costa propia a bombardearla, bloquearla o efectuar operaciones anfibias63.
Durante las dos guerras mundiales del siglo XX, Alemania aplicó la estrategia de la Jeune École en su ataque mundial al tráfico marítimo enemigo con submarinos. Acerca de sus resultados uno se puede preguntar: ¿cuál de las estrategias es la mejor? En la guerra naval no existe la mejor estrategia ni la mejor solución. Cada estrategia tiene sus aplicaciones más exitosas que otras en situaciones específicas, mientras que en otras no64. Cada momento de la historia, y de la guerra, es único e irrepetible.
La Jeune École está vigente hoy. Su manifestación física son los submarinos, las minas navales, las lanchas misileras65, las baterías de misiles antibuques costeras, y los vehículos autónomos que pueden operar en el aire,