central y unificador de esta línea de pensamiento es la observación del rol activo de los sujetos, en su interior coexisten diversas corrientes que enfatizan alguno de los niveles de análisis o problemas que es posible distinguir en el aprendizaje y construcción de significados. Considerando el punto de vista de los niveles de análisis sistémico, sería posible observar 4 grandes énfasis en el trabajo de los distintos autores que contribuyen al construccionismo92, que hoy difícilmente trabajan de manera excluyente, pero que podrían caracterizarse de la siguiente manera:
a) El primer grupo está formado por los autores que enfatizan la observación de los procesos de generación y desarrollo de capacidades cognitivas, utilizando los modelos o líneas de pensamiento originados por Jean Piaget93, que describen el procesamiento interno de la experiencia y la conformación de las estructuras cognitivas en los individuos.
b) Un segundo grupo privilegia la observación de la interacción social y el cómo esta se interioriza en la mente de los sujetos, lo que es posible desde el marco conceptual desarrollado inicialmente por Lev Vygotsky94. Este nivel de análisis implica una comprensión del desarrollo desde las vinculaciones entre individuos, ampliando la complejidad del análisis.
c) El tercer énfasis está asociado a las prácticas socioculturales que permiten comprender la construcción, difusión, protección y uso del conocimiento entre sujetos y el sistema social. En este nivel se pueden diferenciar los aportes a nivel de la comunicación y la generación de teorías que describen la comunicación en vínculos personales y sistemas familiares o de complejidad organizacional, como George Kelly y Paul Watzlawick, de los aportes de autores como Berger y Luckmann95, Luhmann96 y Habermas97, que aportaron desde un punto de vista macrosocial, observando los sistemas organizacionales e institucionales. En este nivel podemos ubicar incluso a autores como Rene Lourau98 o Lapassade99, que observan el conflicto entre la institución, en tanto sistema establecido y los eventuales elementos emergentes que pugnan por expresarse en el ámbito de lo consciente.
d) Un cuarto énfasis no está diferenciado por el nivel de amplitud en su observación del sistema social, sino que, por el interés puesto en la naturaleza misma del conocimiento, proponiendo una epistemología alternativa al positivismo. En esta línea de pensamiento se observa que la realidad social, en tanto construcción de significados que son experimentados y vividos imaginariamente, si bien es determinada parcialmente por las condiciones físicas y económicas, no puede funcionar con reglas inmutables o siquiera con la regularidad y estabilidad observadas en los fenómenos físicos. Aquí confluyen los aportes de la teoría psicodinámica, los desarrollos del grupo de Frankfurt y autores individuales, como Kenneth Gergen100. Desde este análisis se destaca la idea de que el conocimiento es en última instancia una experiencia personal y subjetiva, que es puesta en común de una manera parcial y fragmentada.
El constructivismo se expresa en el ámbito educacional a través de la teoría construccionista, la que supone la aplicación práctica de las ideas constructivistas en el diseño e implementación de experiencias significativas, a través de las cuales se facilite la reflexión e integración de aprendizajes y su expresión conceptual.
El enfoque de competencias construccionista
Desde el punto de vista de la aplicación de la teoría en el mundo del trabajo, el enfoque constructivista enfatiza algunas ideas que, si bien se presentan ya en los niños y jóvenes, definen la forma en que aprenden los adultos101:
• El aprendizaje es el resultado de la acción de sujetos activos, que ponen en funcionamiento conocimientos previos para actuar y generar nuevas representaciones.
• El aprendizaje se activa en la medida que existen conflictos o deficiencias percibidas en la vinculación con sus tareas y los demás.
• La integración de los nuevos conocimientos implica un ajuste de las estructuras cognitivas existentes, de manera que el aprendizaje implica la transformación y adecuación de la forma de pensar, incluyendo los aspectos que definen la identidad y la vinculación social.
• El aprendizaje, en tanto esfuerzo adaptativo, supone un acto volitivo en el que se expresa la voluntad de la persona.
• El aprendizaje es en sí mismo una tarea y un contexto de la interacción, en el que se producen actos de colaboración que permiten analizar, conceptualizar y crear de manera conjunta.
• La evaluación de capacidades y efectividad es un proceso dinámico, que requiere de la comprensión y aceptación de los participantes.
Desde este enfoque las competencias se aprecian como capacidades cuya expresión, efectividad y conformación son heterogéneas y dinámicas, dependiendo de las interacciones de los sujetos con el contexto social y material que los rodea102. Debido a esto, su desarrollo implica la participación de todos los involucrados, que deben colaborar en el proceso de análisis, integración y desarrollo de capacidades103. Estas exigencias acercan el desarrollo de competencias construccionistas a las experiencias de Enrique Pichón-Rivière104 con los grupos operativos, experiencias en las que grupos de trabajo originalmente heterogéneos y rígidos, lograban disminuir la ansiedad y generar aprendizajes a partir del análisis de sus propios supuestos y afectos, generando ideas y modelos que les permiten aumentar su efectividad en el manejo de problemas externos e internos.
Uno de los autores más relevantes y difundidos en el enfoque construccionista es Guy Le Boterf105, quien plantea varias ideas claves en la implementación de este enfoque:
1. No es posible aislar la competencia del comportamiento, por tanto, las competencias no existen como entes distintos a la acción de los sujetos y colectividades. En este sentido, la idea de competencia sería una herramienta conceptual que nos ayuda a orientar el desempeño actual y futuro.
2. El actuar con competencia depende de la combinación de tres tipos de elementos esenciales:
2.1. Las representaciones operativas de las situaciones o problemas que hay que tratar. Consisten en imágenes y conceptos que permiten organizar la comprensión del contexto, fines y tareas, también permiten actuar simbólicamente y ensayar mentalmente antes de operar en la realidad, detectando riesgos y priorizando los cursos de acción en tareas complejas.
2.2. La imagen propia de los sujetos y que incluye al conocimiento de lo que sabe, lo que debe hacer y lo que es capaz. La imagen propia permite controlar la ansiedad y activar las representaciones operativas, en este sentido constituye la expresión de la metacognición. Es decir, la capacidad de reflexionar sobre los propios procesos mentales, transfiriendo esquemas y capacidades de un contexto a otro.
2.3. Los esquemas operativos ya existentes y que, en tanto capacidades previamente ejercitadas, dirigen y limitan la forma en que se utilizan los recursos del entorno. El nivel de profesionalismo depende de la capacidad de combinar y recombinar los esquemas operativos ya existentes para ajustarse a los nuevos contextos y tareas. De esta manera, el principiante debe generar representaciones operativas sin acceder a esquemas previos, lo que le dificulta articular información, planificar y controlar la actividad; El profesional confirmado ya domina los esquemas esenciales y puede actuar de manera más rápida, efectiva, segura y autónoma; El experto, que ya ha automatizado diversos esquemas, puede responder con gran rapidez, anticipando eventualidades y reflexionando sobre sus capacidades.
3. Además de la competencia como una dimensión de la acción individual, también debe considerarse las capacidades colectivas, observables en equipos, fuerzas de tarea, redes o grupos colaborativos.
La competencia colectiva sería la manifestación de 4 elementos:
3.1. Elaboración de representaciones compartidas sobre los problemas, las estrategias, limitaciones y demás elementos involucrados en la situación.
3.2. Comunicación eficaz, que depende de la existencia de un lenguaje y representaciones operativas comunes, además de poder responder a indicios o señales débiles.
3.3. Colaboración, que incluye la articulación de las identidades, la negociación de diferencias o conflictos y la posibilidad de organizarse de manera