crisis de la novela familiar freudiana
La familia patriarcal no es el único modelo que representa a la “familia” y al “padre”. Esta es una figura histórica cuyo ocaso da lugar a otras combinaciones entre los sexos y las formas de poder. No es que las formas de dominación como la explotación dejen de existir, éstas se renuevan, pero el patriarcado tradicional está desapareciendo como norma exclusiva de la organización familiar.
Cuando se habla de crisis del sistema patriarcal se hace referencia al debilitamiento de un modelo de familia basado en la autoridad y dominación sobre la mujer y los hijos del hombre adulto heterosexual que es considerado el jefe de familia. En este sentido vivimos un momento de transición donde el patriarcado sigue siendo la estructura familiar dominante pese a que cada vez son más importantes los factores que han provocado su crisis. De allí que, quienes quieren seguir manteniendo esta estructura deben volver a legitimar aquellos valores que suponen eternos, naturales o divinos.
Veamos algunos momentos de su desarrollo.
Fotografía y familia
La fotografía fue uno de los primeros ritos sociales de la modernidad. Desde finales del Siglo XIX la fotografía se transformó en un instrumento privilegiado para la representación de las familias. Cuando ir a un estudio fotográfico se hizo habitual y se extendió a las clases medias, la fotografía permitió eternizar los grandes acontecimientos de la vida familiar. Es así como la fotografía solemniza los rituales que se consideran necesarios para su funcionamiento: el casamiento, las reuniones de los padres con los hijos, las vacaciones, los amigos. Estos lugares, socialmente asignados, son comúnmente estereotipados al dar cuenta de un lugar idealizado donde uno puede observar sonrisas y abrazos que dejan de lado los resentimientos y las rivalidades que también forman parte del grupo familiar.
Esta mirada familiar reproduce lo que Pierre Bordieu llama “la manufactura doméstica de los emblemas domésticos” propios de la cultura dominante. Es decir, las normas que organizan la captación de la imagen son indisolubles del sistema de valores implícitos propios de una clase o sector social en la medida que participa del imaginario simbólico de esa época. Dicho de otra manera, la subjetividad objetivada en una fotografía remite a la interiorización de las condiciones sociales de posibilidad de esas significaciones que expresa la imagen. Por ello dice Bordieu: “aún cuando la producción de la imagen sea enteramente adjudicada al automatismo de la máquina, la toma sigue siendo una elección que involucra valores estéticos y éticos”. Puesto que es una “elección que alaba, y que su intención es fijar, es decir solemnizar y eternizar, la fotografía no puede quedar entregada a los azares de la fantasía individual y, por la mediación del ethos -interiorización de singularidades objetivas y corrientes- el grupo subordina esta práctica a la regla colectiva, de modo que la fotografía más insignificante expresa, además de la intenciones explícitas de quién la ha tomado, el sistema de los esquemas de percepción, de pensamiento y de apreciación común a todo grupo.”1
Imagen 1
Entre las fotografías que guardo hay una de gran tamaño protegida por una antigua carpeta negra troquelada. La foto tiene una historia. A mediados de 1932 mis abuelos decidieron ir a un estudio para que sacaran una foto de la familia. Esa mañana sus cuatro hijos varones estaban con sus trajes cruzados y las mejores corbatas. Según se cuenta los menores no querían cambiarse ya que no entendían la importancia de ese momento familiar. El objetivo era hacer una copia para cada uno de sus hijos. Una forma de trasmitir un legado.
La foto siempre me llamó la atención por la solemnidad de su imagen. Mi abuelo era el único que estaba sentado en un sillón de fina madera. Detrás, parada, mi abuela se destacaba por su elegancia. Alrededor de ella los dos hijos mayores; el de la derecha era mi padre. Adelante los dos menores. Uno de ellos con camisa, corbata y pantalón corto ya que tenía 12 años; el otro con un traje de pantalón corto pues todavía no había cumplido los 18 años. La vestimenta señalaba el lugar social y familiar al que cada uno pertenecía. Todos miraban seriamente la cámara para dar cuenta de la trascendencia de ese acto privado que iba a capturar la imagen. No hay que esforzarse para observar como allí están formalmente todos los requisitos necesarios que definen los rituales de una familia patriarcal de clase media urbana de la primera mitad del siglo XX (Ver imagen 1).
La familia como patrimonium
La palabra “familia” viene del latín, deriva de famulus cuyo significado es sirviente o esclavo. Hablar de “familia” era equivalente a patrimonio (que deriva del latín patrimonium. Este término era utilizado por los antiguos romanos para los bienes que heredan los hijos de sus padres o abuelos) e incluía no sólo a los parientes, sino a los sirvientes de la casa del amo. En Roma designaba inicialmente al conjunto de los esclavos pertenecientes a una casa y por extensión se aplicaba a todas las personas, libres o esclavas, que en ella habitaban. También la palabra “familia” deriva de fames que significa “hambre”, de modo que los familiares, sean consanguíneos o sirvientes domésticos, son aquellos que sacian su hambre en una misma casa a la que el pater familias debe alimentar. Es decir, desde sus orígenes la familia se sustenta en el patriarcado.
Las teorías sobre el origen de la familia son diversas; los antropólogos piensan en un proceso histórico que, partiendo de la horda indiferenciada, fue instituyendo regulaciones que dieron lugar a la forma actual de la familia. Freud imagina en su texto Tótem y tabú (1912) una horda primitiva gobernada por un macho despótico. El pacto social habría surgido por un acuerdo realizado entre los hijos varones, quienes luego de matar a su padre para tener acceso a las hembras que aquel monopolizaba, aceptaron renunciar a ellas a fin de evitar la rivalidad fratricida. De este modo, se instauró la exogamia y con ella el intercambio social y la primera regulación legal consistente en la interdicción del incesto. Federico Engels, a través del libro El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, explica la evolución de la familia y señala su carácter histórico y social. En el patriarcado ve la derrota de la mujer ya que ésta se convierte en el proletario del hombre llevando la lucha de clases al interior de la familia. Pero también sostiene que las “relaciones de sexualidad” deben distinguirse de las “relaciones de producción” ya que la organización social en que vive la población de cierta época histórica y cierto país, está determinada por ambos tipos de producción: por la etapa de desarrollo del trabajo por un lado y de la familia por el otro.2
De esta manera vamos a encontrar en los inicios del capitalismo una fuerte relación con la organización familiar patriarcal al crearse un capitalismo corporativo y un capitalismo doméstico, donde este último se basa en la familia para: 1º) trasmitir la herencia y la continuidad de la línea familiar al imponer un control moral a la mujer diferente del hombre para asegurar la certeza de sus herederos; 2º) reproducir la fuerza de trabajo y 3º) trasmitir los valores de la ideología dominante. El padre-padrone reúne la familia biológica y la económica para garantizar su poder. En este sentido, como dice Manuel Castell: “El patriarcado es una estructura básica de todas las sociedades contemporáneas. Se caracteriza por la autoridad, impuesta desde las instituciones, de los hombres sobre las mujeres y sus hijos en la unidad familiar. Para que se ejerza esta autoridad, el patriarcado debe dominar toda la organización de la sociedad, de la producción y el consumo, el derecho y la cultura. Las relaciones interpersonales y, por tanto, la personalidad, están también marcadas por la dominación y la violencia que se originan en la cultura y las instituciones del patriarcado. No obstante, desde el punto de vista analítico y político, es esencial no olvidar su enraizamiento en la estructura familiar y en la reproducción sociobiológica de la especie, modificadas por la historia (cultura). Sin la familia patriarcal, el patriarcado quedaría desenmascarado como una dominación arbitraria y acabaría siendo derrocado por la rebelión de la `mitad del cielo` mantenida bajo sometimiento a lo largo de la historia.”3
Entendemos por familia nuclear al modelo tradicional