Jorge Ayala Blanco

El cine actual, confines temáticos


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Y la contradicción femenina logra situar su fábula-excipiente con toda tranquilidad, antiejemplar y antiedificante, en las antípodas de tema del viaje iniciático tan de moda en el mejor cine mexicano actual (Viaje redondo de Gerardo Tort, 2008; Alamar de Pedro González-Rubio, 2010; Vete más lejos, Alicia de Elisa Miller, 2010; Un mundo secreto de Gabriel Mariño, 2011, y las que se junten esta semana), pues al término de su experiencia turística (que no viajera) el acompañante se esfuma en la estacón ferroviaria sin dejar sus señas y la realidad de la heroína vuelve a tornarse tan desenfocada / difuminada / borrosa como al principio de su travesía enajenada.

      El asalto hipotético

      Play. Juegos de hoy (Play)

      Suecia-Dinamarca-Finlandia, 2011

      De Ruben Östlund

      Con Sebastian Blykert, John Ortiz, Abdi Hilowla

      En Play. Juegos de hoy, hiperrealista film 3 del exdocumentalista sueco de 37 años Ruben Östlund (La guitarra mongoloide, 2004; Involuntario, 2008), con guion suyo y de Erick Hemmendorf e interpretado por chavos que conservan sus auténticos nombres de pila, los sensatos chamacos rubitos suecos de 12 años Sebastian (Blykert) y Alex (Hegmer) a quienes luego se les unirá el suecoasiático John (Ortiz) son cuidadosamente elegidos por la bandita de cinco desmadrosos chavos afrosuecos de 14 lidereada por el grandulón brutote Nana (Manu) y el avispado Abdi (Hilowla) como víctimas propiciatorias para que, con el truco llamado en Escandinavia del Pequeño Hermano, se sientan acusados de portar el celular robado a un supuesto hermanito a quien habrá que ir a consultar, y virtualmente acosados, secuestrados, llevados a un bosque, humillados, hasta ser, tras una carrerita con trampa descarada, despojados de sus más valiosas pertenencias, mientras una cuna sin dueño perturba la vida de un vagón de ferrocarril y los traviesos gandallitas acaban entrechocando al separarse. El asalto hipotético emula en sereno tono ínfimo los perversísimos e insuperables Juegos divertido / sádicos de Michael Hanecke (1997 / 2007), con menos obviedad y fiereza, pero con dulcísima ironía y severidad formalista extrema, al interior de una etérea ficción incidental que no es capaz de formular siquiera su propio nombre, aunque se base en hechos reales (40 asaltos de ese tipo ocurridos en 2006-2008) y esté dispuesta a disparar sutiles saetas caricaturescas en todas direcciones, a la izquierda, al centro, a la derecha, al polo norte y al polo sur, sin preocuparse si su racismo / antirracismo resulta o no políticamente correcto, ni en solidarizarse con el chavo que se trepa irracionalmente a un árbol para no proseguir su ignominioso camino, ni con el que deja manosear su valiosísimo clarinete en estuche, ni el que desfallece tras 86 lagartijas (de las 100 exigidas para quedar libre), ni mucho menos con el adulto güerito puesto a gritonear con sus bucles de rastafari y oyendo música jamaiquina desconocida por los auténticos chavos con esa ascendencia perdida. Y el asalto hipotético hace concordar la frialdad del miedo paralizante de sus pequeños personajes con la impertinencia de un humor gélido y la inamovible tiesura del encuadre fijo aunque prolongado, atenazado, abrumado y perforado por todos los espacios auditivos y físicos en off: en un centro comercial con salidas y entradas que no corresponden a las voces esperadas, en el rincón de restaurante tan civilizada cuan impersonalmente solidario / insolidario, en un interior de autobuses que atrapan en degradante cautiverio a sus civilizados usuarios inermes, en todo lugar donde sólo se goce sojuzgando al prójimo, o reprimiendo salvajemente a los minihostilizadores lúdicos con otro jueguito de algún otro falso (o verdadero) hermano.

      La prohibición chamaqueada

      No es una película (In film nist)

      Irán, 2011

      De Jafar Panahi y Mojtaba Mirtahmasb

      Con Jafar Panahi

      En No es una película, séptimo largometraje del exdiscípulo de Kiarostami y entrañable autor apenas cincuentón de mínimas fábulas detonantes en lo sociopolítico Jafar Panahi (El globo blanco, 1995; El círculo, 2000), firmando al lado de su asistente Mojtaba Mirtahmasb, el director en draconiano arresto domiciliario con prohibición expresa de filmar se muestra y se demuestra como actor de su propio encierro, viéndose en trance de interpretarse a sí mismo ante una cámara sin guía ni propósito creador ni narrativo, leyendo y exponiendo y trazando simulacros en torno y reconsiderando fragmentos de su último guion ya infilmable, interactuando (in)voluntariamente con sus vecinos ignorantes (de todo, hasta de con quien están hablando de banalidades o de pequeños roces cotidianos) y agitándose entre cuatro paredes, pero jamás dirigiendo explícitamente ni armando la no-película que está siendo rodada. La prohibición chamaqueada convierte de buena gana y con un infatigable humor persa su nada dispersa burla feroz contra la censura omnirrepresora del Estado policiaco iraní que no pudo impedir la grabación aleatoria / calculadísima de la cinta, ni evitar que ésta fuera sacada a escondidas del concentracionario país, entre de los datos de un dispositivo USB, en las narices mismas de la camarilla fundamentalista que lo gobierna, y exhibida en el extranjero, para hacer triunfalmente la consabida tour de los festivales. Y la prohibición chamaqueada se afirma como una curiosidad deliciosa y un manjar más que suculento, no por ello falto de sustancia fílmica: una pieza irrepetible límite, con escenas-topografías a lo Dogville de Lars von Trier (2002), además de estética: una obra maestra del arte potencial / conceptual / posmoderno / hipermoderno que transgrede y disuelve no sólo todos los códigos de la representación, sino que sublima todo realismo de la representación misma, antes de lanzar una mirada hacia la calle en un exultante final ya legendario.

      La encuesta primigenia

      Los labios

      Argentina, 2010

      De Santiago Loza e Iván Fund

      Con Eva Bianco, Victoria Raposo, Adela Sánchez

      En Los labios, primer film conjunto del veterano cordobés ya figura incuestionable del nuevo cine argentino a sus 39 años Santiago Loza (Extraño, 2003; Cuatro mujeres descalzas, 2004, más el polémico documental biográfico poetactivista gay Rosa Patria, 2009) en colaboración con el santafesino en ascenso de 26 Iván Fund (corto Sirenas, 2006; largometraje La risa, 2009), con guion de ambos y un equipo fundamentalmente femenino (foto de María Laura Collasso, edición de Lorena Moriconi), la guapa treintona afable pero exquisitamente frágil Noe (Eva Bianco), la distante cuarentona medio inexperta medio amarga Luchi (Victoria Raposo) y la maternal cincuentona obesa Coco (Adela Sánchez) han sido enviadas como asistentes sociales por el nuevo ministerio populista para realizar una encuesta de salud pública entre los habitantes de una empobrecida zona marginal en el norte de Argentina, y han sido recibidas tardíamente por el viejo lento empleado de la municipalidad Raúl (Raúl Lagge) que las aloja en un lejano edificio anegado y a medio derruir, pero muy pronto las tres se darán cuenta de que su trabajo y su voluntad de prestar está impedido por las condiciones extremas de insalubridad y desnutrición, tornándose repetitivo, previsible y burocrático, limitado a recabar datos sobre las consecuencias del descuido acérrimo y el atroz desempleo / subempleo mal pagado que dominan en la región. La encuesta primigenia delinea, sin mayor urdimbre dramática ni aspavientos, con enorme finura e innombrable sensibilidad, el triple retrato femenino de un estoicismo salvaje que, al enfrentarse a un paraje en el olvido de siglos (como el de cualquier provincia de América Lastima), se torna disonante, casi en el vacío, doloroso. La encuesta primigenia mezcla a sus tres sensitivas actrices con un colectivo entorno de no-actores, adoptando la innovadora aunque paradójica forma de una ficción filmada como documental o una falsa docuficción, con cierta cámara que, cuando no presenta a las féminas en regios planos abiertos escindidas de su entorno o cabizbajas, casi siempre las muestra, sobre todo al interactuar con niños bajos de peso o con paridoras inamovibles (o materialmente arrastrando al hospital a un anciano de rugosos 78 abandonados años), en planos cerradísimos, cual si se tratara en última instancia de un ensayo sobre la mirada de sus heroínas: la arrebatada mirada seductora de Noe, la inconsolable mirada triste de Luchi, la omniacogedora mirada serena de Coco, todas ellas por encima de esos labios invocados en el título que de continuo permanecen reticentes, callados, herméticos, obsesivos, aún anhelantes, básicamente decepcionados. La encuesta primigenia exulta poco a poco en el filo del día