William Plata

Vida y muerte de un convento


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rel="nofollow" href="#ulink_4d412fda-d19b-5855-8d67-2c5b4cd38c73">17 TOQUICA Constanza. A falta de oro… Op. cit., págs. 83-144.

      18 Los resultados están consignados en el informe final: PERILLA AVILA Blanca Ligia y PLATA QUEZADA William Elvis. Recuperación de la memoria histórica de la Congregación de Hermanas Dominicas de Betania, 1938-2000. Bogotá (inédito): 2006, 726 págs.

      19 El concepto de ‘ciclos’ en la historia de las comunidades religiosas se basa en HOSTIE Raymond. Vie et mort des ordres... Op. cit. 384 págs. Por otra parte, la escogencia de la larga duración como análisis de lo religioso se fundamenta en lo recomendado por René Rémond, para quien los hechos religiosos «participent à la longévité propre des faits de culture et de mentalité qui perdurent: les idéologies aussi survivent à leurs fondateurs comme aux circonstances de leur émergence. Les religions plus encore: toute religion se rattache à une tradition, se définit par sa fidélité à la parole à l’exemple de son fondateur, se réfère à des textes sacrés que les fidèles méditent génération après génération. De cette capacité à durer les relations entre religion et société subissent naturellement les conséquences», REMOND René. Religion et société en Europe. Paris: Éditions du Seuil, 1998, pág. 18. ISBN 13: 9782020227476.

      20 La Sabana de Bogotá es una extensa altiplanicie ubicada en el centro de los Andes orientales colombianos, a una altura promedio de 2.600 m. s. n. m. El río Bogotá atraviesa la ciudad y la recorre de norte a sur. La Sabana de Bogotá es abundante en lagunas naturales y pequeñas cíénagas, que funcionan como reguladores de la humedad y depósitos naturales de agua. Esta región constituía la zona más densamente poblada por indígenas al momento de llegar los españoles. Esta razón, además de las bondades que ofrece el clima y la tierra, hizo que en la parte sur de la Sabana se fundara la ciudad de Santafé de Bogotá.

      Frailes predicadores arriban al Nuevo Mundo

      En este capítulo intentaré responder varios interrogantes que surgen naturalmente cuando se piensa en la Orden de Predicadores y su participación en la Conquista y evangelización de América. Para empezar, unas preguntas obvias: ¿por qué ellos y no otros?, ¿qué tenían de particular en su organización, carisma y trayectoria, a tal punto que fueron parte del selecto grupo que se encargó de abrir la senda del proyecto de implantación y establecimiento de la Iglesia y la sociedad coloniales?

      Otras cuestiones –más estudiadas pero no siempre conocidas– que conviene recoger aquí son las relacionadas con el proceso de arribo y establecimiento en las tierras conquistadas y en la Nueva Granada en particular, la organización que los dominicos adoptaron y, lo más importante para este trabajo, cómo se hizo de la ciudad de Santa Fe de Bogotá el “centro de operaciones” de toda la provincia dominicana neogranadina, a partir de un convento que durante mucho tiempo fue una de las insignias de la ciudad y que era reflejo del esplendor y el poderío de la comunidad religiosa que albergaba.

      El trabajo desempeñado por los dominicos en los primeros años de evangelización de América es, con seguridad, la etapa más estudiada y mejor conocida de la historia de esta Orden en el llamado por los europeos Nuevo Mundo. Existen publicaciones al respecto no solo en el campo de la historia, sino también en los de la teología, la filosofía e incluso el derecho. La mayor parte de ellas proceden de España, país donde obviamente ha habido mucho interés en el del tema de la Conquista y los primeros años de la Colonia, especialmente a raíz de la conmemoración del quinto centenario de la llegada de Cristóbal Colón a América.

      Para empezar, conviene resaltar algunos aspectos que considero importantes: ¿por qué las órdenes mendicantes fueron protagonistas del proceso de evangelización, conquista y colonización de América?; ¿por qué no lo fueron las órdenes monásticas o de caballería, que tanto habían ayudado al proceso de reconquista de la península ibérica?; ¿por qué los dominicos sobresalieron en especial? Para responder a estas preguntas se debe tener en cuenta la crisis general que vivió la Orden en el siglo XIV y su reforma consiguiente.

      Los dominicos se reforman

      La Orden de Predicadores fue fundada en 1216 por Domingo de Guzmán, en una coyuntura histórica que la llevó a crecer y expandirse de manera espectacular. No obstante, durante el siglo XV entró en decadencia en casi toda Europa, así que compartía la situación que experimentaba en conjunto la institucionalidad católica. La pequeña comunidad llena de celo que observaba escrupulosamente el principio de la pobreza apostólica se había transformado cien años después de su fundación en un poderoso brazo de la institución eclesiástica, cuyos jefes habían acumulado cargos importantes, honores y privilegios. Hacia 1295 y 1295 Bonifacio VIII, por medio de una serie de bulas, codificó con precisión la legislación de las órdenes mendicantes, las sustrajo de toda jurisdicción episcopal. A eso hay que añadirle su rol como predicadores, intelectuales, inquisidores, consejeros y en otros cargos.

      Sin embargo, el Cisma de Occidente, las pestes, la guerra, la corrupción del clero y el mismo rol político-administrativo que había mantenido la orden dominicana en la vida de la institución eclesiástica afectó seriamente a esta orden no solo en cuanto a su accionar apostólico, su disciplina y organización, sino también numéricamente. Así, la población de frailes (alrededor de doce mil) de finales del siglo XIII, reducida sensiblemente en los años posteriores, solo llegó a recuperarse durante el siglo XVI. La crisis provocó un movimiento de reforma, que partió especialmente desde Italia y Alemania. Este se centró especialmente en la disciplina religiosa, pero no excluía una reactivación y revisión del papel de la predicación. Para algunos fue más importante lo primero. Otros trataron de hacer un equilibrio. En este proceso hubo muchas discusiones y conflictos.

Gra Evolucion demografica

      Figura 3. Evolución demográfica de la orden de predicadores (1315-1775). Fuente: HOSTIE Raymond. Vie et mort des ordres religieux. Paris: Desclée de Brouwer, 1972 (Bibliothèque d’études psychoreligieuses), pág. 349.

      Entre los animadores del movimiento en Italia se encuentran Santa Catalina de Siena (1347-1380) y sus discípulos Raymond de Capoue y Juan Dominici (1356-1419). En el siglo siguiente, Fr. Jerónimo Savonarola (1452-1498), quien denunció el lujo de los conventos italianos, de las autoridades locales y aun de la misma Santa Sede. También, es el caso más dramático de alguien que se enfrentó al orden establecido y murió en el intento, bajo el poder de los Médicis (de cuya familia era el papa de turno), quemado junto con sus discípulos, en la Plaza de Seigneurie (Florencia), en mayo de 1498.