1719 y 1722 le dio la vuelta al mundo atacando numerosas posesiones españolas, incluyendo Baja California. Visión muy parecida a esta debió haber tenido el padre Kino.
Los guaicuras eran seminómadas, al igual que todas las etnias de la Antigua California. Su nivel de subsistencia era muy elemental, tenían una cultura material muy sencilla, desconocían la cerámica y muchas de sus herramientas eran de piedra, hueso, madera o concha. Practicaban la pesca, caza y recolección, desconocían totalmente la agricultura. Se organizaban en pequeñas bandas que ocupaban cierto territorio y se iban moviendo según la disponibilidad de recursos. Los hombres siempre andaban desnudos y las mujeres solían cubrirse con una sencilla falda que iba desde la cintura hasta las rodillas.
Venegas nos dice que los guaicura eran bien formados y de talla corpulenta y bien hecha, el rostro no es desapacible, aunque le afean los untos con que a veces se embijan o pintan de colores, y los agujeros con que se horadan las orejas y narices. El color es algo más tostado y oscuro que el de los otros indios de Nueva España. También son por lo general robustos y de sana complexión. (26)
Clavigero también aporta buena información sobre los guaicuras: Los guaicuras se establecieron entre el paralelo 23º30’ y el de 26º… habitan de ordinario junto a alguna fuente, pero sin más techo que el cielo ni más cama que el suelo desnudo. Cuando calienta mucho el sol se guarecen debajo de los árboles, y en las noches frías se retiran a las cuevas de los montes… (27)
Sus actividades eran las de cazar, pescar y hacer guerras a sus vecinos. Utilizaban balsas, redes y horquillas para la pesca. La caza la hacían con dardos de madera, arcos y flechas, armas que también utilizaban para la guerra. Clavigero nos comenta que siendo…aún gentiles tenían frecuentes guerras, ya entre dos naciones diversas, ya entre dos o más tribus de una misma nación. El motivo solía ser alguna injuria hecha a un particular, o algún perjuicio causado a una tribu por haber ido otra a pescar, cazar o recoger fruta en los lugares frecuentados por la primera. (28)
Los primeros contactos entre españoles y guaicuras datan de 1533, cuando Fortún Jiménez fue el primer español en desembarcar en la bahía de La Paz. Desde esa primera fecha destaca el carácter belicoso de los guaicura, quienes atacaron a Fortún y su gente matando a la mayoría, incluido el jefe, debido a que accedieron al manantial de la bahía sin tener el permiso o acuerdo de los californios. Después de este encuentro hubo otros, y casi siempre fueron violentos, incluido el que tuviera Hernán Cortés, en 1535, durante el cual los guaicuras prácticamente sitiaron a los españoles, haciéndoles pasar muy malos ratos. (29)
Ya desde mucho antes de la expedición de Atondo, los pescadores de perlas, la mayoría de ellos clandestinos, hostilizaron frecuentemente a los guaicuras de La Paz, abusando de ellos y obligándolos a pescar perlas, por lo cual cuando Atondo desembarcó en la bahía, los guaicuras se encontraban predispuestos en contra de cualquier extraño que llegara. Sobre el abuso hacia los californios por parte de los perleros, el padre Juan Antonio Baltasar, en el libro Apostólicos afanes de la Compañía de Jesús en su Provincia de México, publicado en 1754, nos dice: Se discurre, no sin fundamento, que ni aún esta fiereza se les experimentara [a los californios], si no se les hubieran inconsideradamente irritado con inhumanos tratamientos, los que van a buscar perlas. Porque gente semejante, que por lo común no es la más devota, se ha propasado en tales excesos, que han exasperado los ánimos de aquellos pobres desvalidos indios, apartándoles con tan impío desorden de nuestra Santa Religión, y de su conversión tan solicitada a costa de tantas fatigas. Y para remediar daños tan considerables, se ha suplicado al Superior Real Ministerio, que enfrene la demasía de estos codisiosos inhumanos hombres. (30)
Cabe agregar que según Venegas la palabra, guaicuro, no es propia de aquella nación, sino que los isleños de la isla de San José [que son pericúes] dicen esa palabra de otra manera, guajoro, que quiere decir amigo, y oyéndola los buzos la corrompieron llamando guaicuros a los naturales de aquella costa. (31)
Los cora
Era un grupo indígena que habitaba hacia el suroeste de la bahía de La Paz. Tenían su propio dialecto guaicura. Los coras constaban de una sola ranchería, por lo que no eran muy numerosos. También eran mucho más pacíficos que los guaicura de la bahía, quizá por el hecho de que no confinaban con la zona de las playas, por lo cual no habían estado tan sujetos al abuso de los pescadores de perlas.
Por los testimonios de Kino y Atondo sabemos que los coras y otros grupos de guaicuras eran enemigos entre si, debido a la utilización de los recursos naturales de cada territorio. Cuando dichos recursos escaseaban, las distintas rancherías se veían obligadas a entrar en territorios de otras, lo cual era ocasión de violencias, que con el tiempo distanció a muchas de las rancherías vecinas volviéndolas enemigas.
Fue durante la segunda entrada por tierra, en mayo de 1683, que Atondo y el padre Goñi hacen los primeros contactos con los cora, encontrándolos bastante amigables y confiables. Pronto empezaron a frecuentar el Real de Nuestra Señora de Guadalupe, llegándose a quedar a dormir entre los soldados, (32) cosa que jamás ocurrió con los guaicura debido a sus recelos.
Tanto Atondo como Kino describen a los coras como muy mansos y afables y enemigos de los guaicuros… eran… pacíficos… y muy amigos de la nación española. (33) No nos dan una descripción física de ellos ya que seguramente eran muy parecidos a los guaicura. La amistad con este grupo fue muy importante ya que, cuando los guaicuras planearon su segundo ataque a Nuestra Señora de Guadalupe, invitaron a los Coras, quienes aparentaron aceptar pero lo que hicieron fue dar aviso a los españoles. (34)
Fue el padre Goñi quien empezó a aprender la lengua Cora, para ello emprendió el trabajo de hacer un vocabulario del que en nuestros días se desconoce su paradero. Al ser mucho menor el tiempo de contacto con los coras que con los guaicuras, el aprendizaje que se llegó a tener de su lengua debió ser muy limitado.
Mapa 4. Mapa del puerto de La Paz en las Descripciones Geographicas e Hydrographicas de Nicolás de Cardona, 1632. Biblioteca Nacional de España. En 1615 Cardona intentó establecerse en dicho puerto, fracasando. La visión que presenta de la bahía, debió ser muy cercana a la que tuvieron Atondo y Kino 68 años después.
Los primeros contactos
Durante los primeros días de la expedición los guaicuras no se dejaron ver. El contacto inicial ocurrió al momento de la construcción del fuerte. En eso estaban los españoles cuando escucharon una serie de gritos y alaridos que los puso en alerta. Observaron que se aproximaba un grupo de treinta y cinco guaicuras que venían alineados en forma de media luna; tenían el cuerpo pintado y estaban armados con arcos, flechas y dardos, exigiendo por señas a los expedicionarios que se fueran de la bahía. Igualmente por señas, el Almirante y sus capitanes les indicaron que se tranquilizaran, que no venían a hacer guerra, sino a tener amistad con ellos, pidiéndoles que pusieran sus armas en el suelo, lo cual ellos harían igual. Sin embargo los guaicuras no aceptaron.
Fue entonces que el padre Kino y el padre Goñi, de una manera cariñosa pero temeraria fueron hacia los indios ofreciéndoles comida y abalorios. Al principio los indios tuvieron mucha desconfianza y no querían aceptar los regalos, pero poco a poco fue desapareciendo el recelo, hasta que los padres lograron tranquilizar a los guaicuras, al grado que dejaron las armas y comieron con ellos. En reciprocidad, los guaicuras dieron a los misioneros mezcales tatemados buenos, redecillas muy bien hechas y plumas de pájaros que tenían en sus cabezas. También les obsequiaron carne de venado que era de los alimentos favoritos de los californios. El encuentro duró casi hasta el anochecer, en que se retiraron los guaicuras.
Dos días después llegó un grupo de 80 indios con muchas muestras de amistad, quienes se quedaron hasta el atardecer. En los siguientes días llegaron más grupos de indios, siempre con amistad, pero pronto empezaron a tomarse numerosas libertades, entre ellas, de una manera muy sutil,