españolas comparada con la de los arcos y flechas que los guaicuras utilizaban. La demostración fue contundente y los guaicuras dejaron de tomarse tales libertades, pidiendo siempre permiso o preguntando ante lo que no sabían.
El desconocimiento de la lengua era una barrera que pronto los misioneros empezaron a superar. Al respecto comenta uno de los cronistas que los padres de la Compañía… deseosos de entender la lengua de los californios, andan con el tintero en la mano, en viniendo indios, oyendo sus palabras, asentando sus vocablos y notando sus pronunciaciones, para ir aprendiendo su idioma. Y el padre Eusebio Kino dice la van ya entendiendo, que es muy clara y que tiene todas las letras del abecedario, y que los naturales pronuncian muy claramente la nuestra… (35) De hecho no pasó mucho tiempo para que el padre Kino elaborara un pequeño vocabulario con quinientos términos de la lengua guaicura, (36) del cual se desconoce su paradero.
Sobre los guaicuras estos primeros misioneros comentaron que son… muy dóciles y afables y festivos y que sus muchachos juegan y se entretienen con los nuestros con tanta amistad y llaneza, como si se hubiesen criado entre ellos. (37) Kino, siendo un gran optimista, sobre todo con respecto a los nativos, agrega que estos indios me parecen los más dóciles, afables, risueños y joviales que tiene toda la América (38) y en una carta a su protectora, la duquesa de Aviero agrega que son de tan buenas prendas que parece, en ninguna otra parte del mundo, se pueden emplear mejor los muchos gastos reales y santos celos de la Europa, etc., que ahora en esta dilatadíssima California. (39) Desde luego, esta no fue la apreciación de los soldados, quienes veían en los guaicuras a enemigos en potencia. Al respecto de los guaicura Atondo observa que demuestra esta nación ser muy guerreros, según las señales de heridas. (40)
Como prueba de esa amistad y fácil acercamiento con los guaicuras, el padre Kino da el testimonio de la confianza que llegaron a tenerle algunos de ellos… un buen viejo de ellos se puso a contarles en su lengua, acompañada de señas, que daban bien a entender lo que decía, cómo él tenía 5 hijos y que e1 chiquito se le había, pocos días antes, muerto; y para explicar que lo había enterrado, hizo un hoyo en la tierra, y cogió un palito que representaba a su niño, y lo enterró. Con que se consoló de haber dado a entender su pena, y los padres se consolaron más de ver la familiaridad con que conversaban con ellos, porque, a este modo, contaban y decían otras cosas suyas que fuera largo referirlas. (41)
En una carta al padre Francisco Castro, (42) Kino nos obsequia con un resumen de su visión sobre los guaicura: Estos indios son de muy vivo y buen natural, de buena estatura, fuerzas y salud; muy alegres, risueños y joviales. Los hombres no usan de vestido ninguno si no es de un cupi (43) de plumas en la cabeza. Las mujeres usan de unos pellejos que les llegan desde los pechos hasta el suelo. Son de color algo más blanco que los indios de la Nueva España… su sustento de ellos es el marisco y otras frutas de la tierra, venados, conejos, pájaros, que los hay en abundancia… sus armas de los indios son arco y flecha con pedernal, sin ponzoña, que no la conocen… los más principales de ellos traen unas flautas de carrizo colgadas del pescuezo, pero no se sirven de ella sino cuando actualmente están peleando, y por eso tampoco no gustan de nuestra guitarra o arpapitos o flautas. Estiman en mucho los cuchillos y cualquier cosa de hierro, los coscates o abalorios y todo género de cuentas de cositas, o cintas coloradas. Recelan mucho sus mujeres y sus chiquillos. Su lengua, que no es muy dificultosa de aprender, tiene todas las letras del abecedario fuera de la s y la f; pero la aprenden y cortan lindamente la salutífera palabra Jesús y otras semejantes palabras de la lengua castellana, aunque tenga la s; y son muy curiosos en preguntarnos de cualquier cosa que ven, cómo se llama en nuestra lengua. (44) Casi todos estos tienen sus mujeres, y algunos, aunque pocos, más de una, y muchos hijos, y esto se entiende hablando solamente de los guaicuros más cercanos a este Puerto de La Paz, que es gente más belicosa. (45)
El reconocimiento de la tierra
Durante los primeros días en La Paz, los españoles estuvieron explorando la bahía tanto por tierra, por medio de cortos recorridos, como por mar por medio de lanchas. Una vez que la construcción del fuerte estuvo avanzada, Atondo empezó a efectuar varias entradas de mayor alcance en los alrededores de la zona, especialmente hacia la parte sur, con el fin de reconocer la región y ver la posibilidad de otros asentamientos. Estas primeras entradas tenían como objetivo buscar agua, es decir manantiales o arroyos permanentes, tierras con potencial para cultivar, y grupos o rancherías indígenas. Otro objetivo, aunque secundario, era ver la posible existencia de minas o minerales de atractivo económico. Las entradas fueron cortas, ya que en ese momento Atondo no disponía de caballos, y fueron hechas a pie. Precisamente, una de las razones por la que Atondo envió a la Almiranta al puerto del Yaqui, el 25 de abril, fue para traer caballos y poder hacer entradas de mayor penetración.
Uno de los objetivos más importantes de Atondo era el de cruzar por tierra hacia el Pacífico para localizar una ruta a la bahía Magdalena, ya que creían posible ahí fundar un asentamiento que pudiera dar apoyo al Galeón de Manila o Nao de China.
Para el primer recorrido a pie el Almirante envió a nueve soldados, quienes recorrieron alrededor de doce kilómetros. Aunque no encontraron indígenas, desde lo alto de un cerro pudieron observar algunas humaredas que supusieron eran de rancherías que estaban algo alejadas de la costa. Observaron lo árido del paisaje y cómo se abrían algunas llanuras. También notaron la presencia de fauna terrestre factible de ser cazada, como conejos y venados. Fueron varias las entradas cortas de este tipo.
Mapa 5. Exploraciones en los alrededores de la bahía de La Paz (abril-junio 1683). Diseño de José Luis García.
Entradas más formales, en las que participó el mismo Atondo, acompañado por un mayor número de soldados, así como de los misioneros, fueron cuatro. En la primera de ellas salió el Almirante Atondo y el capitán Francisco Pereda (capitán de la Almiranta) con 25 soldados, algunos peones para abrir camino, el padre Kino y fray José de Guijoa. Se fueron en dirección sureste de la bahía de La Paz debido a que era el rumbo por donde llegaban los guaicuras a visitarlos a Guadalupe, y desde luego, esperaban encontrar sus rancherías. Fueron alrededor de 30 kilómetros los que avanzaron, entre rodeos y pasos difíciles, ya que no estaban acostumbrados a los caminos de los californios. Venegas nos dice que: El fin principal de aquella entrada era acariciar a los indios y familiarizarse con ellos hasta conseguir que trajesen sus hijos al presidio de los soldados, para que pudiesen los padres misioneros con su frecuente comunicación aprender la lengua. Porque, aunque es verdad que venían los indios al real, pero siempre se habían portado con desconfianza y cautela, sin querer traer consigo a sus hijuelos y mujeres. (46)
El padre Venegas nos habla sobre el encuentro que se tuvo en esta entrada:… vieron en un llano las rancherías de los indios, que luego trataron de esconder a sus hijos y mujeres; y para lograrlo, hicieron que se adelantasen algunos a recibir a los españoles y entretenerlos, diciendo: que no estaba allí el aguaje, que retiradas ya las familias les mostraron después. Hicieron allí noche los nuestros, agasajando y acariciando a los indios, que no por eso dejaron las armas de las manos. Los nuestros tampoco olvidaron el orden que debían tener en tierra de enemigos; y al día siguiente se volvieron al real, viendo que era imposible penetrar más en la tierra por su aspereza y falta de aguajes y bastimentos. Sospechose que los indios hubieran acometido a los nuestros, si no hubieran temido a los que quedaban en La Paz. Dio motivo a esto la cautela que usaron al ver a los españoles en sus ranchos, porque enviaron secretamente doce de los más ligeros, con su capitán, a reconocer el presidio; los cuales fueron y volvieron en pocas horas con notable celeridad, sin que los echase menos el Almirante, ni otro alguno de su comitiva. (47)
En la segunda entrada participó el padre Goñi y fue de más trabajo debido a lo difícil del terreno. Tomaron el rumbo oriente y en una cañada tuvieron los primeros contactos con los indios cora, a quienes encontraron más amigables y confiados que los guaicura, y fue a partir de este contacto que empezaron a ir a Nuestra Señora de Guadalupe.
Al parecer fue la tercera entrada en la