de sitio y sus especialistas (engins e altres artelleries); b) la articulación de las tropas (ajustament de companyies soldejades, campaments) y la ordenación de los efectivos en movimiento (en orden de marcha –ordre com deuen anar los hòmens de peu e de cavall e adzembles–, vigilancia –guaites–, espionaje –descubridors–, etc.) y en combate (setges, batalles); c) la supervisión de la disciplina y deserción de los combatientes; y d) finalmente, la distribución de los beneficios de la guerra (el botín de cabalgadas y de fortificaciones o ciudades asediadas y rendidas). Una amplia y variada labor por la que el condestable percibía unos substanciosos derechos, a través de porcentajes sobre el botín y la soldada de las tropas, y para la cual había contado, hasta la reordenación de sus funciones en 1369, con el apoyo directo de tres oficiales de la Casa Real: escrivà de ració, alguzirs y senescal.[97]
El escrivà de ració intervenía en la decisión de las compañías que debían contratarse aunque su principal cometido era la inspección (mostra) y registro exhaustivo por escrito de los integrantes de las mismas, así como la expedición de órdenes de pago al tesorero sobre las soldadas de los combatientes (albarans d’escrivà de ració de acorriment de sou).[98] El senescal, hasta su asimilación al oficio de condestable, participaba en la elección de efectivos y compañías a contratar, aunque su especialización era el examen de las compañías de caballería y el control de las monturas militares (mostra de companyies y estimes de cavalls), la recepción de sagrament e homenatge de los combatientes a caballo contratados y, finalmente, la reposición o restitución de caballos inutilizados en combate. Por su parte, los alguzirs asumían idéntica labor sobre la decisión de efectivos a contratar, su inspección o mostra y la toma de sagrament e homenatge que debían prestar los mismos, aunque su principal tarea eran las competencias policiales en el orden y disciplina de los integrantes de la host.
Antes que profundizar en esas funciones del condestable, senescal, alguzirs y escrivà de ració, reguladas a mediados del XIV, es interesante ver hasta qué punto continuaban vigentes en la primera mitad del siglo XV.
Las competencias militares del escrivà de ració continuaban plenamente operativas. El escrivà de ració y su equipo de ayudantes (un lochtinent y seis escrivans) cumplían regularmente sus funciones en la administración de los pagos de soldada y en la inspección (mostra) de los contratados, estando siempre presentes en los momentos de articulación de los ejércitos y siguiendo a los mismos en campaña. También podemos confirmar la permanencia de las labores de los alguzirs, sobre todo su colaboración con el escrivà de ració en la revista o mostra de las tropas y en la recepción del sagrament e homenatge de éstas. La documentación analizada confirma la actuación de ambos oficiales, como en el reclutamiento asoldado por cuatro meses de la gente de armas sufragada por el brazo real de las Cortes valencianas (586 caballos), de la ayuda armada de 1.000 rocins concedida por las Cortes de 1429 al rey por la guerra con Castilla.[99]
El escrivà de ració y su equipo constituían una auténtica burocracia militar encargada del control de los pagos de soldada y la verificación de las compañías asoldadas. Sus funciones extra-curiales (control del conjunto de tropas asoldadas del ejército) superaban con creces su labores internas en la Casa Real (control de la remuneración del personal de ésta). El colectivo dirigido por el escrivà de ració reunía un conjunto de oficiales auxiliares (escrivans, ajudants de la escrivania de ració, del ofici de escrivà de ració) que oscilaba entre los 10 y 14 empleados, personajes de condición no nobiliaria, procedentes de las clases medias urbanas;[100] siempre presente en los momentos de pago y contratación de los efectivos –al lado de oficiales y escribanos de la tesorería– el personal de la escrivania de ració llevaba un riguroso control en libros-registro de las compañías de gente de armas a sueldo del rey (de su cuantía y calidad), emitiendo los certificados de pago de las soldadas y acompañando regularmente los ejércitos en campaña.[101] De la existencia de dichos registros tenemos constancia de forma indirecta, en las anotaciones al margen de los asientos de la contabilidad de la Tesorería real, donde el escrivà de ració certifica los correspondientes pagos de soldada.[102] Desgraciadamente, para todas y cada una de las expediciones armadas acometidas por el monarca no se ha conservado ninguno de dichos registros del escrivà de ració, desde los llibres de notaments, los llibres de acorriment a los llibres de mostres; estos últimos contendrían la nómina completa de las diferentes compañías armadas, especificando la identidad, armamento y montura de sus miembros, como se recoge en las mostres incluidas en el registro de las actas del brazo real de las Cortes valencianas de 1429-1430.[103]
En la administración y control de los pagos de soldadas también participaban oficiales, auxiliares o escribanos de la tresoreria, de tal forma que se puede afirmar que, en su práctica cotidiana, la administración financiera militar recaía tanto en el equipo del escrivà de ració como en el del tresorer.[104] Los tesoreros reales disponían a su servicio de un grupo de agentes de la tesoreria de entre 6 y 7 empleados como mínimo, que acometía todo tipo de labores relacionadas con la gestión del gasto militar.[105] Como se aprecia en los registros de cèdules de la Tesorería o en su contabilidad central, los escribanos de la tesorería, acompañados por personal de la escrivania de ració, eran los encargados de pagar las soldadas, remunerando a los integrantes del ejército, tanto en su momento de articulación como en campaña;[106] ahora bien, en ocasiones algunos oficiales de la tesorería eran comisionados para la recluta en diferentes territorios generando contabilidades paralelas a la Tesorería general a cargo de fondos específicos.[107]
En definitiva, el personal de la escrivania de ració junto con el de la tresoreria, constituía una burocracia militar que si bien emanaba de la Casa Real funcionaba con perfiles administrativos claros, asimilable tanto a los tresoriers des guerres de la organización militar francesa como a los collaterali y provedittori que fiscalizaban las compañías contratadas en los ejércitos italianos.[108]
Ello no ocurre, sin embargo, en otros cortesanos con competencias de administración militar. Es el caso, en primer lugar, del senescal cuyas funciones militares resulta difícil documentar. El cargo persistía sólo para los reinos de Sicilia y Nápoles ya que, desde la ordinació de Pedro IV de septiembre de 1369, el oficio había sido asimilado al de condestable como suprema autoridad militar tras el rey. Detrás del silencio documental es probable que esté su reconversión en un lucrativo cargo honorífico. En el reino de Sicilia ejerció el cargo en tiempos de Alfonso V el noble Guillem Ramon de Montcada, conde de Caltassineta y de Aderno y conseller del rey.[109] En el reino de Nápoles a la llegada del Magnánimo, en la corte de Juana II, el oficio de senescal (gran siniscalco), continuando la tradición local de origen normando y angevino, era el máximo cargo palatino y mando supremo del ejército real junto con el condestable (gran conestabile) ejerciendo el control del reclutamiento de tropas reales. Pero en la práctica ambos oficios carecían de operatividad como administración militar efectiva y se reservaban a grandes nobles locales y condottieri destacados como fuente de renta y vinculación a la corte regia.[110] Igual se puede afirmar respecto al oficio de marescal. Un cargo ausente en las ordinacions militares promulgadas desde mediados del Trescientos y que sólo funcionaba para el reino de Sicilia donde es probable que, en su tradición local, atendiese a competencias de justicia militar similares a las ejercidas por los maréschaux del reino de Francia.