De regreso a Nápoles el 2 de febrero, formando parte de los hòmens d’armes de la esquadra de les banderes del senyor rey, recibe otra libranza de igual cantidad, un acorriment de 4 duc. por lanza (12 duc.).[80] Siete meses más tarde, el 25 de octubre, en vísperas de la partida del ejército real hacia el norte, ingresa 90 duc. por su comitiva: un pago que, como el conjunto de los hombres de armas de la escuadra real de la que forma parte, lo recibe «en acorriment del sou e per la emprestança del present any de certes lanses a raó de XXX ducats per lança que deven tenir en sou e servey del dit senyor».[81] Al año siguiente, entre mayo y julio, se renueva su servicio en el ejército esta vez al mando de un grupo de 5 lanzas, pagándosele un total de 40 duc. por lanza (200 duc.) fraccionados en dos libranzas: el 31 de mayo una entrega de draps de lana por valor de 10 duc. por lanza y el 13 de julio un pago en moneda (150 duc.) a razón de 30 duc. por lanza.[82]
La retribución del servicio armado de la inmensa mayoría de los capitanes y hombres de armas del ejército se acogía a las pautas expuestas en los ejemplos citados. Los líderes de comitivas de lanzas del ejército, tanto si se encontraban acuartelados como si estaban en campaña, recibían regularmente sus emprestançes durante la primavera, mediante pagos fraccionados, en moneda (duc.) o en especie (en draps), en función de la liquidez de las finanzas reales, como una condición previa para su movilización armada, a fin de costear la preparación de su servicio a lo largo del año.[83] Aunque conocemos la cuantía de la soldada mensual pagada por las finanzas reales, 8-10 duc. por lanza,[84] las compañías del ejército son remuneradas no por su servicio mensual, sino a partir de una emprestança establecida de 60 duc. por lanza que retribuía por anticipado el ejercicio de las operaciones militares a realizar a lo largo de un año, generalmente durante seis meses (entre mayo y octubre) y que permitía la preparación y puesta a punto de las comitivas (adquisición de monturas, armas, subcontrata de combatientes, etc.).[85] Ahora bien, en el transcurso de las operaciones y, sobre todo, durante los periodos de inactividad militar, al finalizar las campañas y acuartelarse las tropas, la tesorería continuaba pagando a las comitivas pequeñas cantidades para su mantenimiento (3 o 4 duc. por lanza equivalentes a 1 duc. por caballo). Tanto en los pagos de las emprestançes como en esos pequeños desembolsos, resulta prácticamente imposible establecer qué cantidades percibían respectivamente los líderes de las comitivas y los combatientes integrantes, ante la ausencia de información documental al respecto.[86] La escasa documentación vinculada al reparto de cantidades, en las cèdules de pago de la Tesorería, nos informa únicamente cómo los capitanes de escuadras del ejército podían distruibir las cantidades recibidas entre los jefes de las comitivas de lanzas que las integraban, al igual que harían los líderes de comitivas armadas distribuyendo las remuneraciones entre sus combatientes (hombres de armas y auxiliares).[87]
En cada pago de soldada se aplicaba una comisión de descuento del 4 %, el dret d’elatge o elagio, cuya finalidad sería la retribución del personal de la administración militar (sobre todo el escrivà de ració y su equipo), al igual que ocurría en otros ejércitos italianos del Cuatrocientos.[88] El dret d’elatge o alage se deducía como mínimo sobre una de las entregas fraccionadas de la soldada, como consta en los asientos de la Tesorería al ser descontada con regularidad en los pagos conjuntos a diferentes capitanes y jefes de comitivas; también afectaba incluso a aquéllos que eran contratados por primera vez o que servían ocasionalmente en las filas del ejército real.[89] No obstante, el rey dispensaba de su cobro en algunos pagos a hombres de armas de la Casa Real o a determinados capitanes con cargos en la administración militar, quedando reconocida su exención (quitis del dret d’elatge).[90]
Aunque el pago de las libranzas fraccionadas de soldada dependía, en buena medida, de la disponibilidad de numerario de las finanzas reales, también hemos de pensar que el monarca priorizase el orden y forma de pago a determinados hombres de armas y capitanes. Los combatientes favorecidos eran los hombres de armas de la Casa Real y los integrantes de la escuadra real (la esquadra de les banderes del senyor rey), la mayoría de los cuales también estaba vinculado a la domus regia. La tesorería les libraba el grueso de sus emprestançes antes que a otras secciones del ejército y, para el caso de los hombres de armas ibéricos, en pagos muy próximos.[91]
En definitiva, en el reinado del Magnánimo la modalidad dominante de reclutamiento de gente de armas era el contrato de servicio a sueldo, el contrato de acorriment, asimilable a la condotta. Un modelo de reclutamiento a sueldo que había experimentado cambios respecto a su consolidación en la Corona de Aragón de la segunda mitad del XIV.[92] La continuidad de la guerra entre 1420 y 1448 amplió el servicio de las tropas de caballería. Si en las campañas hispánicas entre 1425-1430 o las expediciones navales de 1420 y 1432, las compañías estaban en activo un máximo de tres o cuatro meses, durante las operaciones, la situación cambió durante las guerras italianas, fruto de una movilización casi permanente: acabó contratándose así tropas a partir de desembolsos anuales (emprestançes) que remuneraban su servicio al menos durante medio año, el semestre característico de campañas, mientras que a lo largo de éstas o en los periodos de inactividad, continuaban librándose pequeños pagos para el mantenimiento de las tropas. Tras la conquista del reino de Nápoles, los integrantes del ejército real irían regularizado sus contratos y dispondrían ya de condotte fijas: veremos tropas permanentes, profesionales y organizadas en unidades de cierta uniformidad, como más adelante analizaremos, a pesar de que su regularidad de pago dependía de la disponibilidad de capital de la Tesorería y de su movilización para diferentes operaciones, como en otros ejércitos italianos de mediados del XV.[93]
3. UNA ADMINISTRACIÓN MILITAR CENTRALIZADA DESDE LA CASA REAL
Para coordinar los diferentes niveles de la administración militar (desde la convocatoria, movilización y reclutamiento hasta el encuadramiento y mando de los efectivos), el rey disponía de los recursos humanos necesarios en su clientela inmediata, en la Casa Real: se trata de los cortesanos (desde oficios palatinos como camarlencs, cambrers, copers, uixers d’armes, a cargos de competencias militares como el condestable, el senescal, el marescal) y también algunos oficiales administrativos de su corte (como el escrivà de ració y el tresorer). Las funciones administrativas de los cortesanos del rey con competencias militares (condestable, senescal, alguzirs, uixers d’armes, etc.), apoyados por oficiales de la domus regia investidos de tales competencias (como el escrivà de ració) pueden seguirse en diferentes ordinacions reales desde el reinado de Pedro IV.[94]
Los oficios cortesanos vinculados a la administración militar eran tres: el condestable, el senescal y los alguzirs.[95] El condestable asumía las mayores competencias de jurisdicción militar por delegación del monarca.[96] Por él pasaba la deliberación, como miembro del consell reial y junto al escrivà de ració, senescal y alguzirs, de la cantidad y cualidad de compañías de caballería y de infantería a contratar, pero también la inspección y control de las mismas (mostres). Se ocupaba, en general, de coordinar cuatro ámbitos fundamentales para formar el ejército: a) la dirección de los servicios logísticos,