Raúl Román Romero

Desde otros Caribes


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a 1794. El resultado de las demarcaciones hechas por el teniente de rey de Campeche en 1787, don Enrique Grimarest, y las parcializaciones de ranchos y huertas que hizo el ingeniero militar Rafael Llobet en 1790, junto con el censo que elaboró a propósito de estas concesiones territoriales, se pueden considerar como el momento exacto del primer trazo de la frontera moderna entre México y Belice. Lo que vino después de este evento, con la firma del tratado Spencer-Mariscal de 1893, solo ratificaría diplomáticamente, con algunas modificaciones territoriales, los acuerdos que ya habían sido naturalizados durante el último cuarto del siglo XVIII.

      Para el entendimiento de estas visitas es necesario revisar los diarios e informes de tres personajes de interés: Juan Bautista Gual (1789, 1792), Rafael Llobet y Litiery (1790a), y Baltazar Rodríguez de Trujillo (1788), quienes, aunque no fueron los únicos en realizar las ya mencionadas visitas, sí fueron los que más activamente dialogaron con sus contrapartes inglesas: los superintendentes Edward Marcos Despart y Peter Hunter, entre 1789 y 1791.

      Figura 2. Firmas de los visitadores. Izquierda: Juan Bautista Gual; centro: Baltazar Rodríguez de Trujillo; derecha: Rafael Llobet y Litieri

      Fuente: Juan Bautista Gual (1789, 1792); Baltazar Rodríguez de Trujillo (1788); Rafael Llobet y Litiery (1790a).

      Una biografía amplia de cada uno de estos personajes aún es un asunto pendiente para la historiografía de la zona, como también lo es el estudio del efecto del reformismo borbónico en esta esquina marginal de Centroamérica. Pero, para comprender el efecto sobre la región de las decisiones que estos tomaron durante sus visitas, así como de las narraciones de sus viajes oficiales, es necesario comprenderlos como parteaguas para el entendimiento geográfico de la zona y una fuente importante de información demográfica y cartográfica.

      Con respecto a las visitas, aunque estas se dieron desde 1788 y continuaron semestralmente hasta 1794, la información proporcionada por Bautista, Llobet y Rodríguez es particularmente precisa entre 1789 y 1791, años en los que el superintendente de los Asuntos de su Majestad británica, en la bahía de Honduras, el coronel Edward Marcus Despard, con quien Merino y Ceballos había negociado los límites de asentamiento en el Walix en 1787 (Merino Ceballos, 1788), es cuestionado, juzgado y destituido de su cargo, acusado de ser excesivamente amigable con los comisionados españoles, para ser sustituido por el capitán Peter Hunter, el cual encontró una gran variedad de pretextos, artimañas y vacíos legales que entorpecerían sucesivamente el trabajo de los comisionados asignados mediante un estratagema legal: el “principio de prohibición” (lo que no está expresamente prohibido, está implícitamente permitido).

      En julio de 1787, se celebró la entrega adelantada de los territorios ampliados en la costa oriental de la provincia de Yucatán, cedidos por la Convención de Londres del año anterior. La decisión fue tomada entre Despard y Grimarest para aliviar la delicada situación de los trasmigrados de la costa de Mosquitos, pues Carlos III había fijado el 30 de julio de 1787 como fecha límite para verificar completamente la migración británica. Según los números hechos por Caterina Pizzigoni (1999) sobre la evacuación inglesa de la costa de los Miskitos, el total de migrantes fueron 2.480, de los cuales 691 eran blancos y 1.789 eran negros (Conover Blancas, 2016). En 1790, Rafael Llobet asume la responsabilidad de ordenar el territorio y, con anuencia de la Real Corona Española y del comisionado inglés John Garbut, modifica el paisaje, repartiendo el equivalente a 1.558.604 varas cuadradas españolas (108,9 Hectáreas), entre 177 cabezas de familia inglesas, a 6 reales (1 peso fuerte) por cada rancho o huerta, de dimensiones diferenciadas (Llobet, 1790b). En su diario e informe, correspondiente a la primera visita anual de 1790, Llobet hace una relación general de los habitantes británicos, sus familias y el número de varas cuadras españolas que se le asignaron a cada principal, los cuales se distribuían en tres zonas: el río Sibún y Monkey Creek, su estero; el río Walix y su brazo; y Salt Creek, Midwinter Lagoon, río Norte, Rowleys Bight, río Nuevo y Laguna Grande o del Fipú. Por él sabemos que 3 años después de las migraciones forzadas de 1787, en la parte oriental de Yucatán existían avecindados formalmente ya un total de 762 personas libres, divididas en 384 hombres, 222 mujeres y 156 niños, así como 2.235 esclavos, divididos en 1.256 hombres, 554 mujeres y 413 niños, dando una población total de 2.997 habitantes, la mayoría esclavos negros. Por las listas proporcionadas por Llobet también sabemos que el área del Walix es la que presenta mayor densidad demográfica y es donde encontramos colonos de interés como los propios Despard y Garbut, pero también a Thomas Paslow, Thomas Robertson y William Pitt, quienes encabezarán años después la reunión de organización y defensa que proyectará dar pelea ante el intento de desalojo de O´Neill en 1798 (Campbell, 2011).

      Otro documento de interés generado con respecto a la zona es el que cita Juan Bautista Gual como una traducción que él hace del documento recuperado por Llobet durante su primera visita. Este es: “Estado de las exportaciones del Establecimiento Británico del Río Walix vista desde el 1 de marzo de 1784 al 1 de abril de 1790”. El documento se divide en dos partes: la primera, que va del 1 de marzo de 1784 al 1 de octubre de 1787, en donde se enlistan 9.500.000 pies superficiales de caoba y 4.700 toneladas de palo de tinte, pero se advierte que es solo un estimado “deducido de los mejores cálculos que es posible hacer”, y la segunda parte, que corresponde al periodo del 1 de octubre de 1787 al 1 de abril de 1790, en donde se extraen 13.222.490 pies superficiales de caoba y 5.248 toneladas de palo de tinte, cifra derivada de “una cuenta exactamente observada”. El aumento, sobre todo en la explotación de caoba, es evidente en este documento; esto, gracias a que el circuito Walix-Jamaica-Londres había logrado para entonces una gran estabilidad, la cual permitía el tránsito de buques mayores cargados de maderas.

      En octubre de 1790, Baltazar Rodríguez de Trujillo es comisionado para la segunda visita anual, pero tiene que ser relevado por Llobet al darse una situación de conflicto directo con el superintendente inglés ante la negativa de Hunter de permitir la visita, alegando que se proyectaba un nuevo estallido de hostilidad entre las Coronas española y británica. Es en el diario que se genera de esta visita, el cual complementa el de Rodríguez de Trujillo, que vemos el primer plano interno de los establecimientos ingleses (Llobet, 1790c). En él, Llobet dice: “Para que le haga más fácil la comprensión de todo lo expuesto véase el croquis que sigue expresivo, de la verdadera situación de la costa que forma la boca del Walix, y la disposición acordonada de los buques que se hallan fondeados” (Llobet, 1790a). Más adelante, el día 21, el mismo Llobet advierte:

      Fui a tierra, y haciendo tiempo para el convite, con pretexto de comprar algunas cosas, entré de casa en casa, y solo noté la gente más contenida en sus conversaciones que en mi visita pasada: serían las tres de la tarde cuando entré en casa del Señor Superintendente y entre otras cosas de poco momento a que se redujo la conversación conmigo le dije: parece que los habitantes de estos establecimientos hacen más aprecio de Vuestra Excelencia que de su antecesor, pues los veo a todos unidos en la boca de este río a sus inmediaciones, cuando antes estaban todos dispersos, y los ingleses que le acompañaban se sonrieron mirándose unos a otros, pero él no contestó (Llobet, 1790a, s. p.).

      Tras el estudio de la zona