más reciente sobre el tema, se estudian en primer lugar los instrumentos financieros y las estructuras de mercado que posibilitaron la transferencia de ahorro y la «inversión extranjera» en dicha deuda; seguidamente, se analiza la procedencia geográfica concreta de los acreedores foráneos que compraron títulos en las ciudades de Leiden, Groninguen y Nimega; por último, se pasa revista a las tasas de interés de la deuda pública documentada en el conjunto de los territorios de la actual Holanda hacia 1514. En última instancia, el objetivo del autor es poner de manifiesto la eficiencia de los mercados financieros de la época y contradecir de este modo las tesis de D. Stasavage que, basándose sobre todo en el caso italiano, consideraba las finanzas públicas como un asunto fundamentalmente local.
Centrándose en la Castilla tardomedieval y la relación que se estableció entre el crédito privado y las instituciones legales, D. Carvajal analiza una figura poco considerada hasta el momento: la fianza. Esta institución alcanzó plena vigencia a fines del siglo XV, dotando de seguridad y confianza negocios y operaciones financieras de todo tipo: obligaciones, cartas de pago, cartas de arrendamiento, etc. Según el autor, no se trataba de un mero formalismo o de una cláusula vacía de contenido, sino de una garantía real junto al contrato notarial y a la justicia, que permitían al acreedor hacer valer sus derechos de forma efectiva. Más allá de este hecho, se pone de manifiesto también el papel jugado por las relaciones sociales a la hora de establecer las fianzas así como su importancia para la consolidación y el desarrollo de transacciones a todos los niveles en un sistema financiero en pleno auge a inicios de la Edad Moderna.
Por último, dentro del ámbito institucional se sitúa asimismo la contribución de Ph. Schofield quien, tomando como referencia los pleitos sobre deudas que se documentan en las curias señoriales inglesas, analiza el papel desempeñado por algunos «agentes» externos en la consolidación y el desarrollo de las operaciones crediticias en el mundo rural de finales del siglo XIII y principios del XIV. Para ello, en la primera parte del trabajo, se pasa revista a las principales características que, según los numerosos estudios realizados sobre el tema durante la última década, presentaban los litigios relacionados con el crédito en las cortes señoriales entre 1250 y 1350 aproximadamente. En la segunda parte, el autor se centra en uno de los elementos observados por la historiografía, esto es, la progresiva complicación de los procedimientos y argumentos legales como consecuencia de la intervención en los pleitos de profesionales del derecho o bien de litigantes que no era campesinos, destacándose especialmente la influencia de mercaderes y ciudadanos. Una influencia que, tal como concluye Schofield, presentaba similitudes, pero también diferencias en las distintas regiones del país en función de distintos factores.
Por lo que respecta al segundo ámbito, el volumen incluye otros seis estudios que nos muestran el desarrollo del sistema financiero en general y el recurso al crédito en particular a la luz de fuentes diversas, entre las que destacan los registros contables y la documentación notarial.
En el primero de ellos, M. Lafuente analiza la evolución de la hacienda municipal de la ciudad de Zaragoza durante la segunda mitad del siglo XIV, tomando como referencia tres libros de mayordomía localizados por el autor para los ejercicios 1368-1369, 1372-1373 y 1373-1374. Más allá de las distintas partidas de ingresos y gastos del concejo documentadas durante aquellos años, se presta especial atención a las grandes operaciones financieras realizadas previamente por las autoridades locales, entre 1356 y 1365, para subvenir a las demandas reales y a los dispendios bélicos provocados por la guerra contra Castilla. Tal como se observa en los registros estudiados, fruto de estas operaciones se inicia el proceso de consolidación de la deuda censal en el municipio zaragozano y la adopción del impuesto indirecto como principal recurso para hacer frente tanto al pago de los intereses como a su amortización.
La contabilidad municipal constituye, asimismo, el principal objeto de estudio del trabajo presentado por P. Verdés, quien muestra la implementación por parte de las autoridades municipales de la ciudad catalana de Manresa de un sistema financiero de raigambre mercantil que les permitía, a nivel local, conseguir liquidez sin tener que recurrir al endeudamiento censal. Para ello resultaba clave la figura del interventor general o racional, creado durante el segundo tercio del siglo XIV y encargado de supervisar el funcionamiento integrado de todas las administraciones que componían la hacienda local mediante una compleja contabilidad que recuerda claramente a la de «partida doble». Concretamente, se estudian los libros diario, mayor e índice elaborados por este interventor para los años 1408-1412, poniéndose de manifiesto las innumerables relaciones crediticias que se establecían con toda la pléyade de individuos que eran deudores o acreedores del consistorio.
Otra contribución basada en registros contables es la de J. Morelló y E. Tello, que se sirven de una fuente excepcional, el libro de la recaudación de la décima otorgada al rey de Aragón en 1371, para estudiar la actividad de la banca Dusai-Gualbes. El trabajo arroja luz sobre el modus operandi de los cambistas E. Dusai y J. Gualbes que, entre 1359 y 1375, se contaban entre los principales acreedores de la monarquía aragonesa. En este caso, se analiza la asignación del citado impuesto pontificio a cambio de un adelanto de más de 31.000 libras y se muestra, entre otras cosas, el sistema creado para la percepción del tributo. Morelló y Tello destacan la vasta red de colaboradores con la que contaban los banqueros en toda la Corona y los beneficios obtenidos por la banca, procedentes fundamentalmente de los intereses de demora cobrados por préstamos que no eran devueltos en el plazo establecido (remogubells).
La banca es también el tema del estudio presentado por A. Reixach, quien pone de manifiesto la ausencia de documentación específica para el estudio de este negocio financiero en la Cataluña de los siglos XIV-XV; como es sabido, tan solo se han conservado algunos libros de cuentas de la banca Descaus-Olivella, como consecuencia de su quiebra y la posterior intervención de la monarquía. Ante este hecho, el autor propone analizar las técnicas bancarias a través de los datos indirectos que ofrece la documentación notarial, en particular, la conservada en la ciudad de Girona. Concretamente, se repasan los establecimientos bancarios existentes en dicha localidad y sus titulares, las fuentes disponibles para estudiar su actividad y las posibilidades que ofrecen los registros notariales a la hora de interpretar las variadas operaciones financieras que realizaban los profesionales del sector.
La documentación notarial constituye, asimismo, el punto de referencia para la investigación de A. Furió, que se centra en el microanálisis de un protocolo valenciano de mediados del siglo XIV. En este caso, el registro del notario Vivet de Jusseu permite al autor explorar el papel del crédito en el mundo rural, donde las transacciones a menudo no eran pagadas con moneda contante, sino mediante la cesión de créditos a terceros. Por un lado, la existencia de estas complejas operaciones, interconectadas por múltiples relaciones entre sí, dan cuenta del dinamismo del mercado financiero, en el que participaban, además de campesinos y nobles, actores de extracción diversa y con distintas motivaciones. Por otro lado, el dossier analizado constituye un claro ejemplo del predominio del documento escrito en la sociedad medieval valenciana así como del papel central desempeñado por el notario y las instituciones legales a la hora de asegurar los derechos de propiedad y las operaciones de crédito.
Finalmente, desde una perspectiva próxima a la de A. Furió, el trabajo de X. Marcó i Ll. Sales tiene como propósito estudiar el crédito y la morosidad a partir de las reclamaciones contenidas en los registros de las cortes jurisdiccionales, las llamadas cortes del batlle, de las «pequeñas ciudades» del noreste catalán durante el siglo XIV. Estas cortes, tal como indican los autores, constituían una de las «infraestructuras centrales» (junto al mercado, la notaria, el almudín…) habilitadas por los señores con el fin de organizar y dinamizar la actividad económica de sus territorios. Tal como demuestran los libros de corte, la existencia de un marco jurisdiccional equiparable (que no compartido) y hasta cierto punto estandarizado proporcionaba la estabilidad institucional necesaria para la transferencia de deudas a terceros y su recuperación en caso de impago. Este hecho permitía que el mercado financiero fluyera con normalidad y también que se establecieran sinergias comerciales entre las pequeñas ciudades y los campesinos del entorno.
Como se ha apuntado, los seis últimos artículos del tercer y último apartado del volumen tienen como denominador común el estudio del sistema financiero bajomedieval desde la perspectiva de los agentes que