Marvin Moore

Camino al Armagedón


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por Dios han sido establecidas” (Rom. 13:1). La única vez que la Biblia nos da permiso para desobedecer a la autoridad gubernamental es cuando entra en conflicto con nuestro deber de obedecer a Dios (Hech. 5:29).

      El propósito principal de la autoridad es hacer cumplir las leyes. Esto incluye la autoridad de los funcionarios gubernamentales para exigir que los ciudadanos obedezcan las leyes de la tierra; la autoridad de las empresas para exigir que los empleados obedezcan sus políticas; y la autoridad de los padres para exigir que sus hijos obedezcan las reglas familiares. El respeto a la autoridad es una de las claves de una sociedad ordenada y pacífica.

      La rebelión de Lucifer

      Es importante entender que Lucifer se rebeló contra algo más que un código moral escrito. La Ley de Dios se basa en el amor; un principio que involucra todos los aspectos del ser: mental, físico, emocional y espiritual. Es lo que una persona es, no solo el modo en que se comporta. A eso se refería Jesús cuando dijo que el primer mandamiento es “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas [...] [y] a tu prójimo como a ti mismo” (Mar. 12:30, 31).

      El amor tiene que ver con nuestras actitudes. Es una forma de pensar y sentir. Es una mentalidad. En el sistema de la Ley de Dios, las acciones amorosas surgen de una mentalidad amorosa. Hablando a través de Jeremías, Dios dijo que escribiría sus leyes en las mentes y los corazones de su pueblo (Jer. 31:33). Cualquiera que haya cursado el segundo o tercer grado de escuela puede leer los Diez Mandamientos, pero eso no significa que los apreciará y querrá obedecerlos. Es razonable suponer que Dios creó a Lucifer con la Ley del amor escrita en su mente y corazón. Así que, cuando Lucifer se puso celoso de Cristo, violó su propia mente, su propio corazón y sus propias emociones; al hacerlo, violó el principio más fundamental de las leyes de Dios.

      Es un argumento muy interesante. Es el mismo que sugerimos cuando preguntamos por qué Dios no hizo seres inteligentes de tal manera que no pudieran pecar. Podríamos desear que él hubiera hecho a los ángeles y a nosotros de esa manera. Pero Lucifer dijo que Dios hizo a los ángeles de esa manera. Esa es una mentira muy sutil y, a la vez, muy peligrosa, porque inculca en las mentes de los seres inteligentes la idea de que no tienen que proteger sus mentes y emociones. Pueden hacer lo que quieran, porque cualquier cosa que quieran hacer está bien. Lucifer trató a las leyes de Dios como si fueran un mero código moral externo. No se dio cuenta de que sus celos por Cristo eran en sí mismos una violación del principio de amor que yace en el fundamento de la Ley de Dios. No hay tal cosa como la obediencia a una ley divina si la mente y el corazón no está en ella.

      La autoridad en el Reino de la Luz está fundada sobre el amor. Los ciudadanos del Reino tienen que apreciar sus relaciones de autoridad y someterse a ellas con gusto. Y su aprecio tiene que ser dado libremente. Dios puede, y a veces ocurre, hacer cumplir sus leyes como un código moral externo que controla el comportamiento (como el diluvio, Sodoma y Gomorra, y los ejércitos de Egipto en el Mar Rojo), pero se niega absolutamente a forzar a sus criaturas inteligentes a amar sus leyes y su autoridad. Las criaturas tienen que elegir; no obstante, él les da la libertad de no elegir amar sus leyes y su autoridad. Lucifer tomó esa decisión y, en todo nuestro mundo, los seres humanos todavía la están tomando.

      Afortunadamente, Dios ha hecho posible que los seres humanos pecadores volvieran a amar sus leyes y su autoridad. Sin embargo, no podemos simplemente chasquear los dedos un día y decir: “¿Sabes? Creo que me encantarán las leyes de Dios. Creo que le daré la bienvenida a su autoridad”. En nuestro estado natural, los seres humanos encontramos que las leyes de Dios son muy desagradables. Se necesita un acto sobrenatural de parte de Dios para ayudarnos a amar sus leyes. A este acto sobrenatural lo llamamos “conversión”. Tendré mucho más que decir sobre esto en capítulos futuros.

      Resumen sobre el reino de las tinieblas en el cielo

      En el capítulo 1 describí cuatro características del Reino de la Luz: amor, ley, autoridad y libertad. En este capítulo he descrito una característica de nuestra naturaleza humana: las emociones. Esta es también una característica de Dios mismo y de todos los seres inteligentes que él creó. Hasta los animales tienen emociones.

      Al establecer su reino de las tinieblas, Lucifer violó todas estas características. Se supone que nuestras emociones están bajo el control de la razón, pero Lucifer permitió que su orgullo impusiera su actitud hacia Miguel. Al hacer esto, violó el principio fundamental de la Ley de Dios, que es el amor. Dios dejó muy en claro a todos los habitantes del cielo el hecho de que Miguel tenía una posición más alta que cualquiera de los ángeles, pero el orgullo hizo que Lucifer rechazara esa declaración y se rebelara contra la autoridad de Dios. Veremos este patrón repetido una y otra vez a lo largo de la historia del conflicto entre el Reino de la Luz y el reino de las tinieblas, que terminará con el Armagedón.

      Sin embargo, antes de continuar con la historia de este conflicto, necesitamos pasar unos momentos reflexionando sobre la creación de Dios en nuestro mundo.

      27 Patriarcas y profetas, p. 16.

      28 Elena de White, El conflicto de los siglos (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015), p. 547.

      29 Patriarcas y profetas, p. 14.

      30 Elena de White, Primeros escritos (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2014), p. 177.

      31 Patriarcas y profetas, p. 16.

      32 Ibíd., p. 14.

      33 Íbíd.

      34 Íbíd.

      35 Véase especialmente el capítulo 1 de Patriarcas y profetas; El conflicto de los siglos, pp. 483-493; y Primeros escritos, pp. 145-147.

      36 Patriarcas y profetas, pp. 14, 15.

      37 Ibíd., p. 15.