José Bengoa

La comunidad sublevada


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Como es bien sabido, de clase aquello no tiene nada. Es un conjunto de gente que ocupa los más diversos espacios, que piensa del modo más diferente y que hace todo tipo de negocios, algunos legales y de bien público y otros ilegales y de aprovechamiento supremo. Estos últimos, por cierto, se han transformado en los símbolos que se sacan en forma permanente como ejemplos de la corrupción de la “clase política”.

      Lo que pareciera, a nuestro modo de ver, central es que el conjunto de quienes se destacaron en la función pública en este período, esto es desde 1990 a la fecha, estuvieron de una u otra manera de acuerdo con la prédica de la subordinación ascética. Ninguno llamó a la insubordinación por ejemplo, salvo algunos sectores no sistémicos como fue el primer período del Partido Comunista en la dirección de Gladys Marín, quien por ello es recordada con positiva devoción. Los demás, desde la derecha hasta el socialismo democrático, llamaron a estudiar, a trabajar, a aceptar las reglas del juego y de ese modo poder llegar a una buena integración de la sociedad, a poder tener bienes durables importantes (créditos hipotecarios para obtener una casa, departamento... Tarjetas de crédito para obtener bienes prestigiosos y deseados como automóvil, computador, etc.). Llamaron a ahorrar, a pagarse los estudios con el desacreditado crédito con aval del Estado (CAE). En fin, llamaron al ascetismo laico, al comportamiento de ahorrar, trabajar; en fin, sacrificarse ahora para gozar mañana, que es la clave central del ascetismo.

      Cuando se percibe socialmente, colectivamente, que esa promesa es falsa, se producen grandes rebeliones, a veces saqueos de rabia, y un descrédito completo de quienes fueron los predicadores o se cree que fueron de estos llamados a la subordinación ascética. Las insubordinaciones del ascetismo han sido siempre de enorme violencia. Los campesinos queman las casas patronales, en Europa, los castillos, las cosechas y no pocas veces matan a los que aparecen poderosos; en fin, no son los movimientos sociales relativamente ordenados de los obreros proletarios. Estos predican la huelga general, lo que, frente a estas sublevaciones, es de una extrema racionalidad.47

      Abuso en el trabajo (positivo y negativo)

      Por cierto que continúa el trabajo siendo la primera acepción del abuso. La separación entre trabajo alienado y abuso no es radical. El trabajo sigue siendo, como es de toda evidencia, fuente general de los ingresos y fuente, sobre todo, de la sociabilidad. Sin embargo, es necesario hacer las distinciones adecuadas entre el concepto de trabajo de las sociedades industriales y el de abuso en las sociedades del capitalismo tardío. Son fragmentos, memorias, tradiciones también de la antigua sociedad industrial que se mantienen como referentes, aunque sin ya la capacidad movilizadora de antaño.

      En el trabajo positivo, esto es, de quienes tienen ocupación, surge el sentimiento de que el trabajo que se tiene no cumple con las expectativas laborales del mundo contemporáneo.

      Por ejemplo, nadie es capaz de meterse a un socavón minero del carbón si no es por hambre extrema. En una larga entrevista que realizamos hace unos años a un ex minero de la mina de Lota, nos explicaba que había entrado a la mina desde niño y por el prestigio que significaba introducirse a las galerías más escondidas y peligrosas. Así se hacía minero, decía. Ese prestigio se reproducía adentro de la mina y también fuera de ella, en que era aceptado como “un hombre” por la comunidad. Pero ese contexto cambió radicalmente. Ya no tiene el mismo valor el “ser hombre”, el ser minero y hay muchas otras alternativas laborales. Cambió, como se ha dicho, la concepción del cuerpo, de la salud (la silicosis es bien conocida y no aceptada). Si alguien fuese obligado a ingresar en esas condiciones a las minas se consideraría como un abuso.48

      El abuso por el trabajo mal remunerado es quizá el más tradicional y mucho más cerca de la noción de alienación de la fase de capitalismo industrial.

      Habría que decir que en las últimas movilizaciones —derivadas del tema del abuso— no está del todo presente en los debates cotidianos y mucho menos tiene la centralidad anterior. Tal como se ha dicho, la relación del salario no está en concordancia con el producto logrado, con la cosa producida y apropiada o expropiada. Tampoco está relacionado con la productividad fordista, por ejemplo, el ritmo y nivel de la producción ya sea por trabajador o por tiempo de trabajo. El rasero, repetimos, es el nivel de consumo que permite el salario o los bonos a él asociados.49

      Por ejemplo, en las discusiones sobre el salario mínimo no aparece una relación del nivel salarial con la productividad, salvo algunos empresarios desubicados que así tratan de señalarlo como dicen los manuales de economía tradicionales, sino una relación referida a la capacidad de consumo que tiene ese salario mínimo o ingreso mínimo. Se señala por lo tanto que “no alcanza” con ese monto. ¿Qué es lo que no se alcanza? No se trata en estos días del concepto marxológico de reproducción de la fuerza de trabajo, con sus dos aspectos: que el trabajador pueda regresar al frente laboral al día siguiente y que se pueda reproducir como clase trabajadora. La canasta de alimentos y bienes básicos que permitirían la reproducción física no marca el nivel del salario, marca solamente el nivel de la pobreza extrema, las conocidas líneas de pobreza. Y ni siquiera en estos casos el salario marca la satisfacción de las necesidades básicas. La prueba es que en los estratos de extrema pobreza y pobreza la mayor parte de las personas son trabajadores activos, y con su salario no llegan en su casa a las líneas de sobrevivencia.50

      Por lo tanto la categoría de “abuso laboral”, estaría dada principalmente más por el nivel de consumo que permite el salario. No es casualidad que hoy se hable cada vez más de “ingreso garantizado” o desde la Iglesia de “ingreso ético”, el cual se ha desprendido de su relación con la productividad, con la producción finalmente.51

      En la revuelta popular chilena del año 2019, la presencia, por ejemplo, de los trabajadores industriales y las reivindicaciones de tipo laboral fueron mínimas o inexistentes. La Central Unitaria de Trabajadores (CUT) tuvo una mínima participación aunque en algún momento sus dirigentes/as trataron de generar un polo organizado de instituciones. Ese intento fracasó y esas instituciones son vistas como parte general de la institucionalidad política, más que como líderes del movimiento.

      El trabajo en su aspecto negativo —la negación del trabajo, esto es, la cesantía— es quizá el más alto nivel de abuso. El desempleo absoluto provoca el descuelgue de las personas y de grandes conjuntos de personas de la sociedad. Las consecuencias son evidentes, sobre todo cuando esos períodos son largos y comprometen a conjuntos etarios importantes. Aunque algunos individuos tengan empleos se hace dominante la cultura del desempleo y del descuelgue de la sociedad. La no integración se hace cultura y se vuelve dominante.

      Culturas de frontera

      Debe haber algo podrido en el corazón mismo de un sistema social que aumenta su riqueza sin disminuir su miseria, y en el que los delitos aumentan más rápidamente aún de lo que pueden recoger las estadísticas

      Carlos Marx

      Población, criminalidad e indigencia.

      Vamos a definir como culturas de fronteras aquellas que se producen en los bordes de las sociedades actuales, tanto por arriba como por abajo; esto es, en los estratos ricos como en los pobres. Son de frontera, ya que se mantiene la relación con la sociedad y cultura mayor o mayoritaria (generalmente estatal).52

      La primera consecuencia de estas culturas de frontera es la falta de ciudadanía o, dicho de modo tradicional, de conciencia de ciudadanía. Esta conciencia consistiría en la relación estrecha que el individuo tiene entre su porvenir y bienestar personal y el comportamiento colectivo. Por cierto que son conciencias que se mueven hacia adelante y también retroceden. Es por eso que insistimos en su carácter fronterizo, ya que las fronteras son construidas, cambiadas, en fin, solapadas muchas veces. En ciertos momentos se repliega esa conciencia ciudadana y se pierde en la pura identidad grupal, y en momentos de grandes movilizaciones, en cambio, se producen avances en esas conciencias incorporando las identidades fronterizas.53

      ***

      Un acápite sobre los bonos que han estado muy en boga en la economía de los últimos años. La razón es muy simple. Han tratado de sustituir al alza de los salarios que ha sido considerada por parte de los economistas dominantes como perjudicial para las empresas.