Isabella Builes Roldán

Pensamiento intuitivo, lógica y toma de decisiones


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paradigma), relación con las unidades coexistentes (= que pertenecen al mismo sintagma). De este modo, el sentido de una palabra está determinado a la vez por la influencia de las que la rodean en el discurso, y por el recuerdo de las que podrían haber ocurrido en su lugar (Ducrot y Todorov, 1984, p. 134).

      Esta diferencia es esencial para Jakobson, por cuanto postula que se encuentra en la base de las dos figuras retóricas más empleadas en el lenguaje literario: la metáfora y la metonimia. En la primera, un objeto es designado por el nombre de un objeto semejante, pero difiere del sentido habitual, por ejemplo, “noche” por “negro”; y, en la segunda, un objeto es designado por el nombre de otro asociado a él en la experiencia habitual de esa palabra, por ejemplo, “cuchara” por “tenedor” (ambos utensilios de cocina que se utilizan para probar los alimentos). Este autor considera sintagmática como sinónimo de metonímica y paradigmática como sinónimo de metafórica.

      Ducrot y Todorov (1984) plantean que desde el siglo XIX, con la constitución de las ciencias humanas, se ha hecho evidente que la red formada por las figuras retóricas mencionadas y otras9 no se restringe únicamente al ámbito del lenguaje, pues se vinculan con categorías psicológicas como las de semejanza y contigüidad, que aparecen en los análisis sobre la magia de Mauss, sobre los sueños de Freud, luego Saussure vuelve a hallarlos en la organización misma del lenguaje y Jakobson las relaciona con las categorías lingüísticas de selección y combinación que corresponden a los “polos metafórico y metonímico” respectivamente, los cuales caracterizan la estructura lingüística.

      Según Jakobson y Halle (1980), el hablar requiere seleccionar determinadas entidades lingüísticas y combinarlas en unidades de mayor complejidad. “Así, pues, la concurrencia de entidades simultáneas y la concatenación de entidades sucesivas son los dos modos según los cuales los hablantes combinamos los elementos lingüísticos” (Jakobson y Halle, 1980, pp. 106-107). Todo signo lingüístico se combina con otros, lo cual quiere decir que toda unidad lingüística sirve como contexto a unidades más simples y tiene su contexto en unidades más complejas; además, la selección implica que se puede sustituir una unidad lingüística por otra. De acuerdo con Jakobson y Halle (1980):

      Los elementos de un contexto se encuentran en situación de contigüidad, mientras que en un grupo de sustitución los signos están ligados entre sí por diversos grados de similaridad, que fluctúan entre la equivalencia de los sinónimos y el núcleo común de los antónimos (p. 110).

      Estos autores avanzan en la descripción de los dos mecanismos lingüísticos mencionados en el problema de las afasias. De acuerdo con Peuser (1980):

      Queremos aclarar que la capacidad comunicativa de un afásico no debería compararse con el grado en que domina sistemas lingüísticos, sino su capacidad para encontrar sustitutivos verbales y no verbales a fin de alcanzar el objetivo de su acto de comunicación (p. 57).

      Así, Jakobson y Halle (1980) distinguen dos tipos básicos de trastornos del lenguaje según la dificultad resida en la combinación o contexto, o en la selección o sustitución. En las afasias de selección o sustitución, el contexto constituye un factor indispensable para la comunicación, los sujetos mantienen una conversación solo mediante la reacción al contexto de la situación, pero les es casi imposible definir términos, sustituirlos por sinónimos, explicarlos, nombrarlos, es decir, establecer relaciones de similitud; mientras tanto, pueden referirse a los objetos mediante relaciones externas de contigüidad (y metonimia) con otros, por ejemplo, “mesa” reemplaza a “lámpara”, “fumar” a “pipa”. Por el contrario, en las afasias de combinación o contexto, la dificultad se evidencia a la hora de formar proposiciones, es decir, de combinar entidades lingüísticas; en este tipo de trastorno del lenguaje no hay ausencia de palabras pero sí se pierden las reglas sintácticas, y las palabras que predominan son aquellas que dependen menos del contexto, como esas que nombran objetos o términos que los sustituyen por similitud (función metafórica). Los sujetos pueden nombrar los términos a los cuales se refieren (mesa, caballo, cielo), pero no construir frases sintácticamente correctas con sujeto y predicado. A partir de lo dicho sobre las afasias, los autores concluyen de forma general que

      en todo proceso simbólico, tanto intrapersonal como social, se manifiesta la competencia entre el modelo metafórico y el metonímico. Por ello, en una investigación acerca de la estructura de los sueños, es decisivo el saber si los símbolos y las secuencias temporales se basan en la contigüidad (para Freud, el “desplazamiento”, que es una metonimia, y la “condensación”, que es una sinécdoque) o en la semejanza (la “identificación” y el “simbolismo” en Freud) (Jakobson y Halle, 1980, p. 141).

       Algunas teorías sobre el pensamiento

      Como hemos dicho anteriormente, para comenzar a identificar posibles características lógicas del pensamiento intuitivo es importante conocer las teorías existentes sobre el pensamiento. De acuerdo con Carretero y Asensio (2011), la palabra “pensamiento” designa al mismo tiempo una facultad, un proceso por el cual se ejerce, un producto o efecto del pensar y un conjunto de ideas personales o colectivas, es decir, unas creencias. Además, es una categoría que incluye dos procesos diferenciados: los razonamientos y la solución de problemas. Así:

      “Pensamiento” designa lo que contiene o aquello a lo que apunta un conjunto de actividades mentales u operaciones intelectuales, como razonar, hacer abstracciones, generalizar, etcétera, cuyas finalidades son, entre otras, resolver problemas, tomar decisiones y representarse la realidad externa (Carretero y Asensio, 2011, p. 14).

      De acuerdo con Holyoak y Morrison (2005), la palabra “pensamiento” se utiliza para hacer referencia a creencias, es decir, afirmaciones sobre el mundo que son consideradas ciertas por alguien, por ejemplo: “Ana piensa que el presidente es comunista”; para apuntar a la solución de problemas mediante la construcción mental de un acción que puede llevar a alcanzar un objetivo, como cuando decimos: “Juan logrará pensar en la respuesta a ese problema”; puede ser también una forma de previsión acerca del futuro: “¿Por qué no pensaste antes de tomar esa decisión?”; para aludir a un juicio o evaluación sobre la conveniencia de un asunto, por ejemplo: “¿Qué piensas del matrimonio homosexual?”; y puede apuntar a una especie de espacio mental privado: “Alberto está perdido en sus pensamientos”. En consecuencia, los autores plantean la siguiente definición de pensamiento: “El pensamiento es la transformación sistemática del conocimiento a través de representaciones mentales con el fin de caracterizar estados actuales o posible del mundo, frecuentemente al servicio de metas” (Holyoak y Morrison, 2005, p. 2).10

      Una representación mental es una descripción interna que puede ser manipulada para conformar otras descripciones. Además, coinciden en que el estudio del pensamiento puede ser abordado desde la perspectiva del razonamiento, proceso mediante el cual se infieren conclusiones a partir de unas premisas; desde el juicio y la toma de decisiones, es decir, con base en evaluaciones resolutorias sobre un aspecto que corresponde a una decisión; o desde la solución de problemas, que implica la construcción de un posible curso de acción para alcanzar cierto objetivo.

      En este trabajo nos interesa el pensamiento según las siguientes dimensiones: en términos generales, como proceso, ya que allí se evidencian las operaciones fundamentales que consideramos dan cuenta de la lógica intuitiva; específicamente, estudiamos a continuación algunas teorías dentro de la categoría de la psicología del razonamiento, es decir, aquellas que se ocupan del proceso de inferencia, en tanto se evidencian sesgos y heurísticos, categorías que contribuyen a describir el pensamiento intuitivo. Asimismo, en el último capítulo de este trabajo retomamos algunas teorías sobre el pensamiento desde la perspectiva del juicio y la toma de decisiones, para referirnos a las implicaciones del pensamiento intuitivo en la decisión humana.

      Según Carretero y Asensio (2011), el pensamiento es entendido por algunos teóricos, por ejemplo