Isabella Builes Roldán

Pensamiento intuitivo, lógica y toma de decisiones


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(1991), como un conjunto de procesos mentales innatos que se aplican de forma generalizada y sin error en los procesos cognitivos. Esta última posición considera que existe una competencia lógica en los sujetos por defecto, constituida por reglas formales, abstractas y generales, y que pueden cometerse errores lógicos en el razonamiento. En esta misma línea, en los años sesenta surgieron, en la psicología, las lógicas naturales, como teorías para explicar el pensamiento desde enfoques sintácticos. Con base en estos enfoques, los sujetos piensan con una serie de reglas de inferencia abstractas que sirven para derivar conclusiones de premisas, es decir, los sujetos poseen una “lógica natural” que utilizan para hacer razonamientos formales.

      A esta última concepción se opone otra que considera al ser humano inherentemente irracional, la cual plantea la dificultad de tener aciertos en el razonamiento, ya que existen múltiples errores en el procesamiento de la información y sería imposible examinar completamente las consecuencias de unas premisas, Esto tiene como autores representativos a Revlis (1975) y Evans (1989). El pensamiento “formal” equivale a una forma de razonamiento conceptual, deductiva, necesaria, fundamentada en la forma del argumento; el pensamiento “informal” es basado en la semántica y relativo a ambientes naturales y cotidianos. El razonamiento en general es un proceso que permite extraer conclusiones a partir de premisas, es también conocido como inferencia y suele dividirse en inductivo y deductivo. El primero saca conclusiones más o menos probables a partir de unas premisas dadas y, en el segundo, la verdad de la conclusión se deriva necesariamente de la verdad de las premisas.

      Sobre el problema de la inducción y el pensamiento, Sloman y Lagnado (2005) mencionan que, desde el filósofo empirista David Hume, el razonamiento inductivo se entiende como la actividad de la mente que nos lleva desde lo observado hacia lo no observado. Las conclusiones de este razonamiento pueden ser sobre un caso particular, por ejemplo: “Dado que todos los cisnes observados han sido blancos, el próximo será blanco”; o sobre una generalidad: “Dado que todos los cisnes observados son blancos, entonces, todos los cisnes son blancos”; además, las conclusiones pueden referirse al futuro, como cuando se hace una predicción sobre el clima; o al pasado, como cuando se diagnostica una infección a partir de los síntomas. El problema de la predicción mediante la inducción es que se presupone que la experiencia pasada será semejante a la del futuro y que de causas similares seguirán efectos semejantes, pero no siempre esto será así; la semejanza y la causalidad están en el corazón del razonamiento inductivo. Para Quine, citado por Sloman y Lagnado (2005), la predicción de características es aplicable únicamente cuando hablamos de los miembros de una misma clase o un mismo tipo formado por elementos similares, por ejemplo, en la clase de las frutas de color amarillo (condición de similitud): si una de ellas posee vitamina B, sería legítimo inferir que otra de las frutas de esa clase también la tiene, aunque el juicio inductivo se caracteriza por ser probable.

      Las aproximaciones teóricas al estudio del razonamiento inductivo pueden dividirse en dos categorías generales, según Sloman y Lagnado (2005): la inducción basada en la semejanza y la inducción como metodología científica. Las primeras aproximaciones se utilizan en la cotidianidad y se basan en la identificación de propiedades de una categoría de fenómenos para realizar inferencias basadas en ellas; este tipo de razonamiento puede llevar a falacias si no se tienen en cuenta las excepciones que contradicen la regla, sobre todo porque está fundamentada en sesgos,11 como la representatividad de una categoría, la similitud en la imagen de uno y otro elemento, la supuesta diversidad en los casos presentados.

      Las personas tienden más a sacar la conclusión de que a todos los mamíferos les gusta la cebolla del hecho de que a los hipopótamos y los hámsteres les gusta la cebolla, que del hecho de que a los hipopótamos y los rinocerontes les gusta, porque los hipopótamos y los rinocerontes son más similares que los hipopótamos y los hámsteres (Sloman y Lagnado, 2005, p. 119).12

      En este ejemplo, la diferencia que existe entre los hipopótamos y los hámsteres hace creer que, como a ambos les gusta la cebolla, a todos los mamíferos les ha de gustar también. Las segundas aproximaciones teóricas, al ser metodologías científicas, pretenden enfatizar la identificación de las propiedades centrales de una categoría, ya que tienden a ser menos variables que otras propiedades, por ejemplo, en las esmeraldas, el color verde puede ser menos variable que la textura rugosa. Además, estas teorías se basan en cálculos de probabilidad, tales como el teorema de Bayes para generar inferencias.

      El razonamiento deductivo, según Evans (2005), se ha caracterizado en psicología por ser un campo de estudio predominante, dado que tradicionalmente se ha ubicado a la lógica deductiva como el paradigma de la racionalidad humana, sobre todo en la década de los sesenta a partir de las teorías del desarrollo de Piaget e Inhelder. Los argumentos deductivos se distinguen porque parten de premisas que se toman como presuposiciones y la conclusión deriva de ellas, por tanto, no permiten inferir nuevo conocimiento. Un ejemplo de razonamiento deductivo es el silogismo: “Todos los hombres son mamíferos. John es hombre, por ende, John es mamífero”. Actualmente, las teorías sobre el razonamiento pueden dividirse en dos: aquellas basadas en la sintaxis y otras basadas en la semántica y la pragmática. En la perspectiva sintáctica, el razonamiento se describe a partir de una serie de reglas de inferencia abstractas en las que no se tiene en cuenta el contexto ni el contenido de los argumentos; estas reglas son aplicadas por los sujetos de forma natural y espontánea. Desde la perspectiva semántica, se encuentran generalmente aquellas teorías fundamentadas en la perspectiva de los modelos mentales.13

      Son interesantes algunos errores que se cometen comúnmente en los experimentos sobre razonamiento deductivo, ya que dan cuenta de algunos sesgos específicos en el funcionamiento del pensamiento humano. Por ejemplo, los sujetos generalmente fallan en buscar evidencia contraria que invalidaría un argumento en el caso de los silogismos, o no tienen en cuenta la función de la negación en algunas reglas lógicas, o tienden a emparejar la información dada en las premisas, o a juzgarla según sus propias creencias más que según la lógica formal.14

      Retomando las concepciones acerca del pensamiento en general, el psicólogo Jonathan Baron (2008) plantea que habría que proponer una comprensión distinta del término “racional”, pues la racionalidad no está referida a un tipo de pensamiento que excluye la emoción y los propios deseos, más bien significa “el tipo de pensamiento que todos quisiéramos hacer, si estuviésemos conscientes de nuestros propios intereses, con el fin de alcanzar nuestros objetivos” (p. 5).15 Entonces, son nuestras metas u objetivos los criterios por los cuales evaluamos los distintos acontecimientos de la vida. Baron (2008) define el pensamiento en términos generales como el proceso de encontrar y elegir entre distintas posibilidades, que pueden ser posibles acciones, creencias u objetivos personales.

      Además, el autor comenta que comúnmente se utiliza el término “lógico” para referirse a lo que es racional, considerando que las leyes lógicas son innatas al pensamiento humano y por eso podemos comprender los términos como premisas, conclusión, inferencia, entre otros. No obstante, Baron (2008) propone que la lógica es un modelo normativo16 de inferencia, que difiere del razonamiento real, aunque en este último es posible tener un entendimiento de los términos de una proposición incluso cuando no se conozcan las leyes lógicas. De este modo:

      La lógica formal, por su misma naturaleza, no es una teoría completa del pensamiento. Dado que la lógica trata únicamente la inferencia, no ayuda a comprender los errores que resultan de la búsqueda insuficiente de datos. No obstante, cuando tratamos los problemas lógicos como ejemplos de problemas en general, estos sí sirven como buen ejemplo de los efectos de ciertos tipos de pensamiento infortunado: como el fallo en considerar distintas alternativas para una conclusión inicial o modelo y el fallo en buscar evidencia contraria (Baron, 2008, p. 97).17

      En una vía similar, refiriéndose al razonamiento informal, dicen Carretero y Asensio (2011) que los teóricos se han limitado a señalar los problemas existentes en el razonamiento formal, pero que aún falta consolidar más las alternativas que pueden explicar el razonamiento en contextos del mundo real, y consideran que en el estudio del pensamiento están cobrando fuerza los aspectos semánticos y pragmáticos, lo cual indica que este no se reduce a la sintaxis ni a la lógica formal.