Delia Colmenares

Confesiones de Dorish Dam


Скачать книгу

seis artistas que discutían se alejó de mí.

      Así hablaban los seis artistas:

      El pintor

      No les parece que debemos inclinarnos ante la seriedad de las canas de uno de los más grandes filósofos que con nosotros comparte de esta fiesta. Está pensativo el filósofo. Algún nuevo tratado de filosofía seguramente le preocupa. ¿Será la filosofía del que se divierte o la virtud del que no se divierte?

      El filósofo

      No, ni una ni otra cosa es. Estoy en el tratado de la filosofía del mediocre. Estoy pensando en el pobre bufón. En aquel hombre que tal vez en medio del dolor tiene que divertir a los otros por la grave necesidad de tener que vivir fuere como fuere.

      El crítico

      Ya comprendo. Ahora quieren hacer virtud del bufón que divierte, donde solo hay el negocio como otro cualquiera. Hágame a mí también virtud, puesto que digo la verdad de los demás.

      El filósofo

      Tú chanceas, crítico. Siempre vives de burla.

      El teólogo

      Porque siempre vive del comentario de los otros.

      El crítico

      Calla, tú, traficante de creencias y rebuscador de religiones y de falsos dioses.

      El teólogo

      Sí, traficante, pero de almas para que tengan una sola creencia religiosa, una elevada fe de bien. Para que no tengan falsos dioses.

      El crítico

      ¿Cuál es el Dios que tú quieres que sea el único?

      El teólogo

      Cristo. Aquel divino mártir de las catorce estaciones en su vía crucis. Cristo, únicamente él.

      El poeta

      Yo estoy con el teólogo. No hay poema más bello que el de la «Pasión y muerte». Jesús de Nazaret, espíritu divino, regó su sangre por los mortales y su huella santa ha quedado en el mundo por los siglos de los siglos. Quien lo niegue es un desequilibrado. La religión de Cristo es la única religión verdadera. La prueba de ello es la que más creyentes tiene y sobre la que se ha escrito cosas más bellas.

      La cantante

      La Biblia, por ejemplo…

      El poeta

      ¡Ah! «El Cantar de los Cantares». ¿Queréis algo más hermoso?

      La cantante

      Filósofo, ¿qué opina de esto de religiones?

      El filósofo

      Con tal de que cada cual crea en algo superior, bien puede ser su dios y adorarlo, una planta, una estrella, el sol o la luna. Todo ello no llegamos a comprenderlo. Pero en sí, hay algo que tememos y respetamos. No importa la forma de adoración ni el nombre que le ponga. Que el espíritu se eleve puro hacia el Dios que adoramos, eso es todo, porque al querer el ser humano discernir, comprender de la existencia de ese algo superior, sería caer en la locura. Hay una leyenda sobre San Agustín. Se dice que este santo, una noche, yéndose a las orillas del mar y mirando hacia el cielo, se preguntaba quién habría hecho a Dios y no pudiendo explicárselo y sintiéndose con el cerebro confuso, oyó que una voz misteriosa le decía: «Desiste de tu idea, eso no lo podrá comprender mortal alguno. Es como si quisieras ahora contar cuántas estrellas tiene el cielo».

      El crítico

      Hermosa filosofía. ¿Quiere ahora el filósofo contarnos algo sobre la creación del mundo y sobre el valor de Adán y Eva?

      El teólogo

      ¿Y el filósofo al describirnos a la pareja, a quién va a darle la supremacía espiritual y material?

      La cantante

      Claro que a nosotras. A la mujer, la supremacía espiritual; y al hombre, la material, la bruta. Baronesa, Baronesa, venga pronto. Se discute de algo grave.

      El poeta

      La Baronesa está pensativa, no oye ahora. Fuma. Fíjense que sigue con atención las espirales que se forman del humo de su cigarrillo. Crea seguramente alguna maravillosa escultura. Está embelesada.

      La cantante

      Baronesa, interrumpa su sueño, venga.

      La Baronesa con la mirada cansada y soñolienta se puso de pie y arrojando sobre un platillo de oro el cigarrillo acudió presurosa a la llamada de la cantante.

      La Baronesa

      ¿De qué se trata? ¿Qué pasa? ¿Qué sucede?

      El poeta

      Usted estaba seguramente embebida en alguna creación.

      La Baronesa

      Sí, una cabeza… Un cuerpo…

      El crítico

      De hombre o de mujer.

      El pintor

      ¡Qué indiscreción!

      La Baronesa

      Creaba la copia de un cuerpo divino de mujer.

      La cantante

      Magnífico, porque lo ideal pertenece a la mujer. Baronesa, se discute aquí sobre si la supremacía espiritual nos pertenece a nosotras o no. Dé su fallo.

      La Baronesa

      Que dé el fallo el pálido y meditabundo teólogo.

      El teólogo

      Sí, la supremacía espiritual le pertenece a la mujer, porque se eleva fácilmente sobre las cosas sublimes. Tiene el don de la rápida comprensión y de un hondo sentimiento. Sus fibras son más sensibles que las del hombre; por eso, se eleva siempre a lo «azul». Llamemos en este caso «azul» a todo lo bello. Y pese a quien le pese de los que estamos aquí. Que lo repliquen y lo diga el pintor, el poeta y la escultora, que tienen alma de artistas, por qué la mujer espiritualmente es superior al hombre. ¿Acaso porque fue hecha para gobernar moralmente el mundo por medio de su ingenio y hermosura?

      La serpiente fue sabia al darle el dominio, al dirigirse a Eva para dar el principio, el discernimiento del bien y del mal por los siglos de los siglos. ¿Por qué la serpiente no se dirigió a Adán? Porque Eva era hecha del barro purificado, porque era su presencia el objeto triunfante de su obra, porque la mujer es lo más hermoso que hay en la creación. Porque sí. Este porque sí, que el filósofo lo analice si quiere y dé explicación.

      El filósofo

      Bello orador es el teólogo. Porque sí, es una filosofía tan sabia que ni el mismo Salomón hubiera podido darle a esa frase una precisa síntesis de su valor. Porque sí, sencillamente, es una resolución de la voluntad.

      Yo, que desde lejos escuchaba tan profunda discusión y teniendo a mi lado un montón de flores, estrujándolas, fijé la mirada en el teólogo que tan bellamente había defendido a la mujer. Ese hombre me encantaba, me atraía. Tenía que agradecerle a la Baronesa una fiesta tan original y hermosa. Llena a cada hora de sensaciones gratas. ¡Ah! el talento de la Baronesa. Cómo ha podido su cerebro organizar una diversión tan hermosa y exótica, con libertades de cortesana y caprichos diabólicos de artista. Con todo, me sentía feliz en ese ambiente. La discusión seguía:

      La Baronesa

      Ahora, que cesen las filosofías, eso es algo muy serio. Y para serio tenemos la vida que es una filosofía inexplicable. Maestro, aunque ría de mí, la vida es tan complicada que hasta la misma filosofía se aturde. Si he hablado mal, válgame la buena voluntad de haberlo dicho. El mundo dice que es una tragedia donde cada ser humano tiene que hacer el papel que le tocó. Aquí creo que estoy en una verdad al decir que el papel debe hacerlo cada uno lo mejor que pueda.

      El crítico

      No, porque si el papel es el de un criminal que lo haga bien,