de la interacción con las computadoras, en las realidades virtuales y en el ciberespacio, cuando no se han establecido ciertas condiciones hermenéuticas en los ámbitos epistemológico, estético, histórico y social. La hipótesis que se plantea en este caso consiste en que las herramientas digitales, así como están concebidas actualmente, presentan los rasgos de la deconstrucción y de la anarquía epistemológica y favorecen los procesos de control y de manipulación que caracterizan los simulacros.
6. En relación con este problema, discuto la naturaleza del software y el oficio que cumplen y que serán llamadas a cumplir —cada vez en mayor medida— las interfaces, las cuales están evolucionando desde una naturaleza simplemente operativa hacia el estatus de medio de comunicación y de expresión artística y cultural. Desde este punto de vista se resalta ulteriormente la importancia de la relación entre la tecnología digital y el pensamiento filosófico. Trato de demostrar que las interfaces, como se presentan ahora, forman por sí mismas un entorno hostil a la interacción, al intercambio cultural y, en fin, al mismo proceso hermenéutico que el hombre contemporáneo, en búsqueda de verdades y valores, está llamado permanentemente a desarrollar.
7. Sin embargo, hay que reconocer que fuera del panorama de la crisis institucional y teórica del arte, hay evidencias de alternativas viables, como los nuevos enlaces entre ciencia y arte y la estética hermenéutica que apenas hemos visto. Desde estas alternativas me parece esencial rescatar dos aspectos; en primer lugar, la tendencia indeterminada y abierta del arte, recuperando las tesis contenidas en Obra abierta de Umberto Eco, texto sobre el cual, me parece, las artes visuales no cumplen con una reflexión consistente, sobre todo considerando lo que el término abierto implica en los ambientes interactivos y multimediales. En segundo lugar, los conceptos de autopoiesis y de emergence o autoorganización, términos utilizados en las nuevas matemáticas, en la teoría del caos y en la vida artificial. Juntando estas hipótesis, resultará evidente la recuperación no decorativa, sino hermenéutica y epistemológica, del arte y las posibilidades para reinventar sus roles cultural y social.
8. Quizás ahora quede establecida de manera más clara la fortaleza de la relación estructural entre arte y educación y por qué ambas, en las dificultades tecnológicas, deben proceder apoyándose mutuamente. Es más, pretendo subrayar aquí que esta relación es clave, en tanto coloca el arte en una dimensión formativa que supera lo estético y lo artístico. En este sentido, se exploran las dimensiones hermenéuticas y mayéuticas del arte y de los hipertextos. En lo que concierne a la educación, la relación con el arte evidencia la necesidad de defender su autonomía contra aquellos que intentan reducirla, mediante la tecnología, al rango de herramienta productiva o de mercadería.
Aspectos metodológicos
Las transformaciones que se llevan a cabo en las artes en los últimos veinte años requieren la unión de los métodos críticos tradicionales con las nuevas aproximaciones científicas; pero, al mismo tiempo, algunas de estas, por ejemplo la semiótica, se encuentran en dificultades frente a las transformaciones producidas por la tecnología digital. Así pues, las disciplinas que investigan el arte producen en muchos casos un análisis fragmentado e incompleto, cuando el arte es una realidad compleja que no se deja abarcar desde un punto de vista particular. Quizás los únicos que podrían hacer este trabajo sean los mismos artistas, ya que es en la praxis del arte que semejante complejidad se manifiesta y se deja entender plenamente. Este punto de vista, a fin de cuentas, es el que me compete y asumo en el desarrollo de este trabajo; en este sentido, me parece importante señalar dos aspectos que han caracterizado su desarrollo: en primer lugar el apoyo en el trabajo personal de campo en la docencia y en la experimentación artística con la tecnología; en segundo lugar la referencia a textos de autores clásicos y hasta antiguos, lo que podría parecer extraño hablando de los últimos avances tecnológicos. Ahora bien, estoy convencido de que el análisis actual de las diferentes dimensiones del medio digital todavía no ha logrado resolver los interrogantes ni reformular adecuadamente los problemas planteados en la época de la posguerra (por ejemplo por Benjamin), como trato de demostrar en varias ocasiones.
Este trabajo quiere dirigirse, en primer lugar a los artistas, porque son tanto la posibilidad de hacer arte cuanto sus mismos fundamentos estéticos y sociales los que están en juego. La vulnerabilidad del arte frente a la informática depende también, como hemos visto, de la formación cultural de los propios artistas; y si uno de los problemas es el educativo, pues mis interlocutores serán también los docentes, y al decir docentes me refiero no solo a los de arte, sino también a los de otras disciplinas; sea porque hoy se considera el arte una herramienta didáctica interdisciplinaria e intercultural, o porque la difusión de los lenguajes hipertextuales y multimedia como medio de comunicación y de aprendizaje, creí conveniente ubicar el problema estético en primer plano.
Me dirijo, entonces, a un público que no se puede considerar especialista en informática; sin embargo, confío en que este trabajo pueda interesar, por varias razones, también a aquellos que ya manejan las herramientas digitales o que están llegando al arte por el camino de las tecnologías de la información. Muchos de ellos son los estudiantes que cursan nuevos programas curriculares, enfocados —en el campo de las artes y de la comunicación— a los nuevos medios digitales. De todos modos se presenta el problema de los tecnicismos típicos del mundo digital; lamentablemente se presuponen ciertos conocimientos previos de parte del lector, hecho que, en cierta medida, podría limitar la ambición de un diálogo ampliado al público que recién se acerca a estas temáticas. Por esto trataré de aclarar los aspectos más complicados con el auxilio de notas, y aplicaré el mismo criterio en todos los casos que puedan dificultar el desarrollo del discurso en forma clara y didáctica.
La intención de dirigirse a diferentes tipos de lectores con un tema amplio plantea indudablemente una serie de problemas y dificultades. La principal es la necesidad de adoptar una cierta síntesis (confío en que esto no signifique también superficialidad) para hablar de algunos temas filosóficos y científicos; esta síntesis se hace necesaria con el fin de respetar la metodología interdisciplinaria de este trabajo, sin alargar demasiado el discurso para no alejar al lector de los temas principales.
Por otro lado, algunos conceptos científicos y filosóficos podrían parecer impropiamente utilizados, ya que ha sido difícil poder acercarse a disciplinas distintas de mis competencias específicas, que son las artes visuales. Sin embargo, en cuanto artista, a veces me apropiaré de algunos términos según el sentido “poético” que a estos se da, sin que la honestidad y la sustancia del discurso resulten gravemente invalidadas.
Finalmente, hablando de lenguaje, he tratado de limitar tajantemente el uso excesivo de términos en inglés. Sin embargo, hay muchos casos en los que una traducción al castellano empobrece realmente la claridad y la inmediatez que caracterizan al idioma inglés, y solo por esta razón he preferido evitar la traducción.
Alcances, estructura y contenidos
Este trabajo está dedicado a examinar la relación entre arte y tecnología; pero el discurso se desarrolla con un enfoque específico hacia las artes visuales. La razón principal es que las imágenes están viviendo la relación con lo digital de modo más problemático que la música y la literatura, a pesar de que los medios digitales han actuado como células de lo que se llama “arte total”, en cuyos procesos se intenta hacer desaparecer las diferencias técnicas y lingüísticas que constituyen la autonomía de cada expresión artística. Por ejemplo, los procesos interactivos están introduciendo en la creación y percepción de las imágenes estructuras lingüísticas que son naturalmente afines a la música, como la partitura y las dinámicas interactivas entre autor, intérprete y público.
Los problemas que conlleva el uso de la tecnología digital en las artes deben ser analizados desde diferentes aspectos (filosófico, estético, científico) y obligan a interactuar con numerosos fenómenos que dependen de esta intrínseca polisemia. Pero esta metodología multidisciplinaria significa sobre todo individuar —si las computadoras y las redes lo permiten realmente— el intercambio de informaciones entre diferentes saberes; entonces, el problema más importante, por sus implicaciones, es el de la interacción, que, por lo tanto,