Umberto Roncoroni

La forma emergente


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tangibles que estos presentan. Por lo tanto, semejantes actitudes posmodernas, poéticamente sugestivas y de moda, no proporcionan instrumentos que posibiliten una crítica capaz de influenciar positivamente la tecnología.

      La globalización y la crisis del arte

      El choque de opiniones presentado anteriormente ofrece la oportunidad para buscar los factores subyacentes y enfocar los aspectos de la complejidad que se presentan, a través de la tecnología, en las artes y la educación. Comenzaremos por examinar algunas facetas de la globalización, la más importante de ellas es la relacionada con la información.

       La sociedad de la información

      Se habla de sociedad de la información porque, gracias a los nuevos medios de comunicación, podemos disponer, en tiempo real, de una cantidad nunca vista de datos y conocimientos que, además, se van multiplicando y especializando de manera exponencial. Es por esto que Jean-Francois Lyotard ha señalado que las jerarquías (personales, institucionales y sociales) se basarán no tanto en la cantidad de los saberes, sino en la capacidad de encontrar nuevas relaciones entre ellos, así como en abrir nuevos campos para la investigación científica y para sus aplicaciones.8 Parece, entonces, que estamos en la era del “arte” del saber: los factores estratégicos serán la creatividad y la imaginación, necesarias para combinar las informaciones en nuevos patrones de conocimientos.

      Esta situación apela al arte de dos formas diferentes. La primera, y más obvia, se relaciona con los mismos conceptos de imaginación y de creatividad. Pero sería reductivo entender esta relación solo como un desborde de lo artístico a otras esferas de la producción intelectual. No es que esta hipótesis no haya sido planteada (vale recordar la anarquía epistemológica de Feyerabend y la teoría de las revoluciones científicas de Kuhn), sin embargo, para el arte lo que resulta más significativo es invertir el punto de vista: es el arte el que se encuentra abierto a incorporar metodologías y conocimientos pertinentes a otras disciplinas.9 La segunda forma con la cual la sociedad de la información se relaciona con el arte es la sobreproducción de todo tipo de conocimiento, que amplificando las diferencias entre el arte y la ciencia, llega a cuestionar el sentido de la obra de arte y la necesidad de su existencia.

       El exceso de producción artística

      En la ciencia, la creativa combinación de conocimientos, cuando estos se generan en exceso, en una lógica consumista, permite siempre la implementación de nuevas tecnologías o algún tipo de aplicación práctica. Por el contrario, la cantidad excesiva de producción artística es un proceso análogo, pero que da como resultado éxitos diferentes: la obra de arte como producto pierde su peso intelectual (ya que, además, cualquier cosa puede ser arte) y para recuperar el interés del coleccionista, como bien señalaba Francesco Poli, se produce la necesidad de reciclar permanentemente la masa homogénea de esta producción artística internacional bajo algún diferencial teórico arbitrario: “... el arte actual requiere de parte del crítico una inteligencia profunda y una notable agilidad intelectual; para no caer en el ridículo, en efecto, es casi siempre necesario dar un sentido a productos que, por sí mismos, no tienen ninguno...”.10

      Este mecanismo, la industria cultural, es una construcción de los críticos y de los curadores, que en este sentido se están transformando en metaartistas. Efectivamente, se puede decir que hoy estos son creadores que utilizan la producción artística mundial para realizar aquellas “hiperobras de arte”, que son las bienales y otras megaexposiciones que se van multiplicando en todas partes. Pero este consumismo artístico termina, en ausencia de un real valor teórico o práctico que lo pueda justificar al menos en parte, en el agotamiento del impulso creativo y en el conformismo de la novedad a toda costa. Poli agrega: “... y ya que es actualmente imposible afirmarse sin pasar por el mercado, el precio que la vanguardia debe pagar para no ser ignorada está, necesariamente, ligado a la pérdida por las mismas razones que lo están al origen de su impulso creativo”.11

       La globalización de la comunicación y la práctica artística

      Por lo que se refiere a la globalización, el arte ha sido, por lo menos en los últimos seiscientos años, un medio de comunicación global; tanto el lenguaje visual como el musical son comprensibles a pesar de las diferencias lingüísticas y sociales. La circulación del arte, entonces, ha favorecido siempre el intercambio cultural a escala internacional.12 Pero la sobreproducción y la globalización del arte son procesos que encontramos no solamente en la distribución y en el consumo internacional del arte, sino también en la creación artística individual.

      La forma artística del collage es, bajo este punto de vista, expresión de una nueva realidad mediática, donde la información globalizada se presenta al artista como referente alternativo a la naturaleza. Con la reproducibilidad técnica y la comunicación masiva, la técnica del collage ha evolucionado, desde su origen como provocación dadaísta, a estructura estética constitutiva de la creación artística contemporánea, poniendo de manifiesto el gusto posmoderno por el fragmento, la cita y el remake.

      Sin embargo, con las tecnologías digitales la globalización del arte como collage toma un perfil nuevo, no tanto por la distribución instantánea de las imágenes numéricas, sino por la difusión de las herramientas digitales para la producción audiovisual.13 Con el software el collage no es solo un medio expresivo intencional, sino un elemento implícito en cualquier acto creativo, porque este incorpora otras artes como etapas de su proceso generativo, como es el caso de las imágenes sintéticas, de los hipertextos y de la multimedia.14 Mediante estos collage de procesos, el arte ha terminado eliminando el contacto no solo con la naturaleza, sino también con el mismo contexto social y cultural que ha originado dichos procesos. Pero el contexto es lo que brinda al fragmento su contenido epistemológico, que es precisamente lo que se pierde por la inmaterialidad digital, que, por lo tanto, convierte al collage en una entidad autorreferencial: “... una voluntad descriptiva completa y absoluta, que en el realismo es reproducción perfecta, y una universal capacidad cognitiva sin especificaciones, la progresiva contradicción de un saber que pretende unificar sin alguna correspondencia empírica”.15

       La difusión de lo artístico: Arte y medios masivos

      Los fenómenos globales sociales, políticos y culturales que he presentado anteriormente se multiplican con el apoyo fundamental de los medios de comunicación masivos. En el arte, en primer lugar, los medios masivos han quitado a la pintura y a la escultura su rol social y político de comunicación. Es el poder de difundirse en el público global lo que caracteriza la supremacía de la imprenta, la fotografía, el cine y la televisión. Con los medios masivos, pues, se crea en las artes la división de roles entre la comunicación y la investigación estética y, como consecuencia, la creación de los espacios distintos del arte culto y del arte popular;16 una división que ha relegado a las artes a un esquema que se puede denominar la vanguardia, la que ha llegado a una situación tan extrema que la distancia entre esta y las artes masivas es irreducible, a pesar de que las vanguardias intenten incorporar en sus procesos la fotografía, el video y recientemente Internet. Pero estas operaciones están destinadas al fracaso, porque se fundamentan en una metodología que confunde la naturaleza masiva de los medios y la función elitista de la vanguardia: no es tanto el medio en sí lo que constituye la instancia capaz de crear innovación (como las vanguardias parecen creerlo), sino el cambio funcional dentro de la realidad social y económica. Es este aspecto concreto lo que brinda significado a las innovaciones que el medio eventualmente produce. Ciertamente, una especie de circuito en el cual medios y realidad se retroalimentan de manera recíproca; sin embargo, el movimiento no comienza en el plano estético del medio, sino en lo concreto de los procesos sociales.

      La confusión al respecto es, por ejemplo, la debilidad del videoarte, que puedo utilizar aquí para mostrar que la incorporación de un