e inestable ha acercado de alguna forma la ciencia a la filosofía, proceso que constituye el tema central de la reflexión de Fritzjof Capra, un físico interesado en la filosofía oriental,36 y la propia historia intelectual de Niels Bohr termina con un acercamiento al misticismo.
La teoría de los sistemas
Como conclusión de lo que hemos presentado, tenemos un contexto científico y filosófico, que pone en primer plano el problema de la totalidad y cómo el ser humano puede comprenderla. Por totalidad se entiende asumir la complejidad inherente a la realidad, tanto en los dominios naturales como en los sociales y culturales del ser humano. Esta complejidad no se reduce al punto de vista de la ciencia clásica cartesiana, secuencial y mecanicista, porque esta se encuentra en la obligación de interpretar la realidad descomponiendo, separando y aislando sus procesos y, de esta forma, no logra abarcar aspectos como la historia y sus fines, las interacciones dinámicas entre los fenómenos y la autoorganización. La naturaleza, el hombre y los organismos son considerados, bajo este punto de vista, como máquinas rígidamente determinadas, perdiendo así todos los aspectos ramificados y diferenciados que caracterizan a los organismos vivos en su complejidad ontológica y funcional.
Así, tanto los aspectos de la biología o de la economía tradicional como algunas recientes disciplinas científicas, entre ellas la ecología, la meteorología o las ciencias sociales, se encuentran en la búsqueda de nuevas herramientas epistemológicas y metodológicas. A este contexto incierto se deben agregar los efectos del desarrollo tecnológico, representado por la sociedad de la información, las computadoras y las redes, que están provocando el paso de un enfoque mecánico de los procesos naturales y sociales a un enfoque de control, que se refiere a la integración de las tecnologías y al conocimiento de las interacciones generados en dichos complejos contextos.
La aproximación sistémica pretende dar razón de la totalidad y de la complejidad de la naturaleza, de los organismos vivientes y de los procesos sociales. Esta perspectiva comienza a desarrollarse en la década de 1950, precisamente con la cibernética de Wiener, la teoría de la información de Shannon y Weaver, la teoría de los juegos de von Neumann y Morgenstern37 y, finalmente, la teoría general de los sistemas de Bertalanffy.38 Vale la pena repasar esta última teoría, en cuanto presenta claramente los términos generales de la problemática sistémica.
• Un “sistema” es un conjunto integrado de elementos que interactúan entre sí y que son determinados por ciertos procesos globales que generan la complejidad de su comportamiento. Este se entiende por medio de leyes generales lógico-matemáticas, que observan el sistema no tanto en el nivel de sus elementos, sino en las relaciones que se crean entre ellos y el ambiente externo. Cualquier sistema se caracteriza por dichos mecanismos de regulación interna, por ser dinámico y por buscar condiciones de equilibrio entre sus elementos. En este sentido, existen sistemas cerrados y sistemas abiertos, con diferencias notables entre ellos.
• Se denomina sistema cerrado a aquel que no intercambia informaciones con el ambiente externo, y que por lo tanto se autorregula por retroalimentación39 y por homeostasis. Esta clase de sistemas tiende naturalmente a la entropía, que es el desorden que caracteriza el equilibrio de los procesos físicos y químicos. Los sistemas cerrados se caracterizan por depender de sus condiciones iniciales: al cambiar estas, necesariamente cambia el estado final del sistema. Son esencialmente máquinas determinadas inequívocamente por sus condiciones iniciales y modalidades de retroalimentación. Ejemplos de sistema cerrado son la cibernética y la ingeniería de sistemas.
• Un sistema abierto, por el contrario, interactúa e intercambia informaciones y materia con el ambiente externo. Mediante estos intercambios, un sistema abierto puede regenerar sus componentes deteriorados y preservar su orden interno. Desde luego, estos sistemas se caracterizan por la entropía negativa, es decir por tener como fin un orden creciente, independiente de las condiciones iniciales del sistema y de eventuales accidentes externos. El sistema abierto puede adaptarse al ambiente mediante una modalidad especial de interacción entre sus elementos, que Bertalanffy llama equifinalidad. Esta es la misteriosa capacidad de tener objetivos y estrategias comunes: un estado uniforme y un equilibrio activo que permite al sistema sobrevivir y reproducirse. Este modelo presenta, así, una serie de ventajas que posibilita acercarse a la complejidad de los seres vivientes.
Caos y sistemas dinámicos
Estas teorías, surgidas algunos años después de la teoría general de los sistemas, estudian una clase especial de sistemas cerrados que presentan analogías y un cierto grado de isomorfismo con los sistemas abiertos (los organismos vivos). Dichos sistemas presentan, en primer lugar, características de entropía negativa (pueden alcanzar un estadio ordenado); en segundo lugar, presentan una cierta independencia de sus condiciones iniciales; un ejemplo de esta nueva clase de sistemas son los autómatas celulares. La teoría del caos, por otro lado, se ocupa de la entropía de los sistemas determinísticos, de manera especial de la impredecibilidad del estado final de algunos sistemas que presentan una particular sensibilidad a pequeñas variaciones en su estado inicial. En este sentido, la teoría del caos cuestiona el aspecto mecanicista y determinado de esta clase de sistemas. Hablaré de estas teorías más detalladamente —en tanto tienen una aplicación directa en la generación de imágenes sintéticas y en el arte digital— en uno de los próximos capítulos.
La perspectiva sistémica, la ciencia y el arte
La teoría de los sistemas abiertos, la problemática epistemológica y filosófica de la ciencia, los contactos entre ciencia y arte en los procesos digitales se reflejan en las cuestiones estéticas en diferentes formas y metodologías, lo que plantea una serie de nuevas dificultades.
En primer lugar, a pesar de las hipótesis posmodernas que parecen abrir la ciencia al arte y la filosofía, hay un hecho que no se puede ignorar: la época en la cual arte, ciencia y filosofía eran un conjunto integrado de saberes pertenece definitivamente al pasado. Además del Iluminismo, que originó la separación entre las ciencias y las humanidades, es el desarrollo cada vez más especializado de los conocimientos lo que impide hoy una real unión entre ciencia y arte. La interdisciplinariedad, en el sentido del dominio efectivo de especializaciones diferentes, es técnicamente imposible, esta pertenece entonces a un horizonte ideal más que a una práctica efectiva. Sin embargo, esto no implica disminuir la importancia de las cuestiones que hemos examinado, pero también es cierto que se deben colocar en una dimensión adecuada. Trataré de presentarla de manera esquemática:
1. Una primera posibilidad la encontramos en la aproximación sistémica a la complejidad, que abre la ciencia al saber humanístico y al arte. Al respecto, Bertalanffy dice:
Las ventajas de los modelos matemáticos —no ambigüedad, posibilidad de deducción estricta, verificabilidad por datos observados— son bien conocidas. No quiere esto decir que modelos formulados en lenguaje ordinario hayan de ser desdeñados o rechazados. (...) Teorías enormemente influyentes como el psicoanálisis, no fueron matemáticas, o, como la teoría de la selección, su influencia llegó mucho más lejos que las construcciones matemáticas que no surgieron hasta después y cubren sólo aspectos parciales y una fracción pequeña de los datos empíricos.40
2. Un segundo aspecto considera que las conexiones interdisciplinarias se establecen concretamente (y problemáticamente) en el plano de la tecnociencia, donde arte y ciencia colaboran en las aplicaciones prácticas de la ciencia y en el desarrollo tecnológico.41
3. Una tercera opción se encuentra en las teorías científicas de los sistemas dinámicos, de los fractales y, en general, en la simulación por computadora, que utilizan las imágenes sintéticas y el arte como apoyo para la investigación. En estos campos se plantea el valor epistemológico del arte y de la belleza por el valor indicativo que las imágenes o los sonidos asumen para la interpretación de los fenómenos investigados.
4. Finalmente, existe la posibilidad de integrar el conocimiento científico y el arte en los algoritmos para la generación