El más importante de estos, según Danto, es Kant, porque este, con la finalidad de fundar el valor universal de los juicios estéticos, define el arte como algo desinteresado, pues si existiera algún interés práctico el arte sería vinculado a objetivos individuales y entraría en contradicción con lo universal. La fractura con los fines es lo que confina el arte en lo inútil y en lo efímero, y en este sentido Danto llega, como veremos, a las mismas conclusiones de Gadamer. En efecto, argumenta Danto, Schopenhauer, Marx, Sartre, en suma, los filósofos de todas las épocas acaban considerando —platónica y kantianamente— el arte como algo desinteresado, efímero y secundario, y concuerdan en su inutilidad epistemológica y social. En un cierto sentido, el único que se diferencia del marco estético platónico es Hegel, y es acompañado por su estética que Danto seguirá explicando el proceso de la muerte del arte.
El postulado filosófico de la inutilidad del arte se contradice con lo que sucede en la práctica, porque el arte es visto como algo peligroso. Esto se nota observando la historia de las formas de censura típicas de los sistemas totalitarios, como han hecho el nazismo, marginando el arte “degenerado”, y el comunismo en la Unión Soviética, con la imposición del realismo socialista. En el arte debe haber, entonces, algo que realmente lo rescata del limbo de lo efímero y Danto se propone identificar en qué consiste, para de alguna manera tratar de resucitarlo.
La lucha de los artistas contra la filosofía
Casi todo el arte contemporáneo, según Danto, se puede leer como la tentativa de quitar el arte de la jaula en la cual ha sido colocado por la filosofía. Y de esta forma es posible interpretar la sistemática demolición del valor de la belleza en las obras de arte contemporáneas: los artistas ven la belleza como algo que, reduciendo el arte al placer, lo confirma en su estatus efímero. Pero, advierte Danto, dedicarse a lo feo y desagradable implica mantener implícitamente una relación estructural (aunque negativa) entre belleza y arte, y este no logra salir del plano contemplativo.11
La dicotomía arte-filosofía es central en la obra de Duchamp y, en lo que se refiere a la muerte del arte, constituye su importancia histórica: el ready made plantea la confrontación con la filosofía y el problema de la naturaleza ontológica inferior del arte en términos filosóficos dentro de la misma obra. Danto desarrolla este punto mediante el análisis de la Fontana, tratando de explicar en qué consiste la diferencia entre un urinario obra de arte y cualquier otro urinario del mismo modelo y de la misma manufactura. La diferencia, evidentemente, no depende de algún valor formal agregado (no es una diferencia estética), ya que un urinario común y corriente y el urinario ready made son exactamente iguales. La diferencia se encuentra entonces en el concepto, es decir, en el plano de la filosofía. Danto concluye que esta pregunta filosófica acerca de la naturaleza artística del ready made hace del ready made arte.
Personalmente, aun aceptando sus conclusiones, no estoy totalmente de acuerdo con el razonamiento de Danto, que anticipa en el ready made ciertas instancias conceptuales sin considerar una interpretación vinculada a la crítica sarcástica de Duchamp hacia un estadio del arte en el cual existen solo los arbitrios del mercado. Y en este sentido no es, como piensa Danto, que el ready made comience el proceso del fin del arte, sino que el arte ya ha terminado: el ready made se limita a constatarlo. En otras palabras, colocar un urinario en el lugar institucional de una obra de arte significa decir dos cosas: la primera, que un urinario puede ser arte si es que un cierto acto del artista lo plantea como arte (el aspecto conceptual); la segunda, que este acto es entonces arbitrario: la necesidad del arte no existe y el arte no tiene un estatus ontológico propio. Por eso también el urinario ready made se puede interpretar como una sentencia que dice: si un urinario puede ser arte, entonces el arte es un urinario.12 De todos modos es cierto que este proceso es filosófico, y entonces se puede compartir la conclusión de Danto: aquí se cumpliría el objetivo de Platón de disolver el arte en la filosofía. Esta conclusión se sustenta, como había anticipado, sobre el pensamiento de Hegel, Danto hace aquí suya la teoría de la decadencia del arte, según las mismas palabras de la Introducción a la estética: “Bajo todos estos aspectos el arte, desde el lado de su suprema destinación, es y permanece para nosotros como un pasado. (...) El arte nos invita a la meditación, pero no con el fin de recrear el arte, sino para conocer científicamente lo que el arte es”.13
Para Hegel, la misión del arte sería entonces la de realizar la supremacía del pensamiento filosófico, o del espíritu absoluto en cuanto conciencia de sí mismo. Una vez cumplida esta tarea, el rol protagónico del arte en el desarrollo del espíritu absoluto termina y por esta razón se convierte en un accesorio secundario. Esto es, concluye Danto, el fin del arte y su acto oficial es el urinario de Duchamp. Concordando con Hegel, Danto dice que esto no significa que, después de este acontecimiento, no se pueda hacer arte: simplemente será arte inútil, sin mucha importancia, decorativo. Quedaría entonces el arte como un juego autorreferencial, que tiene como contenido únicamente la reflexión nostálgica de su época de gloria (que para Hegel era la época clásica).
Pero el análisis de Danto no termina en la forma tan oscura de la muerte del arte. En efecto, quedan abiertos dos problemas y por ende dos posibilidades: responder a la pregunta inicial acerca del poder del arte y posicionar la naturaleza estética del ready made.
La aproximación hermenéutica
Con respecto a la capacidad del arte de modificar la realidad, Danto indica que esta existe, solo que es indirecta. Lo que hace el arte, en concreto, es modificar la conciencia del espectador; de esta forma logra que este modifique su actitud hacia la realidad, activando así la necesidad de cambiarla. Danto sustenta esta posibilidad mediante la recuperación del arte como persuasión y el valor de la retórica. Una hipótesis que emparenta a Danto con Gadamer y plantea de alguna manera la relación con el valor didáctico del arte y su función educativa.
Los aspectos del ready made que quedan abiertos llevan a Danto a introducir el problema hermenéutico, porque el ready made es un objeto cualquiera cuya diferencia estética se constituye también por la interpretación del espectador. Ahora, esta interpretación, que Danto denomina de superficie, no es arbitraria, porque tiene que respetar y se apoya en un principio de autoridad, la intención del artista o del sistema del arte. Es en este momento que Danto se confronta con la deconstrucción, en cuanto se plantea el problema de la libertad total del proceso interpretativo. Esta puede existir porque se ubica en el plano que Danto denomina la interpretación profunda, que abarca aquellos aspectos sicológicos, filosóficos, sociales y políticos subyacentes al acto creativo y a la interpretación superficial y que no son conscientes ni en el artista ni en el espectador. Lo que permite que la libertad interpretativa no se disuelva en la deconstrucción es que de ninguna manera se puede entrar en contradicción con la interpretación superficial.14
El fin del arte como fin de la historia del arte
En Después del fin del arte y en otros ensayos15 Danto aborda el problema del fin del arte desde una perspectiva histórica, que se matiza con el planteamiento hegeliano que hemos visto anteriormente y nace desde las conclusiones de El fin de la historia del arte o la libertad del arte de Hans Belting.16
Aquí Danto comienza con una pregunta: ¿la inutilidad del arte contemporáneo, según las conclusiones presentadas anteriormente, es definitiva o se puede prospectar una alternativa a la simple repetición de fórmulas sin peso histórico que Hegel le ha destinado? En la actualidad, la respuesta parece negativa, ya que es el mismo concepto de arte lo que está exhausto; para Danto las transformaciones artísticas son aparentes, mutación sin movimiento, y todos los fermentos del siglo XX no son otra cosa que citas y reciclajes, en pocas palabras, el arte posmoderno.
Si existe una alternativa, esta se puede plantear por medio de la reflexión sobre la historia del arte, o mejor dicho, sobre las razones, si existen, por las cuales se puede hablar de historia del arte. Danto discute el problema analizando tres perspectivas diferentes: