de las ideas es únicamente parcial, aunque el número de términos en el texto hebreo del Salterio sea el mismo:
«Su fruto destruirá de la tierra,
Y su descendencia de entre los hijos de los hombres» (p.ej., Sal 21.10).
Una variante de este tipo de recurso literario es el paralelismo repetitivo, en el cual el tema o pensamiento de desarrolla mediante la repetición y extensión en las líneas:
«Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos,
Dad a Jehová la gloria y el poder» (p.ej., Sal 29.1).
Se encuentran también algunos ejemplos de paralelismos sin compensación, en el cual el número de términos en las líneas disminuye:
«Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo;
Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen» (p.ej., Sal 6.2).
3- Un tercer tipo particular de artificio literario ha sido identificado como paralelismo formal, aunque de forma estricta no constituye un paralelismo, pues las líneas poéticas únicamente tienen balance en el número de términos en hebreo, no en las ideas o los temas expuestos:
«Pero yo he puesto mi rey
Sobre Sión, mi santo monte» (p.ej., Sal 2.6).
Estas formas descritas de paralelismo disponen los recursos literarios internamente en los versos y en las líneas; sin embargo, los Salmos presentan también ejemplos de otros tipos de paralelismos externos, en los cuales la correspondencia temática se presenta en líneas sucesivas:
«El buey conoce su dueño,
Y el asno el pesebre de su Señor;
Israel no entiende,
Mi pueblo no tiene conocimiento» (p.ej., Is 1.3).
Además de esas características formales de la poesía de los Salmos, el estudio detallado de estas oraciones pone de manifiesto otros niveles estéticos de virtud que no pueden ignorarse. Los Salmos están repletos de artificios estilísticos que le añaden belleza literaria, y que contribuyen de forma destacada a la transmisión de las ideas. Entre esas importantes características retóricas pueden identificarse las siguientes: p.ej., símiles, metáforas, repeticiones, expresiones idiomáticas, hipérboles, refranes y acrósticos. Y junto a esos aspectos graMticales, léxicos, semánticos, filológicos y fonéticos, también los Salmos manifiestan la presencia de estrofas bien definidas, que en ocasiones se disponen en clara expresión alfabética (p.ej., Sal 119)82 .
El uso continuo de esos artificios, el despliegue extenso de recursos semánticos y la densidad de los temas que se exponen, le brindan al lector o a la lectora contemporáneos una buena pista para identificar los asuntos de importancia que el salmista deseaba afirmar y destacar. Además, la naturaleza poética de esta literatura revela de forma contundente que el Salterio no debe leerse, estudiarse o explicarse de forma literal, pues sus autores no lo escribieron con esa finalidad estática. La literatura poética debe evocar, inspirar, insinuar; y los Salmos son un magnífico ejemplo de buena literatura religiosa que desafía la imaginación de la gente que ora y adora con sus lecturas a través de los siglos.
Esa naturaleza poética, polivalente, simbólica y figurada de la poesía hacen del Salterio uno de los libros más difíciles de comprender, estudiar y traducir en la Biblia83 . Esa dificultad básica se complica aun más pues la gran mayoría de los poemas que se incluyen en el Salterio no revelan con claridad sus contextos históricos, que pueden, en efecto, contribuir positivamente a la comprensión adecuada de mensaje de la Escritura.
Para superar este extraordinario desafío, es aconsejable que las personas que estudian el libro de los Salmos –si no tienen dominio del idioma hebreo–, que lean el poema en más de una versión. De esa forma comparada pueden identificar y disfrutar de las particularidades lingüísticas y los artificios poéticos del lenguaje, a la vez que adquieren el sentido del mensaje. Esa sensibilidad estilística y meticulosidad metodológica guiará nuestro estudio y análisis del Salterio.
EL USO DE LOS SALMOS EN LA BIBLIA
La influencia destacada del estilo literario y los temas del Salterio se pone de manifiesto claramente a través de toda la Biblia. Los escritores bíblicos se apoyaron en los salmos para transmitir sus ideas y para afirmar los valores de la fe que promulgaban; y evocando los salmos, articulaban sus mensajes y transmitían sus enseñanzas .
En boca de varios personajes bíblicos de importancia se ponen salmos de gran envergadura teológica: p.ej., Ana (1 S 2.1-10), David (2 S 2.51) y Ezequías (Is 38.10-20). El pueblo, en ocasiones solemnes, expresa sus sentimientos ante Dios en la misma tradición lírica: p.ej., al cruzar el Mar Rojo (Éx 15.1-18), al trasladar el Arca del pacto (1 Cr 16.8-36) y en la dedicación del Templo (2 Cr 6.41-42). En la literatura profética se pueden encontrar buenos ejemplos del uso de ese particular estilo poético: p.ej., Isaías12.1-6, Jeremías 14.7-9,19-22 y Habacuc 3.1-19. Y los maestros del pueblo, conocidos también por su sabiduría, siguieron esa misma línea estilística: p.ej., Ec. 36.1-17; 39.12-35; 51.1-12.
La contribución del Salterio a la literatura del Nuevo Testamento es extensa e intensa. De unas trescientas citas y referencias al Antiguo Testamento, como cien pertenecen a los salmos. Y los famosos poemas Magnificat (Lc 1.46-55), Benedictus (Lc 1.67-79) y Nunc Dimitis (Lc 2.29-32) son piezas literarias esencialmente escritas en la tradición temática y la teológica del Salterio, y redactados al estilo de los salmos.
Jesús citó los salmos con más frecuencia que el resto del Antiguo Testamento: p.ej., los aplicó a su ministerio (Mt 21.42; Mr 12.36; Lc 13.55), y también los utilizó para desarrollar y afianzar sus doctrinas (Mt 7.23; Lc 13.27; Jn 10.34). Los apóstoles tomaron los salmos para referirlos a Cristo (Hch 2.25-28,34-35; 13.33-35) o para explicar algún asunto de valor teológico (Hch 1.20; 4.25-26; 13.22). San Pablo también los utilizó con frecuencia en sus cartas pastorales (Ro 3.4,10-18; 1 Co 15.25; Ef 4.8). Y los autores de las epístolas católicas o universales siguieron esa misma tradición de uso del Salterio (Stg 5.11; 1 P 2.7,10-12).
Los salmos, que fueron escritos en el entorno de la oración íntima, tanto personal como colectiva, sirvieron de base para las plegarias y los clamores de la iglesia desde su mismo nacimiento. Jesús, en la llamada Última Cena, recitó los salmos hal-lel (Sal 113–118) junto a sus discípulos (Mt 26.30). Y, según el testimonio de los Evangelios, mientras agonizaba en la cruz, el Señor tomó las palabras de varios salmos para exclamar sus sentimientos más hondos, y para presentar sus preocupaciones más intensas (Mt 27.46 y Sal 22.2; Lc 23.46 y Sal 21.6; Jn 19.28 y Sal 69.22).
Ese uso del Salterio como libro de oraciones también se pone en evidencia clara en la vida de los apóstoles. Pablo y Silas, según la narración bíblica, cantaban salmos e himnos al Señor en la oscuridad de la noche y en el anoniMto de la cárcel (Hch 16.25). Y entre las recomendaciones apostólicas a los creyentes y las iglesias, se incluyó la oración de los salmos para afirmar la piedad y apoyar el crecimiento cristiano (Col 3.16; 1 Co 14.26; Ef 5.19; Stg 5.13).
PERTINENCIA DE LOS SALMOS: UNA LECTURA EN CASTELLANO
Para los creyentes contemporáneos, el Salterio es un libro siempre presente, pertinente y contextual. En sus poesías, la gente de fe que ha llegado al tercer milenio de la iglesia descubre un caudal maravilloso de temas y asuntos que tienen gran importancia teológica, sociológica, sicológica, política, emocional y espiritual para la sociedad actual. Particularmente la gente que lee el Salterio en el idioma español, ya sea en España, América Latina, el Caribe o en los Estados Unidos, se identifica con sus mensajes intensos y hermosos, que nacen de las experiencias cotidianas de los antiguos poetas y salmistas de Israel.
En primer lugar, los salmos reflejan las dinámicas reales de la vida. El fundamento de esta literatura no es la especulación impertinente, la contemplación enajenada, ni el ejercicio académico fútil. La lectura sobria de esta literatura revela las complejidades de la vida