Enrique Dussel

El arte de argumentar: sentido, forma, diálogo y persuasión


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número»; pero va más allá y postula en el artículo 12: «Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto». Pero sobre todo afirma todavía: «15. Que la esclavitud se proscriba para siempre, y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud».

      Esta tradición argumentativa se prolonga hasta el siglo XX con el Che Guevara o Fidel Castro con su célebre «Primera declaración de La Habana», una de las más grandes piezas retóricas de la contemporaneidad; o con la «Primera declaración de la selva lacandona» del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que analizamos en Argumentación y discurso y en este libro; o los planteamientos de Hugo Chávez, hasta llegar en 2013 al discurso de Evo Morales en Rusia, donde en forma retórica pero también lógica y evidencial volteó el argumento de la colonialidad y de la deuda externa: son los europeos los que deben a América por haber saqueado su riqueza.

      Es decir, queremos mencionar que si bien es bueno hacer la historia colonial de la argumentación en América, que tiene aportaciones notables como la Lógica de Rubio (conocida por Descartes y con múltiples ediciones), adaptaciones que implicaron innovación desde el primer momento (como las reseñadas por Beuchot), es tanto y más importante recuperar la vena de la argumentación por la liberación continental.

      La argumentación en los últimos años

      Después de que cerramos la investigación de El arte de argumentar se ha desarrollado un despliegue más amplio de la teoría de la argumentación en el mundo bajo la hegemonía o dentro del contacto con occidente. Cada año se multiplican los congresos y publicaciones en Japón, en la Europa ex socialista, en América Latina. Se despliega como un nuevo pensar hegemónico.

      Dado que la argumentación sigue el modo de la producción social, cada vez vemos más esfuerzos ligados a la sistematización formal de la argumentación para los programas de cómputo.

      En la lógica no ha habido despliegues notables y se permanece en la difusión y discusión de las falacias. Pero hubo en 2013 una discusión que muestra cierta crisis terminológica sobre la lógica informal, el pensamiento crítico y la teoría de la argumentación, que sin ser sustancial no deja de ser relevante. En Europa, el congreso de referencia sigue siendo el de la International Society for the Study of Argument cada cuatro años. Y además de la revista Argumentation de la pragmadialéctica destaca el Journal de Informal Logic. Pero los nombres han hecho crisis. Sabemos que el término lógica informal es en extremo inadecuado, pero también se ha puesto en cuestión la «teoría de la argumentación», sin construirse todavía un nuevo consenso. El lógico ecléctico canadiense Douglas Walton, por ejemplo, ha propuesto para la asociación mundial la fórmula sustituta «Asociación para el Estudio Normativo de la Razón y la Argumentación» o «Asociación para los Métodos de la Argumentación». Ya antes se había hablado también del término posible «filosofía de la argumentación». Y es claro igualmente que al centrarse estas corrientes en lo formal no salen del vericueto del hecho de que el único criterio válido para juzgar en el fondo es el de la lógica estándar.

      Una parte significativa de la crisis es que no hay claridad en que los cursos de pensamiento crítico sirvan suficientemente para desarrollar las habilidades racionales. Lo que atañe sobre todo a la práctica de profesores y corrientes con un enfoque reductivo de la argumentación, en lugar del enfoque verdaderamente contextual, integral y complejo.

      El ámbito de la argumentación visual se consolida cada vez más en el campo. Y en el ámbito de la argumentación emocional quizá el avance más notable es el libro de Christian Plantin, Les Bonnes Raisons des émotions. Principes et méthode pour l’étude du discours émotionné, bajo el enfoque del estructuralismo y de la interacción comunicativa.

      En nuestro subcontinente, las corrientes que ya se desplegaban siguen su curso, pero se inició después de que planteamos con otros la iniciativa de una red latinoamericana (LASSA), un congreso periódico que se ha centrado en Chile, pero ha tenido una influencia eurocéntrica predominante, bajo la hegemonía de la pragma-dialéctica. También se ha expandido el estudio retórico.

      México sigue estando bajo fuerte influencia del pensamiento crítico y la lógica informal estadounidense-canadiense. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) prácticamente está copada por un pensamiento de raigambre totalmente eurocéntrica y de visión en extremo limitada. En la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Silvia Gutiérrez ha seguido más bien el modelo francés de Christian Plantin. En Jalapa, Ariel Campirán hace esfuerzos desde el horizonte dominante pero buscando también caminos propios. En la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) se sigue el modelo imperante, con algunos contactos con colegas en el mismo horizonte en América Latina. Más interesante quizá resultó el volumen sobre la introducción a la argumentación realizado por la Universidad de Guadalajara, o el esfuerzo de Eduardo Harada en las preparatorias del Distrito Federal en torno a diversas actividades de lógica, argumentación y filosofía para niños. Y donde sí aparece una visión más propia es en los estudios discursivos y en los trabajos de las jornadas de retórica, que incluso han dado lugar a estudios de la retórica originaria y el libro La palabra florida con aportes centrales de Gerardo Ramírez Vidal y Helena Beristáin.

      No podemos enumerar todos los demás aportes en detalle y ofrecemos disculpas por ello; sin embargo es necesario mencionar, en el terreno de la argumentación visual, la tesis doctoral de Josefina Guzmán Díaz (UNAM, 2007), que aporta el modo lúdico de argumentar y lo analiza en la publicidad; la tesis doctoral de Julieta Haidar; el libro coordinado por ella misma y Adrián Gimate-Welsh (La argumentación. Ensayos de análisis de textos verbales y visuales, Universidad Autónoma Metropolitana, 2013), y el trabajo realizado en el seminario dirigido año tras año por la misma Haidar en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, que integra la argumentación con el análisis del discurso y la semiótica de la cultura.

      Aunque es preocupante que no exista una orientación propia latinoamericana y que poco se trabaja todavía en una perspectiva decolonial, creemos que existen condiciones para desplegar ese movimiento, que empieza por la asimilación del estado del arte mundial y los barruntos de asunción de lo propio.

       Exordio

      La historia de la cultura occidental encuentra uno de sus fundamentos formales de más larga duración en dos milenios y medio de desarrollo de la argumentación, del estudio de los mecanismos mediante los cuales afirmamos algo desconocido o cuestionado a partir de lo conocido y aceptado para persuadir, convencer o derrotar al otro sin acudir a la fuerza física. Esto por sí solo justifica la atención en el campo de la teoría del argumentar. Además, poderosas razones atraen hoy nuestra atención hacia este universo: el bombardeo de argumentos de la propaganda política y comercial al que es sometido el ciudadano contemporáneo que requiere herramientas para la autodefensa y la crítica; el gran desarrollo de la teoría de la argumentación después de la segunda guerra mundial, que nos permite contar con instrumentos intelectuales a la vez accesibles y sofisticados para el mejoramiento de nuestra argumentación y la crítica de los discursos argumentativos; el casi nulo conocimiento de la reflexión tanto clásica como moderna de la teoría de la argumentación entre los grandes núcleos de población, entre los profesores, jueces, legisladores y luchadores políticos progresistas de América Latina; la importancia de fomentar una cultura compleja de discusión y respeto democráticos tanto en los ámbitos de la discusión interpersonal como en la esfera pública; y el creciente reconocimiento de la importancia de la argumentación y la interpretación en las teorías científicas.

      Hoy, en tiempos de guerras absurdas, de inventos que no miden las consecuencias sobre el ambiente y la salud, de profundización de las desigualdades a escala mundial, se nos plantea como una urgencia saber argumentar en todos los ámbitos a favor de la democracia, de la construcción de una ciudadanía crítica y de la supervivencia