Maurizio Lazzarato

¿Te acuerdas de la revolución?


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naturaleza, tal como será definida entre los siglos XV y XVII, no estaba únicamente compuesta por no humanos; no era exclusivamente animal, vegetal y mineral, ya que también incluía mujeres, esclavos, colonizados, indígenas, todos sometidos a un proceso de naturalización radical, de manera que esta revolución fue la del hombre, blanco, masculino, dotado de razón, frente a las “naturalezas humanas y extrahumanas” que carecían de ella.

      Una vez que las mujeres fueron desvalorizadas a través del sexo, y los colonizados, esclavos y nativos, a través de la raza, la separación entre naturaleza y sociedad podía legitimar la función del hombre, masculino, blanco, propietario, europeo, cuya tarea será la civilización y el dominio de estas diferentes naturalezas salvajes (humanas y extrahumanas).

      Las jerarquías de “valores” político-sociales así establecidas se tradujeron inmediatamente en jerarquías de “valores económicos”.

      La operación que ejerce el capital sobre esta enorme masa de trabajo no productivo es la de síntesis disyuntiva, de exclusión inclusiva. La exclusión de la humanidad, del espacio político, de los derechos, etc., es lo que vuelve rentables a los no asalariados. El “adentro” y el “afuera” son construcciones cuyo contenido varía según la época, pero siempre es necesario reproducirlas porque de esta “inclusión por medio de una exclusión” depende la tasa de ganancia.

      La desvalorización del trabajo humano no remunerado se realiza principalmente a través del sexo y la raza, puntos a los que tendremos que volver con más detenimiento, porque esta devaluación que pasa por los cuerpos introdujo problemas apenas tematizados o no tematizados por la tradición marxista centrada en el trabajo abstracto. La problematización de esta doble valoración/desvalorización será aún más importante para la dinámica de la revolución en el siglo XX, ya que las rupturas políticas más importantes vinieron precisamente del trabajo gratuito, barato, marcado racial y sexualmente.

      Evidentemente no hay nada de natural en esta “naturaleza” (como sucede con la mujer, el esclavo, el colonizado, el indígena), porque ha sido “descubierta” invadida, cartografiada, estudiada, diseccionada por la ciencia, el Estado y los capitalistas, de tal manera que Moore puede hablar, con un guiño hacia el marxismo, de “naturaleza social abstracta”.

      Lo que se llama crisis ecológica tiene sus raíces en esta doble historia de explotación y saqueo de naturalezas humanas y no humanas.

      1.2. Las verdaderas fronteras

      El dinamismo del capitalismo, sus continuas “revoluciones”, es impensable sin las “fronteras” que separan y unen el adentro y el afuera de la valorización. La frontera establecida por la síntesis disyuntiva que distribuye la inclusión y la exclusión no debe confundirse con las fronteras de los Estados soberanos. La solidez y la estabilidad de las fronteras de los Estados nacionales dependen de la solidez y la estabilidad de la “color line” que desde hace un tiempo introdujo sus divisiones también en el Norte.

      Las fronteras de la máquina global no son simples lugares geográficos, sino relaciones ecológicas y de poder que deben liberar nuevos flujos de bienes gratuitos. Estas fronteras políticas son las que definen la valorización y la desvalorización de las subjetividades, las que reparten el trabajo abstracto y el trabajo no remunerado, las que establecen las diferencias entre “civilización” y “barbarie”. Se desplazan continuamente a medida que los precios de los “productos” baratos garantizados por la mano de obra no remunerada aumentan o ingresan en la producción capitalista propiamente dicha.

      Según Jason Moore, estas fronteras “descubren”, mapean, analizan, disponen nuevos elementos naturales y nueva mano de obra barata para su apropiación y saqueo. El agotamiento de una frontera requiere la construcción de otra. Siempre es necesario que una gran masa de trabajo humano y no humano (el suelo, los bosques, el agua, etc.) quede fuera de la capitalización, fuera de la ley del valor, o que la cantidad de valor y capitalización que contiene sea escasa. La producción de trabajo precario, subpago y subempleado responde a este imperativo.

      La colonización del centro es una nueva frontera de este tipo.

      1.3. Máquina política e inteligencia artificial

      El capital conoce tanto el poder como los límites de la ciencia y la tecnología, incapaces por sí mismas de determinar el aumento de la productividad y la tasa de ganancia. Las innovaciones sociotécnicas son un éxito siempre que estén asociadas con movimientos aún más importantes, más rápidos y más extendidos de libre apropiación de alimentos, trabajo, energía y materias primas. En el capitalismo, cada “revolución” tecnológica o científica debe asociarse con el saqueo, la violencia y la guerra en una acción que solo puede ser global.

      Un descubrimiento técnico o científico no basta para hacer felices a los capitalistas. El éxito de las innovaciones técnicas depende en primer lugar de la máquina política, como bien sabían tanto Lewis Mumford como Deleuze y Guattari. Antes de depender de la innovación técnica y organizativa, el éxito “económico” depende de una máquina política global que divide y conecta el trabajo global, jerarquizado por la valorización y la desvalorización de cuerpos y subjetividades. Las máquinas técnicas están siempre subordinadas a máquinas y estrategias políticas.

      Esta verdad vale también para la producción de la “revolución” científica de la inteligencia artificial, que debe ser despojada de todos los poderes de liberación o dominación que el pensamiento crítico atribuye a la tecnología y la ciencia. La liberación y la dominación son siempre el resultado de la máquina política; nunca de la máquina.

      En su obra Esperando a los robots,14 Antonio Casilli ha demostrado que la producción de inteligencia artificial, la más innovadora de las tecnologías, se realiza a través de la más antigua de las divisiones del trabajo, la división entre centro y periferia, explotando la mano de obra gratuita o muy barata. La máquina política del capitalismo es la que define las posibilidades de existencia y funcionamiento de la máquina técnica. La técnica de la inteligencia artificial es, como cualquier máquina técnica “esclava” –para emplear el término de Gilbert Simondon– de la máquina de guerra, inmediatamente global y social a la vez.

      Tomemos el ejemplo utilizado por Casilli de un automóvil de conducción “automática”. La inteligencia artificial de un automóvil sin conductor es incapaz de reconocer por sí sola un árbol o un peatón, es incapaz de distinguir un obstáculo de una señal de tránsito. Para enseñarle estas diferencias (la máquina es capaz de aprender), se necesita de trabajo humano que etiquete millones de imágenes (árboles, peatones, carteles, etc.) para que la máquina “automática” pueda realizar eso para lo que ha sido construida. El “trabajo digital” (nada extraordinario, ya que se trata del trabajo de los dedos) se reduce a una tarea muy simple (una microtarea): cliquear sobre una imagen por unos centavos de dólar. Millones de trabajadores del clic están dispuestos a trabajar incluso por un centavo de dólar el clic.

      La distribución de un número muy reducido de trabajadores hiperespecializados (ingenieros de datos, analistas de sistemas, etc.) y de millones de trabajadores digitales no calificados reproduce a la perfección la división secular entre “trabajo abstracto” concentrado en el Norte y gratuito o barato concentrado principalmente en los países del Sur, aunque no exclusivamente en ellos. Además, observa Casilli, los investigadores hablan en relación con esto de “e-esclavitud” o “neocolonialismo”.

      Los trabajadores “cognitivos” están instalados en multinacionales de alta tecnología en el Norte, mientras que el trabajo devaluado se localiza en el Sur global (India, Kenia, Túnez, Turquía, Indonesia, Filipinas, Pakistán, pero también en los países del Este: Rumania, Bulgaria, Rusia, etc.), en “granjas de clics” o en hogares que disponen de conexión a internet.

      La producción de inteligencia artificial exacerba la articulación del trabajo abstracto y el trabajo gratuito o barato. Las islas de la producción de inteligencia artificial son diminutas en comparación con las del trabajo