personal. Con ello pretendo transmitir al lector la paradójica sensación de que la práctica meditativa personal y concreta es, simultáneamente, impersonal y universal, y eludir así cualquier relato personal centrado en “mi” experiencia o en “mi” vida que pudiera estar urdiendo el persistente hábito egoísta de la mente. También es muy importante, habida cuenta del colosal sufrimiento al que, como seres humanos, estamos sometidos y de la fugacidad de esas lentes distorsionantes llamadas opiniones y visiones a las que, en un desesperado intento de dar sentido al mundo y a nosotros mismos, tan a menudo nos aferramos, tomarse muy en serio –aunque no de un modo estrictamente personal– y con una buena dosis de jovialidad y humor la propia experiencia.
En la primera parte exploraremos lo que es y lo que no es la meditación y las implicaciones que acompañan al cultivo de la atención plena. En la segunda parte investigaremos las fuentes de nuestro sufrimiento y de nuestro “malestar”, pondremos de relieve el efecto liberador de la atención ecuánime y veremos el modo en que la atención plena se ha integrado en la práctica de la medicina, revelándonos dimensiones de nuestra mente y de nuestro corazón que pueden ser profundamente curativas y transformadoras. En la tercera parte exploraremos los “paisajes sensoriales” de nuestra vida y el modo en que la conciencia sensorial promueve el bienestar y enriquece nuestra vida y nuestro modo de conocer y de estar en el mundo y en nosotros. La cuarta parte proporciona al lector instrucciones detalladas para el cultivo de la atención plena a través de los distintos sentidos, apelando a un amplio abanico de prácticas meditativas formales que nos transmiten el sabor de su infinita riqueza, que, por cierto, podemos degustar en cualquier momento. La quinta parte explora el modo en que el cultivo de la atención plena puede conducir a la curación y a una mayor felicidad a través de una “revolución de la conciencia” que transforma por completo nuestro modo de percibir y actuar en el mundo. La sexta parte se ocupa del cultivo de la atención plena y ejemplifica el modo en que puede afectar a diversos aspectos de nuestra vida cotidiana, desde estar en donde estamos hasta ver o no la Superliga y “morir antes de morir”. La séptima parte se centra en el mundo de la política y de las tensiones a las que se halla sometido el mundo desde la perspectiva proporcionada por la medicina cuerpo-mente y sugiere algunas formas en que la atención plena puede contribuir a la curación y la transformación del cuerpo político y del mundo. La octava parte, por último, ubica nuestra vida y los retos a los que actualmente nos enfrentamos en un contexto mayor de la evolución y de nuestra especie, poniendo de relieve la existencia de dimensiones ocultas que pueden permitirnos vivir nuestra vida instante tras instante y día tras día como si realmente importase.
1. Steven Chu, Stanford University, Premio Nobel de física, Mind and Life Institute, Diálogo X, Dharamsala (India), octubre de 2002.
PARTE I:
LA MEDITACIÓN
NO ES LO QUE CREEMOS
El rango de lo que pensamos y hacemos está limitado por aquello que no advertimos.
R.D. LAING
Eso está en mí… no sé lo que es… pero sé perfectamente que está en mí.
WALT WHITMAN
LA MEDITACIÓN NO ES PARA PUSILÁNIMES
No es fácil, en una época como la actual en la que las cosas discurren tan rápidamente, hablar de la belleza y de la riqueza eternas del momento presente. Pero lo cierto es que, cuanto más aprisa discurren las cosas, más importante es restablecer el contacto –hasta morar incluso– en lo atemporal porque, en caso contrario, corremos el riesgo de desconectarnos de dimensiones de nuestra humanidad esenciales para convertir el sufrimiento, la locura y la confusión del cuerpo y de la mente –a los que, genéricamente, nos referimos como “enfermedad”– en bienestar, felicidad y sabiduría. Porque, aunque no lo parezca y, en ocasiones, nos refiramos a esos sentimientos y estados con el nombre de “estrés”, se trata, en realidad, de una enfermedad dolorosa que siempre va acompañada de una sensación subyacente de insatisfacción.
En 1979 fundé la Stress Reduction Clinic pero, desde entonces, las cosas han cambiado mucho, el ritmo de la vida se ha acelerado y también son mayores los peligros que hoy en día nos acosan, hasta el punto de que hay ocasiones en que me pregunto «¿A qué estrés me refería?» Si entonces era ya importante afrontar directamente la situación y las circunstancias personales en que nos encontrábamos y descubrir formas nuevas y creativas de ponernos al servicio de la salud y de la curación, mucho más lo es en un mundo como el actual en el que, independientemente de que la mayor interconexión parezca tornarlo cada vez más pequeño, los acontecimientos se desarrollan a un ritmo más acelerado y caótico.
En épocas como éstas en las que la aceleración crece de manera exponencial, cada vez es más urgente aprender a morar en lo atemporal, auténtica fuente del consuelo y de la visión clara y esencia misma del programa que, desde sus orígenes, ha desarrollado la Stress Reduction Clinic. Y no me refiero tanto a que, tras varios años de lucha, consigamos acceder a la belleza atemporal de la conciencia meditativa y a una vida más eficaz, satisfactoria y pacífica, sino a la posibilidad de alcanzar, en este mismo instante, lo atemporal, que siempre se halla frente a nuestras propias narices. De lo que se trata es de acceder a potencialidades que, en la actualidad, se encuentran ocultas debido a nuestra negativa a permanecer presentes, deslumbrados, hipnotizados o asustados por el futuro o por el pasado, arrastrados por la corriente de los acontecimientos, por nuestra insensibilidad y por nuestras reacciones automáticas y preocupados –cuando no obsesionados–por lo que inadvertidamente etiquetamos como “urgente” y perdiendo al mismo tiempo la posibilidad de acceder a lo que es más importante, fundamental y hasta vital para nuestro bienestar, nuestra salud y nuestra supervivencia. Estamos tan acostumbrados a quedarnos absortos por el futuro y el pasado que habitualmente carecemos de toda conciencia del instante presente y tenemos un escaso control –si es que tenemos alguno– sobre los altibajos a que afectan a nuestra vida y a nuestra mente.
La frase con la que se inicia el folleto en el que describimos el programa de entrenamiento y de retiros de atención plena que ofrece nuestro instituto, el Center for Mindfulness in Medicine, Health Care, and Society (el CFM) a profesionales de salud y líderes del mundo empresarial dice: «La meditación no es para los pusilánimes ni para quienes se han acostumbrado a negar los anhelos más profundos de su corazón», una frase con la que pretendemos desalentar a quienes se muestran renuentes a enfrentarse a lo atemporal, a quienes no lo entenderían y a aquellos otros cuya mente y corazón están tan ocupados que carecen del necesario espacio para aprovechar esta oportunidad y permitirse esta experiencia.
Porque el caso es que, si tales personas se inscribieran en alguno de nuestros programas, malgastarían la ocasión luchando consigo mismas y pensando que la práctica de la meditación es un absurdo, una tortura o una pérdida de tiempo. De ese modo, las resistencias y justificaciones les llevarían a desaprovechar los breves y preciosos momentos que tendríamos para trabajar juntos.
Es de suponer por tanto que quienes se inscriben en esos retiros lo hacen gracias a esa frase o a pesar de ella. En cualquiera de los casos, sin embargo, ésa ha sido precisamente nuestra intención, alentar el interés de quienes están dispuestos a explorar el paisaje interior de la mente y del cuerpo y el dominio de lo que los antiguos maestros chinos taoístas y chan denominaban no hacer, el dominio de la auténtica meditación, en la que, si bien parece que no se estuviera haciendo nada, tampoco deja de hacerse nada importante y, como consecuencia de ello, puede manifestarse claramente en el mundo la misteriosa energía de un no-hacer abierto y despierto.
La corriente de las obligaciones nos arrastra hasta obligarnos a soslayar los anhelos más silenciosos de nuestro corazón. La meditación es muy simple, pero con ello no queremos decir que sea sencilla y placentera. Ni siquiera es fácil, en medio del estilo de vida tan ocupado en el que solemos hallarnos inmersos, disponer de tiempo para ejercitar regularmente una práctica conjunta, y con demasiada frecuencia nos olvidamos de que, en todos y cada uno