José Carlos Gómez-Menor Fuentes

Raices históricas de san Juan de la Cruz


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la mujer: Josefina de la Maza y María Jiménez Salas, Vida de San Juan de la Cruz (1947).

      Este libro, que tiene en su pórtico un poema de Gerardo Diego sobre la soledad, es una de las más bellas biografías de san Juan de la Cruz que, sin embargo, apenas es citada. Escrita en colaboración por dos escritoras de gran sensibilidad que aspiran, como confiesan en el primer párrafo, a “contar la gloria y la belleza de la vida de san Juan de la Cruz”[47]. Dejan a un lado la obra del Santo para ocuparse de su vida, y este es uno de los méritos del volumen.

      Las amplísimas fuentes que manejan las autoras (hay una dependencia de los mejores biógrafos: P. José de Velasco, Bruno de Jesús María, las antiguas biografías del siglo XVII y, especialmente, las obras de Crisógono de Jesús Sacramentado y del P. Silverio) aseguran a este libro unos sólidos cimientos.

      Pero en su afán encomiástico de la persona de san Juan de la Cruz, las autoras toman la antigua vía y método de los biógrafos barrocos del siglo XVII, llenando su obra de hechos milagrosos a la manera de las florecillas de san Francisco de Asís.

      10. Una biografía fraterna: Pablo María Garrido, San Juan de la Cruz y Francisco de Yepes (1989).

      Uno de los principales méritos de este inteligente libro del padre Pablo María Garrido es insistir en la valía de los datos aportados por la primera biografía que se realizó en 1616, por el padre José de Velasco, al hilo de exponer la vida de su hermano Francisco de Yepes. Por un lado, indaga con acierto en algunos de los datos que se aportan en ese libro, que se habían puesto en duda, a nuestro juicio de forma injusta, por parte de algunos investigadores. Por otro, coteja los datos que se desarrollan sobre el hermano mayor del Santo. Y, además, el volumen incorpora un material bibliográfico importante para los estudiosos sanjuanistas: los seis capítulos que se refieren a Juan de la Cruz, facilitando así la divulgación de esos apartados tan interesantes para la reconstrucción de su vida.

      Se trata de un libro lleno de sugerencias, propuestas y tesis que enriquecen el análisis sobre la vida del Doctor Místico. Precisamente la primera parte del libro lleva como título “En torno a la biografía de San Juan de la Cruz (Precisiones, rectificaciones, sugerencias)”.

      Se trata, en definitiva, de un libro muy bien escrito y que abre muchas puertas para acceder al misterio de la vida de san Juan de la Cruz.

      11. Una biografía entre el periodismo y la literatura: José María Javierre, Juan de la Cruz, un caso límite (1991).

      Este voluminoso libro del padre J. M. Javierre, de 1.121 páginas, le costó escribirlo 5 años. El libro combina diferentes perspectivas: la de la literatura y el lenguaje periodístico junto con la información histórica.

      En el jugoso capítulo introductorio el padre Javierre explica que asusta la imagen tan deformada que se tiene de san Juan de la Cruz. Su propuesta pretende situarse, por utilizar una idea aristotélica, en un justo medio: no se trata de hacer una pura hagiografía, porque supone encajar de forma artificial al biografiado en una imagen preconcebida o prefabricada, pero tampoco explicar la vida desde una historia aséptica o fría, que solo se preocupa de los hechos y en la que el personaje carece de latido, en un estilo aburridísimo. Este es el ánimo del autor, aunque, como no podía ser de otra manera, por su conocida trayectoria y porque recibió el encargo de escribir esta biografía en un lenguaje vivo, se escora hacia el lado periodístico, que quizá atrapa más al lector pero deja más frío al historiador. El autor lo que pretende, como explica con claridad, es dar a san Juan de la Cruz “una segunda oportunidad” de vida[48].

      Un aspecto importante de esta biografía es la conexión que intenta hacer el autor entre la vida de san Juan de la Cruz y la de la Madre Teresa. En el volumen se recrean episodios de la vida del Doctor Místico y también se comentan datos y textos históricos, advirtiéndolo al lector con el empleo de la letra cursiva. Desde luego, en esta faceta literario-periodística el padre Javierre, como puso de manifiesto en otras biografías de fundadores de órdenes religiosas, es un auténtico maestro. Murió el 17 de diciembre de 2009 a los 85 años.

      12. Una biografía desigual: Efrén de la Madre de Dios y Otger Steggink, Tiempo y vida de San Juan de la Cruz, 1992.

      En este libro, también muy voluminoso, los autores pretenden mejorar la biografía del santo y para ello se proponen “depurar precisiones históricas” y hacer hincapié en “la exactitud ambiental”, pues “no es posible conocer a San Juan de la Cruz sin investigar el clima y el humus donde se cría y crece, como tampoco se puede desconocer su contexto familiar, cultural y religioso que respira a todas horas”[49]. Esta idea aparece ya reflejada, como una declaración de intenciones, en el título. Y se aprecia en el capítulo introductorio, que se dedica a glosar el contexto histórico de la época en la que nace san Juan de la Cruz.

      Por tanto, el libro se inscribe en una visión de la historia que presta mucha atención al contorno, es decir, el clima familiar, social, económico, cultural y religioso del Místico de Fontiveros. Esto convierte tal empresa en una tarea monumental, con un enorme despliegue de datos y documentación.

      El libro está escrito con un espíritu crítico, con el ánimo de corregir algunas inexactitudes, aunque no por ello los autores se libran de incurrir en otras.

      Los autores hacen una crítica dura al profesor Teófanes Egido, al que califican de pedante por referirse a la obra de Alonso de la Madre de Dios como una “biografía barroca”. Aquí pensamos que lo relevante es hacer un puente que comunique la historia y la biografía barroca, pues es conveniente extraer lo que hay de histórico en la narración barroca y las dificultades de construir la biografía del Santo de espaldas a la consideración que se tenía de él en aquella época. Estamos más cerca de la opinión que sostiene Olegario González de Cardedal cuando, criticando la postura de Teófanes Egido, juzga excesiva “la contraposición entre biografía y hagiografía, como si aquella perteneciera al real género histórico y ésta más bien a la creación mitopoética. Junto a la admirable lucidez crítica de su análisis, en la línea de la historia de las mentalidades, uno pregunta si la sospecha no ha pasado los límites. Y siempre se puede sospechar del sospechante. Con su libro sobre San Ignacio de Loyola: “Solo y a pie” (Salamanca, 1991) Juan Ignacio Tellechea nos ha evidenciado hasta dónde se pueden conjugar ambos géneros literarios para ganancia de ambos”[50].

      Los autores de esta biografía ya habían realizado otra obra anterior sobre Santa Teresa[51]. Aunque los autores afirman en el último párrafo del prólogo que la obra no está escrita en partes atribuibles de forma separada a cada autor, sino que la suscriben in solidum, la realidad es que se aprecian diferentes estilos que hacen pensar que no se trata de una suma de ideas sino de una mezcolanza. Esto añade al libro una dosis negativa de desequilibrio.

      13. Una visión desde el Carmelo anglosajón: Wilfrid MacGreal, John of the Cross, 1996.

      Este libro, que fue traducido el castellano en 1997, constituye una buena Introducción a san Juan de la Cruz. Precedidos sus cinco capítulos por una breve introducción, dedica el primero de ellos a La vida y el entorno de san Juan de la Cruz.

      Para centrar su corta biografía comienza escribiendo: “El siglo XVI fue una época de convulsiones, descubrimientos y cambios... En España, la figura política dominante es Felipe II, mientras que san Juan de la Cruz es el poeta más importante de su tiempo y también un excepcional maestro para los cristianos que buscan a Dios”[52].

      Estas páginas biográficas dependen de la historiografía de los Padres Carmelitas españoles de la Antigua Observancia (los calzados). En lo que se refiere al tema de los orígenes familiares, sobre Catalina Álvarez escribe que “se cree que era de origen árabe, es decir, descendiente de los invasores musulmanes. La familia de Gonzalo se asustó. Temió que este matrimonio atrajera la atención sobre ellos y que sus orígenes judíos llegaran a ser descubiertos”[53].