José Carlos Gómez-Menor Fuentes

Raices históricas de san Juan de la Cruz


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Como escribe Paloma Pérez-Ilzarbe, “el conocimiento científico no se alcanza al demostrar verdades a partir de principios, sino que se va construyendo al formular y seleccionar hipótesis acerca de lo desconocido, con las que poder explicar lo conocido. Las hipótesis no son ya verdades básicas que sirven de sustento, sino conjeturas que se lanzan y que esperan aceptación”[14].

      En este caso concreto el historiador se adentra en una zona paisajística de gran espesura, donde es posible encontrar alguna firmeza bien poniendo de relieve las interpretaciones que son, probablemente, fruto del error (que lamentablemente han sido reproducidas, de forma acrítica, en diferentes estudios) y, por otro, a través de la presentación de hipótesis fundadas, pues detrás de ellas no se encuentra sólo el pálpito del instinto o la corazonada, sino muchos años de trabajo en los archivos, como sucede en este caso.

      Al hilo de las posibles tergiversaciones a las que se ha aludido antes, ciertamente la época barroca del siglo XVII en la que se inserta la hagiografía del Santo de Fontiveros presenta sus peculiaridades; en concreto, el ornato exagerado y los adornos postizos. El modelo histórico de la hagiografía debe poner siempre el acento en los milagros y en la presunta perfección de vida del personaje con vistas a incentivar su imitación y veneración y, en último término, para facilitar su reconocimiento canónico o eclesiástico.

      Por ejemplo, esto sucede con la idea de que no se deben creer muchos de los datos que poseemos sobre fray Juan porque responden a un modelo de santidad dominante. ¿Es que es posible establecer un modelo unitario de santidad que dé cobijo a figuras tan venerables, y que se pretendieron canonizar en la misma época, como Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola, Pascual Bailón, Miguel de los Santos, Isidro Labrador, Francisco Javier, Francisco de Borja y Juan de la Cruz? ¿Cabe formular un modelo de santidad en el que encajen todos? Pensamos que el riesgo de formular generalizaciones es que corta a todos por el mismo patrón, impide o anula la individualidad que caracteriza a cada uno.

      Por todo ello pensamos que la biografía de san Juan de la Cruz, en la que se entremezclan criterios históricos con literarios, teológicos y psicológicos, sigue siendo una asignatura pendiente para muchos historiadores. Basta pensar en los poquísimos datos que se conocen sobre su padre y su madre e, incluso, las diferentes interpretaciones que se ofrecen sobre la fecha de su nacimiento. ¿Es posible avanzar en este terreno? Sí, pero no queda otra manera de avanzar (si es que queremos progresar) que yendo a veces de la mano de hipótesis, salvo que optemos por la postura del silencio, que nos condena a repetir lo que ya es sabido por todos.

      Por eso la vida de San Juan de la Cruz es apasionante, porque todavía tiene una biografía abierta o inexplorada para esa búsqueda de los hechos o los datos en la que se afana, con tanta insistencia, el historiador.

      El politólogo F. Fukuyama afirma que la historia ha terminado, en el sentido de que ya no es posible esperar un sistema político que mejore el que ofrece la democracia liberal, Vid. F. Fukuyama, El fin de la historia y el último hombre, trad. P. Elías, Planeta,