habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti» (Mt. 11:21-24).
Corazaín, Betsaida y Capernaum fueron escenarios de muchos milagros de Jesús de Nazaret. A esta tríada se la conoce como «El triángulo de los Evangelios». He tenido la oportunidad de visitar las ruinas de esta tríada. Especialmente en Corazaín, dentro de las ruinas de su antigua sinagoga, hay una silla en piedra conocida como «La Cátedra de Moisés» desde donde enseñaba el rabino.
El relato joanino afirma que Juan el bautista señaló a Jesús como «el Cordero de Dios» (griego Ἀμνὸς τοῦ Θεοῦ, Amnos tou Theou; latín Agnus Dei), y dos de sus discípulos lo siguieron. Uno de los dos discípulos se llamaba Andrés, hermano menor de Simón Pedro.
«El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día, porque era como la hora décima».
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. «Andrés halló a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)» (Jn. 1:35-42).
4. Genesaret: Se le llama también «Gennesar». Marcos 6:53-55 lee: «Terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret, y arribaron a la orilla. Y saliendo ellos de la barca, enseguida la gente le conoció. Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en lechos, a donde oían que estaba».
En el Kibutz Ginosar se conserva, en el museo, una barca de la época de Jesús, la cual se exhibe a los visitantes. Se descubrió en el año 1986 por dos hijos de un pescador.
Juan el Bautista, que ganó su apellido por la acción de bautizar, según Jesús el Nazareno fue el mayor de todos los profetas, pero es el menor de todos los creyentes en el reino de los cielos. ¡El mayor es también el menor!
«Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él» (Mt. 11:11, NVI).
«Les aseguro que todavía no ha nacido un hombre más importante que Juan el Bautista. Pero en el reino de Dios, la persona menos importante es superior a Juan» (Mt. 11:11, TLA).
Andrés fue un discípulo de Juan el bautista, y una primicia para Jesús de Nazaret; este fue a su hermano Simón, que es probable que fuese otro discípulo del Bautista. Andrés testificó a su hermano Simón su nueva relación con el Mesías, al que presentó a Simón Pedro. Y allí, Jesús le dio a Simón, que tenía un nombre muy común, otro nombre o apodo al llamarlo «Cefas» en arameo o «Petros» en griego, que significa Piedra y de ahí Pedro:
«Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir Pedro)» (Jn 1:36-42).
En los listados del llamamiento o elección de los doce apóstoles en los evangelios, Simón Pedro siempre encabeza las listas y Judas Iscariote las cierra, como una manera de indicar al más importante como al menos importante de la nomenclatura:
«Los nombres de los doce apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananita, y Judas Iscariote, el que también le entregó» (Mt. 10:2-4).
De este Jacobo, hermano de Juan, hijos de Zebedeo, nos dice Eusebio de Cesarea:
En aquel mismo tiempo (evidentemente el de Claudio), el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan.
Ahora bien, acerca de este Jacobo, Clemente, en el libro VII de sus Hypotyposeis, ofrece un relato digno de mención, según parece a partir de una tradición anterior a él. Dice que el que le había denunciado, emocionándose al presenciar su testimonio, confesó que «él también era cristiano».
Y sigue: «Así pues, ambos fueron llevados juntos, y por el camino, el que le entregaba pidió perdón a Jacobo, y él, tras observarle un momento, le dijo: ‘La paz sea contigo’, y le besó. De este modo ambos fueron decapitados juntos» (Historia Eclesiástica, Libro II, capitulo IX, 1, 2 y 3).
«Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananita, y Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa» (Mc. 3:14-19).
Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica, nos dice de Tomás y de Tadeo:
Entonces también fue llevada a cabo la promesa de nuestro Salvador, hecha al rey Osroene. Según esto, Tomás, impulsado por Dios, envió a Tadeo a Edesa como predicador y evangelista de la enseñanza de Cristo al mundo, que hemos demostrado hace poco en documentos escritos encontrados allí.
Tadeo, tras detenerse en aquel lugar, sana a Abgaro por la palabra de Cristo y deja maravillados a todos los presentes por sus asombrosos milagros. Y cuando los hubo dispuesto convenientemente con sus obras, guardándolos luego hacia la veneración del poder de Cristo, los hizo discípulos de la enseñanza del Salvador. Desde aquel momento hasta nuestros días toda la ciudad de Edesa está consagrada al nombre de Cristo, de este modo dan un singular ejemplo de nuestro Salvador y de sus buenas obras para con ellos (Libro II, capítulo I, 6 y 7).
«Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles: a Simón, a quien también llamó Pedro, a Andrés su hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor» (Lc. 6:13-16).
Eusebio de Cesarea nos dice: «Así, pues, se hallaban los judíos cuando los santos apóstoles de nuestro Salvador y los discípulos fueron esparcidos por toda la tierra. Tomás, según sostiene la tradición, recibió Partia; Andrés, Escitia, y Juan, Asia, y allí vivió hasta morir en Éfeso» (Historia Eclesiástica, Libro III, capítulo 1, 1).
El primer cuarteto de los discípulos de Jesús son: Simón Pedro, Andrés, Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, los Boanerges o Hijos del Trueno (Mt. 10:2; Mc. 3:16-18; Lc. 6:13-14).
El segundo cuarteto de los discípulos de Jesús son: Felipe, Natanael Bartolomé, Mateo el Publicano y Tomás el Dídimo (Mt. 10:3; Mc. 3:18; Lc. 6:14).
El tercer cuarteto de los discípulos de Jesús son: Jacobo hijo de