Michael G. Brown

Vínculo sagrado


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la ejecución de Su obra (Isaías 42:1-7; 50:5-9). Prometió no abandonar el alma de Cristo en el Seol ni dejar que Su cuerpo viese corrupción (Salmo 16:10; 49:15; 86:13; Hechos 2:31-32; Hebreos 13:20). Prometió al Hijo que, al concluir Su obra, sería exaltado como Rey (Salmo 2:6-8; Lucas 22:29; Hebreos 1:1-13; 5:5-6). Prometió al Hijo que aquellos que le dio le servirían, proclamarían Su justicia y anunciarían a las generaciones futuras Su obra consumada (Salmo 22:30-31).

      Otros pasajes que se refieren al Hijo. La Escritura nos enseña que el Hijo es el Mediador del pacto, que también es uno con el Padre (Gálatas 3:15-22). Fue enviado por el Padre para una misión específica (Mateo 10:40; 15:24; 21:37; Lucas 4:18, 43; 10:16). Se sometió a la voluntad del Padre y no se volvió atrás (Isaías 50:5-9). Aprendió obediencia a través de lo que sufrió (Hebreos 5:8). Padeció la cruz a la que fue designado, menospreciando el oprobio asociado con ella (Hebreos 12:2). Dio a conocer el misterio de la voluntad de Dios que estaba escondido desde la eternidad pasada (Efesios 3:8-12).

      Otros pasajes que se refieren al Espíritu Santo. Como miembro de la Deidad trina, el Espíritu Santo siempre actúa de acuerdo con el Padre y el Hijo, y el Padre y el Hijo nunca actúan aparte del Espíritu. Los pasajes que se refieren a Su actuación en la encarnación y la resurrección de Cristo, como también a Su obra de unir a los elegidos con Cristo, no son secundarios a la obra de Cristo. En cambio, deben entenderse como el cumplimiento del rol del Espíritu en el pacto de redención. Las Escrituras revelan claramente que el Espíritu hizo que el Hijo asumiera una naturaleza humana real por medio de la virgen María (Mateo 1:18; Lucas 1:35, 80). Fue a través del Espíritu que Cristo se ofreció al Padre (Hebreos 9:14). Y el Espíritu hizo que Cristo resucitará de los muertos (Romanos 8:11). Sin el Espíritu efectuando estas tareas cruciales, el pacto de redención nunca se hubiera completado.

      Toda la evidencia citada nos lleva a concluir con Owen, Witsius y la tradición reformada que la Escritura enseña un pacto pretemporal e intratrinitario entre las personas divinas para la redención de los elegidos. La relación entre el Padre y el Hijo se caracteriza por el patrón de obedienciarecompensa. Como señalamos en la introducción, las relaciones de pacto siempre contienen un aspecto legal. Son simultáneamente personales y legales. Esto no solo es cierto de los pactos que conocemos actualmente, tales como el pacto matrimonial entre un hombre y una mujer, sino también de los pactos bíblicos, ya sean establecidos de común acuerdo (como en el caso del pacto de Abraham con Abimelec en Génesis 21:22-34) o impuestos unilateralmente (como en el caso del pacto de obras con Adán en Génesis 2:8-16). El patrón de obediencia-recompensa del Padre y el Hijo implica la naturaleza legal del pacto de redención. La recompensa de Cristo de un reino y un pueblo redimido estaba condicionada a Su obediencia.

       ¿Qué enseña la teología reformada?

      La Confesión de fe de Westminster (1647) alude al pacto de redención cuando dice: “Le plació a Dios en Su propósito eterno escoger y ordenar al Señor Jesús, Su Hijo Unigénito, para que sea el Mediador entre Dios y el hombre” (8.1). La Declaración de fe de Saboya (1658), la cual fue una modificación de la Confesión de Westminster producida por los independientes ingleses, lo declaró de una manera más explícita: “Le plació a Dios, en Su propósito eterno, escoger y ordenar al Señor Jesús, Su Hijo Unigénito, de acuerdo con un pacto hecho entre los dos, para que sea el Mediador entre Dios y el hombre” (8.1, énfasis añadido). Históricamente la teología reformada ha enseñado que la mediación de Cristo fue la ejecución del pacto de redención.

      ¿Qué estaba contenido en este pacto exactamente? John Owen (1616-1683), uno de los principales arquitectos de la Declaración de Saboya y con frecuencia llamado el “Príncipe de los puritanos”, describió cinco elementos fundamentales del pacto de redención:

      1. El Padre como el “prometedor” y el Hijo como el “realizador” voluntariamente acordaron juntos conseguir una meta en común, a saber, “la gloria de Dios y la salvación de los elegidos”6.

      2. El Padre ordenó las condiciones para este pacto, las cuales consistían en que el Hijo asumiera una naturaleza humana, cumpliera las demandas de la ley a través de Su obediencia y sufriera el justo juicio de Dios en lugar de los elegidos a fin de satisfacer la justicia de Dios en nombre de ellos7.

      3. El Padre prometió al Hijo que lo ayudaría y que si el Hijo realizaba la obra asignada, obtendría la salvación y la glorificación de los elegidos. El Padre confirmó estas promesas con un juramento8.

      4. El Hijo aceptó voluntariamente las condiciones y asumió la obra como fiador del pacto9.

      5. El Padre aprobó yaceptó la actuación del Hijo, Quien asimismo apropió las promesas hechas en el pacto10.

      Este resumen es común entre los teólogos reformados del siglo XVII. Ellos entendieron que la Escritura enseña el pacto de redención como un pacto de obediencia y obligación para Cristo. El perdón de pecados y la vida eterna para los elegidos solamente fueron posibles porque Cristo cumplió las demandas de la justicia de Dios a través de Su vida de obediencia y por Su muerte de expiación. De este modo, Cristo llegó a ser el cumplidor del pacto en quien ponemos nuestra confianza para ser salvos.

      Owen también señaló que el Espíritu Santo tiene un rol esencial en el pacto de redención. Fue a través del Espíritu Santo que la virgen María concibió al Cristo encarnado, que Cristo se ofreció al Padre y que fue levantado de los muertos11. Además, el Espíritu Santo también es el responsable de llevar a los elegidos a la unión con Cristo y mantenerlos a salvo12. Nuestra salvación es trinitaria de principio a fin.

      Sin embargo, los teólogos británicos no fueron los únicos que explicaron el pacto de redención de esta manera. La mayoría de los teólogos reformados europeos sostuvieron la misma enseñanza. El teólogo reformado holandés Herman Witsius (1636-1708) lo describió como

      la voluntad del Padre, al dar al Hijo para que sea la cabeza y redentor de los elegidos; y la voluntad del Hijo, al presentarse a Sí mismo como un patrocinador o fiador a favor de ellos; en todo lo que consiste la naturaleza de un convenio o pacto. La Escrituras representan al Padre, en la economía de nuestra salvación, demandando la obediencia del Hijo incluso hasta la muerte; y bajo condición de esa obediencia, Le promete a su vez aquel nombre que es sobre todo nombre, incluso que sea la cabeza de los elegidos en gloria; y presentan al Hijo, ofreciéndose a Sí mismo para hacer la voluntad del Padre, aceptando la promesa, y… requiriendo, en virtud del convenio, el reino y la gloria que el Padre le prometió. Al demostrar claramente todos estos puntos a partir de la Escritura, no se puede negar bajo ningún pretexto, que hay un convenio entre el Padre y el Hijo que es el fundamento de nuestra salvación13.

      Al igual que Owen, Witsius explicó que este pacto tiene condiciones prescritas, las cuales el Hijo aceptó cumplir voluntariamente. Para salvar a los pecadores y, aun así, satisfacer al mismo tiempo Su justicia contra el pecado, el Padre exigió al Hijo que tomara el lugar de los elegidos convirtiéndose en el segundo Adán y cumpliendo toda justicia a través de Su obediencia. El Hijo estuvo de acuerdo, cumplió las condiciones, y recibió Su recompensa de un reino y gloria junto con Su pueblo redimido.

      La teología reformada comúnmente ha descrito la función de Cristo en el pacto de redención usando términos tales como cabeza federal, mediador (por ejemplo, Hebreos 8:6; 9:15; 12:24) yfiador (por ejemplo, Hebreos 7:22). Estos títulos se refieren generalmente al mismo concepto, a saber, Cristo como el representante de Su pueblo; sin embargo cada uno enfatiza aspectos diferentes de este rol. La expresión cabeza federal realza el hecho de que Cristo es una persona pública que actúa en nombre de aquellos que representa. Para tomar prestado un ejemplo que usa S. M. Baugh, “cuando el presidente de los Estados Unidos firma un tratado, este obliga a todos los ciudadanos que él representa a mantener ese tratado. En caso de que el presidente violara el tratado a través de sus acciones oficiales, todo el país sería responsable”14. De la misma manera, las acciones de Cristo tienen consecuencias para los elegidos porque Él es su cabeza federal. La palabra mediador, por otro lado, dirige la atención a Cristo como nuestro representante delante del Padre en Su triple oficio