Andrea Díaz Genis

La formación humana desde una perspectiva filosófica


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personajes. Constata, además, que ha ganado enemigos, que él es más sabio en esto, no cree saber lo que no sabe, sabe que no sabe. Se pregunta: ¿será que este no saber constituye entonces la sabiduría?

      Dice Epicteto en sus Pláticas (1963, III, 1, 19-20), en un texto central donde comenta esta misión socrática vinculada al Oráculo de Delfos:

      ¿Y por qué es Apolo? ¿Y por qué vaticina? ¿Y por qué en ese puesto se constituyó para ser vate y fuente de verdad y que a él acudiesen de toda la tierra habitada? ¿Y para qué está esculpido el Conócete a ti mismo, cuando nadie piensa en ello? ¿Sócrates, a todos los que se le acercaban, persuadía a que se ocuparan de sí mismos? Ni a una milésima parte.

      Sigue diciendo Epicteto, cuando preguntan quién es Sócrates: “¿Tú, entonces, quién eres?”. He aquí la gran respuesta que liga el gnothi seauton con la epimeleia heautou (cuidado e inquietud de sí): “Soy aquel que debe ocuparse de los hombres” (1, 22). Él es el maestro que insta a que los otros se ocupen de sí mismos, y esto está ligado a que pueden tener inquietud de sí, o que la generen a partir de una relación particular y amorosa con el maestro filósofo, y que procedan a partir de allí a un autoexamen que los ayude a conocerse a sí mismos. Pero vayamos a la Apología, donde se habla del gnothi seauton vinculado con la epimeleia heautou. Veamos algunos de estos pasajes:

      Mi buen amigo, siendo ateniense, de la ciudad más grande y más prestigiada en sabiduría y poder, ¿no te avergüenzas de preocuparte de cómo tendrás la mayores riquezas y la mayor fama y honores, y en cambio no te preocupas e interesas por la inteligencia, la verdad y por cómo tu alma va a ser lo mejor posible? (d)

      El no preocuparse o interesarse, en el texto traducido del griego, hace referencia a “poner cuidado” (epimelesthai). También refiere al que no tiene en consideración la preocupación por la inteligencia, la verdad y su alma, que no se inquieta por ella ni las tiene en consideración (epimele, phrontizeis). Y prosigue diciendo en otro segundo pasaje:

      Y si alguno de vosotros discute y dice que se preocupa, no pienso dejarlo al momento y marcharme, sino que le voy a interrogar, a examinar y a refutar, y, si me parece que no ha adquirido la virtud y dice que sí, le reprocharé que tiene en menos lo digno de más y tiene en mucho lo que vale poco. Haré esto con el que me encuentre, joven o viejo, forastero o ciudadano, y más con los ciudadanos por cuanto más próximos estáis a mi origen. Pues esto lo manda el dios, sabedlo también, y yo creo que todavía no ha surgido mayor bien en la ciudad que mi servicio al dios. (d-30a)

      2. Una relectura de la Apología como ejercicio espiritual

      Yo no he sido jamás maestro de nadie.

      Sócrates

      De los textos de Platón, la Apología es uno de los textos que más nos han impactado desde nuestra juventud. En este breve escrito, no pretendo transmitir ese impacto, que es mucho más que intelectual o emocional, sino, más modestamente, leer ese texto desde el contexto de nuestra investigación y al servicio de una preocupación filosófica que para nosotros es central: la educación.

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