dos jóvenes ante Dios…
La voz del cura hace que aparte mis ojos de James. O quizás sea la mirada de dos primas mayores que yo, que ahora están mirando a James por mi culpa. Me percato de que mi prima pequeña también lo observa interesada. Maldita seas, Ariel, sé lo que estás pensando. Que James es guapísimo y que aparentemente está solo y disponible. Como el noventa por ciento de mis familiares féminas y jóvenes ya habrán pensado si lo han visto. Fulmino con la mirada a Ariel, mi prima de dos años menos que yo, diecisiete y ojazos celestes impresionantes como un gran porcentaje de los norteamericanos. Ella parece captar el mensaje y me pregunta articulando, pero sin decir palabra:
—¿Tú y él estáis liados?
Pongo los ojos en blanco y niego con la cabeza. ¡Fantástico, ya he hecho un gesto feo que se quedará grabado en la eternidad del vídeo de boda de mi hermana! Trato de centrarme en el cura y en lo que me aburre lo que me está diciendo cuando muevo el tobillo sin pretenderlo, olvidando que me duele.
Contengo una mueca y cojo aire entre los dientes. ¿Puede ir algo peor hoy? Me remuevo en el asiento sabiendo que necesito vendarlo y que dudosamente encontraré vendas en una casa que no es la mía. Voy a tener que preguntarle a Mike si por casualidad tiene alguna o quizás una tobillera. Mi tobillera me vendría tan bien ahora que me prometo a mí misma que no volveré a salir de casa sin ella. Nunca. Nunca jamás. Como el país de Peter Pan. Nunca jamás de los jamases volveré a salir sin una tobillera en el bolso.
Vuelvo a mirar a James y sigue descaradamente con sus ojos sobre mí. La rabia por el dolor que siento se antepone a la razón y al hecho de que quiera regalarle a mi hermana un vídeo de boda bonito. Si los fotógrafos son buenos, estoy segura de que cortarán mi plano en este preciso momento.
—¿Qué coño miras? —articulo lo más inteligible que puedo, obviamente sin pronunciar ninguna de esas palabras en voz alta.
James parece leer mis labios y me mira frunciendo el ceño y haciendo que sus dos cejas se junten. Su boca también se abre un poco y yo no puedo evitar sentirme reconfortada ante ese gesto. ¡El muy imbécil está guapo cuando se enfada! Vaya… La forma en la que me observa ahora no puede presagiar nada bueno.
Capítulo 9
JAMES
No me puedo creer que esta mosquita muerta acabe de preguntarme delante de toda mi familia qué coño miro. Así, tal cual. Esas tres palabras. Me agarro a mi silla con fuerza para no levantarme y comenzar a decirle cosas feas, que es lo que me apetece realmente hacerle. Su pregunta me ha dejado fuera de juego, pero me ha vuelto a cabrear muchísimo. No es típico en mí dejar que lo que hagan los demás me afecte tanto. Sin embargo, si es ella la que lo dice, no sé cómo lo hace, que las palabras parecen adquirir un sentido mucho mayor que si lo dijese cualquier otra persona.
—Vete a la mierda —gesticulo de la misma forma que ella, esperando que deje las cosas ahí.
Es cierto que la he estado mirando. Joder, ¿qué clase de persona con ojos no la miraría? A ver, me refiero a que la tengo justo delante… a unos pocos metros.
Suspiro y me miro los nudillos. Están blancos de tanto apretarlos. Tengo que confesar que he buscado su enfado. No sé por qué, pero quería enfadarla y hacerla sentir molesta. A una parte de mí le parecía divertido. Eso sí, no me han gustado en absoluto las dos muecas que ha hecho en dos ocasiones totalmente distintas y que me han hecho tensarme como un tonto.
La primera de ellas fue caminando hacia el altar. Parecía que algo le había hecho daño y que luego se le llenasen automáticamente los ojos de lágrimas me hizo sospechar que le dolía algo y no que estaba emocionada con la boda como la mayor parte de las personas que me rodean pensaron.
La segunda vez ha sido hace unos minutos. Su gesto volvió a convulsionarse en una mueca de dolor y fui capaz de verla articular una palabrota, como si algo le doliese.
Veo cómo su cara reacciona ante mis palabras y cómo saca un puño con intención de hacerme un corte de mangas. Tengo que morderme los labios para no reír al ver su cara al darse cuenta de que está en una boda y que es el centro de atención de muchas personas. La veo contener el gesto malhumorada, sobrepasada por la situación y por el odio que puedo jurar que tiene hacia mí. Una parte de mí se pregunta qué hace ella aquí, y cómo ha llegado a ser la dama de honor.
Recuerdo que Mike me dijo que una de las damas de honor sería una prima lejana de Jessica y la otra su hermana. Por favor, rezaré a quien haga falta para que Maisie sea tan solo una prima lejana de Jessica a la que no tenga que ver nunca más. ¡Por favor, por favor!
Automáticamente miro a Jessica y a Maisie. No se parecen en absoluto. La otra dama de honor se parece más a la novia. Respiro con algo de tranquilidad y con mucho alivio. No aguantaría comidas familiares con ella, ni viajes, ni… básicamente nada. Hasta estar en esta misma casa con ella, por cierto, mi casa, por si no hubiese quedado claro, me parece demasiado.
Miro a la otra dama de honor, apartando mis ojos por fin de esa chica que creo algo malcriada y mimada. La otra dama de honor tiene unos ojos bonitos, y un buen cuerpo. Sí, está bastante buena. Si esa chica es la hermana de Jessica, tiene todos mis respetos. Ella parece escuchar mis pensamientos y me mira en ese preciso momento. Sus ojazos se encuentran con los míos y me sonríe, pícara. Le devuelvo la sonrisa brevemente y me convenzo de que esa es la hermana de Jessica.
Estoy convencido de que voy a verla mucho. Jessica es esa clase de mujer a la que le gusta hacer cosas en familia cuando no disfruta alejando a Mike de mí, y algo me dice que va a traer a toda la suya, al menos a la más cercana, a muchas cenas familiares en casa de mis padres y quizás algún que otro viaje de desconexión.
Suspiro mientras las palabras del cura siguen llegando a mis oídos y mientras la hermana de Jessica me tienta con la mirada. A su lado, Maisie se da cuenta y le da un codazo, haciendo que la otra dama de honor deje de mirarme. ¿Acaso está celosa? No lo creo, no aparenta ser esa clase de chica.
Siento los ojos de Maisie buscando los míos, pero ahora no tengo la menor intención de mirarla. Paso olímpicamente de ella. No sé quién se cree que es para decirle a la hermana de Jessica que no me mire, y tampoco quiero saber lo que le ha susurrado para que esa despampanante chica de ojos claros deje de mirarme. No tengo intención de mirar más a Maisie durante toda la ceremonia, ni mucho menos durante la noche.
Ahora centro mi mirada en la otra dama de honor, y quiero que Maisie desaparezca, aunque en esta ocasión sea ella quien no pare de mirarme. Siento que me penetra con la mirada de forma descarada, quizás para decirme que deje de mirar a la hermana de Jessica. La ignoro buscando cabrearla aún más. Además, no sé con qué derecho se atreve a hacerme un corte de manga, pero no se lo tolero y mucho menos en la boda de mi hermano. Ojalá que los fotógrafos hayan inmortalizado ese momento. Estoy convencido de que Jessica tardará en volver a hablar con esa chica si la ha visto hacer eso en el día de su boda.
Me mantengo callado durante al menos unos treinta minutos. A excepción de algún que otro niño pequeño, lo único que se escucha en la estancia es la voz de los novios y del cura, mezclada con los sonidos de la naturaleza que desprende mi jardín. Siempre me ha gustado leer debajo de estos árboles en verano. Y ver el paisaje desde el porche en invierno, con una manta y una taza de café ardiendo. Vuelvo a centrar la mirada en los novios y sin querer vuelvo a observar a Maisie. Ella ya no me mira, está absorta mirando a la novia con ojos emocionados. Mi hermano y mi cuñada acaban de decirse sus votos y, vaya, hasta yo me he quedado alucinado de lo cursi que ha sonado mi hermano.
—Si alguien tiene algo que decir en contra de esta unión, que hable ahora o calle para siempre.
Un silencio abrumador inunda el lugar. De nuevo noto las palabras en mi garganta. Quieren contarle a Mike lo que ocurrió entre Jessica y yo. Sin embargo, cojo aire y les quito importancia con intención de dejarlo disfrutar de su boda. Hoy no es el día de contar secretos. Hoy debería mantenerme callado y volverme invisible para no molestar a nadie. Por otro lado, me encantaría hablar y poner colorada a Maisie señalándola de alguna manera, pero es la