y mis manos llegan a su trasero sin que me dé cuenta de cómo. No he sido consciente de mis manos, pero ahí están. Lo agarran y joder… ¡Qué trasero!
—James… —dice ella separando sus labios de los míos y mirándome coqueta—. ¿Tienes algún problema con mi velocidad?
Suelto una carcajada mientras noto cómo me aprietan los pantalones. Esta chica me gusta porque es demasiado porno. No me refiero a guarra, no creo que ninguna mujer lo sea, solo es que todo lo que suelta por la boca lo dice de una forma tan perversa que te entran ganas de pasar un rato con ella.
—Tengo varios problemas contigo. ¿Quieres que empiece a enumerarlos?
Ella me sonríe y le hace un corte de manga al tío que está montado en un coche negro detrás de nosotros y nos dice que busquemos un hotel. Si supiese que una de las mejores cadenas de hotel de esta avenida es de mi padre cerraría la puta boca.
—Solo si los enumeramos en la cama, ojos bonitos —me dice con ávida experiencia.
Tiene cuatro años más que yo, y tal vez me guste tanto por eso. No se anda con tonterías. Si quiere sexo, lo dice. Me gustan las mujeres así. Directas.
—Mañana iré a verte, rubia. Hoy tendrás que apañártelas con otro… —le informo volviendo a abrir la puerta de mi coche e ignorando los cláxones que suenan tras de nosotros—. Tengo una boda.
Cierro la puerta tras montarme y ella me hace un gesto para que baje la ventanilla.
—¿Quieres que te acompañe a la boda? No lo digo por ti, puedes ligarte a la chica que quieras delante de mí. No me importa. Pero en las bodas también hay chicos solteros y muy guapos —me dice inclinándose hacia delante de tal forma que sus pechos quedan encima del cristal.
—¿Ya estás pensando en sustituirme? —la insto con sorna.
No me importaría que lo hiciese. A la larga todas vuelven a mí tarde o temprano.
—Puede que sí… pero acabe como acabe esta noche… mañana eres mío.
Me vuelve a besar y me muerde el labio inferior haciendo que todos mis sentidos se enciendan. Y, por todos, me refiero a todos.
La miro de arriba abajo y pienso que va muy bien vestida, tanto que podría dar el pego de que fuese a una boda, pero sé que Elle es demasiado divina, como ella misma se llama, para ir vestida así a una boda.
—No llegarías a tiempo si tienes que cambiarte.
Ella se da cuenta de que me estoy planteando el dejarla venir conmigo. Es más fácil ligar cuando una tía se acerca a un grupo de mujeres y te introduce como su amigo el tímido, aunque luego descubran que de tímido no tienes nada.
—Vengo de compras —comenta señalando su coche, delante del mío y responsable de que haya una caravana de coches detrás de mi Ferrari—. Me he comprado un vestido rojo precioso pensando en la próxima vez que me invites a cenar.
Rio con suavidad y niego con la cabeza. Esta mujer es de lo que no hay. Está loca, pero tiene tanto morbo y me rio tanto con ella que acabo por ceder.
—Te veo en mi casa —le digo con una media sonrisa y dándole un beso de despedida.
Ella me mira con los ojos iluminados y ladea la cabeza.
—Te prohíbo entrar en la ducha sin mí —me responde, guiñándome un ojo y dirigiéndose con un movimiento de caderas muy sensual hacia su coche.
Capítulo 6
MAISIE
¡Mi hermana va a matarme cuando me vea aparecer con estos pelos! Se me han olvidado las planchas y el secador en casa de una amiga y no tenía tiempo a bajar a comprar otras ni a pedir a alguien del servicio que fuese a comprármelas, así que he tenido que dejarme secar el pelo al aire libre, y creedme que no es buena idea dejar secar el cabello al aire libre en un helicóptero. Trato de llegar al enorme apartamento sin que me vea ningún invitado, metida en una limusina negra que me esperaba nada más bajarme del aparato aéreo. ¡Por favor, por favor, por favooor, que Jessica no me vea antes de que alguna de las peluqueras me peine o va a decirme de todo menos bonita! ¡Y más aún teniendo en cuenta que no quería que fuese a trabajar hoy y que lleva histérica como unas dos semanas!
Respiro y noto los nervios en el estómago después de haberme zampado antes de ducharme una buena porción de chocolate y una Coca-Cola. Sé que si se tiene la tensión o el azúcar bajo hacer eso es una locura, pero es la única forma de que aguante el día de hoy hasta tarde. Y hoy pienso emborracharme. O al menos pienso que he de hacerlo para aguantar el dolor de pies que estoy segura de que voy a tener con los supertaconazos que llevo metidos en el bolso más la sesión fuerte de gimnasio.
Pensar en el gimnasio hace que unos ojos verdes se me vengan a la cabeza y un escalofrío me recorre. No sé cómo se las ha apañado ese chico, pero bastó con que me sonriese durante el entrenamiento para hacerme sentir nerviosa y, por si eso fuese poco, se tomó la molestia de acompañarme hasta casa. Escoltarme. Eso fue lo que me dijo. Me escoltó hacia casa. ¿Quién demonios escolta a casa a una chica que no conoce? Aunque no puedo evitar pensar que es un detalle bonito, su responsable sigue produciéndome sentimientos contradictorios. Además, me dijo bien claro que yo no le interesaba en absoluto. Tranquilo, don perfecto, a mí tampoco me interesas en absoluto tú. ¡Ojalá que no te vea más! No me gustó la forma en la que se dirigió a mí cuando se acercó a mi ventanilla. No tengo ningún interés en ti, ni mucho menos en acosarte. Ni tingui ninguín intirís in ti, ni in iquisirti. Mi mente dice la frase imitando la voz de una niña de cuatro o cinco años como mucho. Valiente imbécil. Me alegra no gustarle a alguien como tú. Es más, me encantaría tener un solo motivo por el que debiese de importarme no gustarte. Ironía. Si no te gusto, no me mires. Así de fácil. Me encantaría que eso fuese cierto y que me importase tan poco lo que los demás piensen de mí. Eso no es irónico. Ojalá me importase menos. Estoy trabajando para que sea así, pero aún me falta un poco para lograrlo.
Veo un gran cúmulo de invitados en la puerta principal y le hago señales al chófer para que entre por la entrada secundaria que mi hermana me dibujó hace unas dos semanas y por la que debería entrar. Vaya, no puedo negar que el chalet es increíblemente hermoso. Es de estilo moderno y algo chill out al mismo tiempo. Por lo que sé de Mike, tiene buen gusto con los lugares. Siempre lleva a mi hermana a sitios cool, como Jessica los llama.
Me llevo una mano al cabello y lo noto suave, aunque totalmente apelmazado. Espero que no me vea nadie, ya que aparte de eso llevo el vestido puesto y unas converse. Ese es mi estilo, al fin y al cabo, y muchas bloggers llevan vestidos con zapatillas y me parece un acierto total. Soy antitacones y amante de los coches. Y también amante de la gimnasia rítmica y del ballet. Tengo gustos muy diferentes. Lo sé. Lo mismo te hago rugir el motor que te hago un conjunto. Un conjunto, sí, así es como se llama al conjunto de movimientos que se hacen en gimnasia rítmica mientras suena una canción. Al menos, así lo llamaba mi profesora. Tuve que dejar la gimnasia rítmica hace unos dos años, cuando tenía diecisiete, y nada me ha resultado más difícil a lo largo de toda mi vida que dejar de lado mi pasión. Me sentía libre mientras entrenaba y sentía mi cuerpo tan ágil y elegante que era feliz. Era, en pasado. Ya jamás podré volver a competir. La lesión que sufrí en el tobillo derecho aún me pasa factura algunos días. Casi siempre tengo ese tobillo abierto y sin fuerza. De hecho, hoy me ha extrañado que no me haya molestado al entrenar con ese chico. James. De nuevo en mi mente.
Las puertas de la entrada secundaria se abren ante mí y dejan a la vista unos jardines con una fuente tan bonita que me parece de película. Ni tan siquiera en la casa de Florida de mis padres tenemos una fuente igual. Tiene un estilo clásico y romántico que aunque no lo parezca queda genial con el estilo moderno de la casa, en su mayoría en color blanco y con rosas rojas a modo de adorno para la celebración. También tiene árboles y arbustos muy cuidados, algunos de ellos haciendo formas preciosas.
Nada más llegar, una mujer que reconozco como Mar se acerca corriendo y abre mi puerta incluso antes de que el