Sarah Mey

Nosotros sobre las estrellas


Скачать книгу

      Julie. ¡Su novia existe y tiene nombre! ¡Daniel es un capullo y James ha impedido que me besase con él! Y yo… Yo lo he tirado a la piscina. Jessica llega justo en este momento.

      —Oh, tenías que ser tú… —le espeta con hastío a James, cuyo rostro se llena de reproche mientras Daniel se aleja.

      —¿Cómo que tenía que ser yo? —le responde el interpelado, quien soy capaz de ver que está haciendo gala de todo su autocontrol, que parece que ha perdido durante una fracción de segundo con mi hermana.

      Me quedo mirando la forma en la que Jess le lanza una mirada incendiaria.

      —Te dije que no era buena idea que viniese —le dice Jessica a Mike, dirigiéndose claramente a James y casi ignorando que está delante y puede oírlos.

      Él suelta el aire con exasperación.

      —¿Acabas de decir que no querías que viniese a la boda de mi único hermano que encima se celebra en mi casa?

      James parece fuera de sí, como si aquello le hubiese afectado más de la cuenta. Casi soy capaz de ver cómo un rictus de amargura le cruza la cara unos instantes. Maldita sea. Me siento la peor persona sobre la faz de la Tierra. Todo esto lo he provocado yo. Quiero cambiar de tema con rapidez, algo, tengo que decir algo, lo que sea que no los haga enfadarse en este día.

      —Jess… —digo captando la atención de todos con voz amable—. ¿Por qué no me dijiste que Mike tenía un hermano?

      James lanza un grito ahogado y yo doy un paso atrás. ¿He metido la pata? Es lo primero que se me ocurrió decir que creía que podía calmar las cosas. Mierda. ¿Por qué reacciona James así?

      —Mike…, yo me voy —suelta James y mira a su hermano mientras comienza a alejarse.

      —No… No…, James… —responde Mike quien trata de ir tras él, pero Jessica le agarra el brazo y niega con la cabeza.

      —Necesita pensar en lo que ha hecho —le dice ella con un susurro, pero yo sé que no, sé que si yo fuese James me gustaría que mi hermano fuese detrás de mí y me dijese que me quedase.

      Joder…, es su boda.

      —Ve tras él o no te lo perdonará nunca —interfiero dirigiéndome a Mike, quien se queda mirándome y no se mueve.

      Me percato de cómo la mano de mi hermana agarra con más fuerza a Mike.

      —¿Qué es lo que ha pasado? —me pregunta mi cuñado, como si necesitase algún motivo para ir a por él.

      Lo flipo un poco por la pregunta en una situación como esta, aunque respondo rápidamente.

      —Daniel se propasó conmigo y James me defendió.

      Digo eso porque en realidad era lo que había pasado. Mike cierra los ojos, como si acabase de darse cuenta de que ha sido imbécil y se va corriendo detrás de James. Casi puedo oírlos y me quedo muy quieta al lado de Jess, expectante.

      —Eh, no te vayas el día de mi boda o no voy a perdonártelo nunca.

      Me abrazo a mí misma esperando algún tipo de réplica por parte de James. No sé, esperaba que se hiciese el digno o que se hiciese de rogar o se pusiese agresivo, algo que me diese la razón en cuanto a que es un macho alfa que necesita quedar por encima, pero, en lugar de eso, simplemente asiente con la cabeza y mira a su hermano con respeto.

      —Iré a cambiarme e iré al banquete.

      Mi corazón se salta un latido. Eso no era lo que esperaba. Mike se relaja al escuchar aquello.

      —Date prisa. Te estaré esperando.

      Intercambian esas palabras y lo veo alejarse. Siento lástima por la situación que le he provocado y suspiro aguantando la mirada dura y fría de mi hermana, aunque una duda me corroe por dentro, ¿por qué no quería que viniese? No puedo evitar darme cuenta de que mi hermana cierra los puños mirando cómo la silueta de James se aleja y cómo Mike se acerca a ella. Soy consciente de que Jess es muy maníaca. Puede que le haya cogido manía, pero ¿qué sentido tiene? No lo sé, no me gusta lo que le ha dicho y… muy a mi pesar, siento que algo cambia en mi interior al verlo caminar con la cabeza algo gacha. De pronto, James no me parece un mal chico.

      Capítulo 13

      JAMES

      La rabia me consume a tal punto que me da miedo hacer alguna estupidez. ¡Jessica no quería que viniese a la boda de mi propio hermano! Jo-der. ¡Es la boda de mi maldito hermano! Me muerdo los labios con fuerza mientras camino veloz hacia la otra entrada donde nadie me verá mojado. Aprieto la mandíbula y me reprimo para no dar una patada a un árbol. Ya es suficiente con ir dejando una hilera de pasos en el césped con los zapatos. ¡Maldita Maisie! Si no me hubiese empujado no habría pasado nada de esto. ¡Tan solo quería protegerla de ese animal de Daniel! Espera, ¿protegerla? Bueno, tal vez esa no sea la palabra. No quiero que esa sea la palabra. Me niego en rotundo a querer proteger, o ayudar, o lo que quiera que haya hecho a una chica como Maisie. Estoy tan furioso y a la vez tan dolido que no me percato de que alguien me ha seguido hasta que me llama por mi nombre.

      —¡James!

      No, por favor. De nuevo ella no. Me giro con los nervios a flor de piel hacia la responsable de ese momento y la veo mirándome con ojos asustados. ¿Ahora sí que vas a asustarte? ¿Ahora?

      —¿Qué? —espeto voraz, dejando ver que no le conviene provocarme o tendremos un problema.

      Ella parece que se molesta al escuchar mi tono de voz, pero al mismo tiempo la veo tragarse el orgullo cuando me sigue mirando dispuesta a proseguir con lo que sea que quiera decirme.

      —No sabía que Daniel tenía novia.

      Me quedo mirándola esperando algo más por su parte. ¿Quizá una disculpa? Si yo metiera la pata y tirase a alguien al agua, lo menos que haría sería disculparme. Como mínimo. También me ofrecería a comprarle algo o a invitarle a algo caliente. Elevo una ceja escrutándola con la mirada. Ella está esperando mi respuesta y eso me cabrea, aunque no puedo evitar quedarme mirando su cara. Está tan guapa que me cuesta seguir enfadado.

      —¿Eso es todo lo que tienes que decirme?

      Juro que si esta tía fuese mi novia me convertiría en alguien parecido al de Cincuenta sombras de Grey. Bueno, no me van esas cosas, pero mínimo un azote como el que no quiere la cosa y en la cama, en un momento de revancha, se llevaba. Me quedo mirando su cara cuando escucha mi pregunta. Es todo un poema. Como los que me inspira a escribirle cuando frunce la nariz como ahora mismo. ¿Qué demonios me pasa? ¿Cómo puedo pasar de pensar en tener sexo duro con ella a escribirle un poema? Este no soy yo.

      —Eres tú el que debe disculparse.

      WTF. Ahora le escribiría una saeta de esas que se cantan a los muertos, pero cantándole cosas feas y desagradables. Maisie tiene colocada ambas manos en jarras y sobre las caderas. Entre eso y su mirada provocadora solo puedo acercarme un poco más a ella y tratar de intimidarla.

      —¿Que soy yo quien debe disculparse?

      Ella eleva la cabeza con suficiencia y eso me cabrea aún más.

      —¿Desde cuándo se interrumpe a dos personas que están a punto de besarse? —me echa en cara.

      Cierro los ojos deseando no haber oído lo que acabo de escuchar. Siento como la ropa mojada se pega más a mi cuerpo cuando cojo una bocanada de aire. Aprieto los puños y trato de calmarme. ¡Sigue queriendo besarse con Daniel! ¡A pesar de saber que tiene novia!

      —Aún puedes ir y comerle los morros, niñata. Me importa bien poco lo que hagas.

      Me giro con intención de ignorarla todo lo que queda de noche, y de paso toda mi vida, cuando ella vuelve a hablar.

      —¡No pienso besarme con un tío con novia! ¿Por quién me tomas?

      Me