Harry Reeder

El liderazgo y su dinámica


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pero no son “del mundo”. En nuestro mundo de tinieblas, que se haga la luz, la luz del Evangelio de Cristo que brilla en su iglesia “como una ciudad asentada sobre un monte” (Mateo 5:14) ¿Cómo alcanzar esa meta? Es asombrosamente sencillo; Cristo, en sus tres años de ministerio nos dio el ejemplo al dar prioridad deliberadamente a definir, desarrollar y desplegar a líderes que a su vez producen más líderes para impactar a un mundo hostil y pagano por medio de la difusión del Evangelio y la formación de discípulos. Discípulos que no buscan la afirmación cultural sino que logran una transformación cultural. En resumen: líderes cristianos que pueden trastornar al mundo. Ahora bien, ¿de dónde salen tales líderes?

      SUS CAMINOS NO SON NUESTROS CAMINOS ¡GRACIAS A DIOS!

      “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor.” Isaías 55:8

      ¿A quién iba dirigido el Sermón del Monte?

      ¿A los cinco mil espectadores? ¿A ti? ¿A mí? ¿A todos nosotros? Cada una de esas respuestas es correcta, por supuesto, porque el Espíritu Santo ha estado cambiando corazones con esas palabras desde que el Señor las habló. Sin embargo, cuando Jesús pronunció su Sermón del Monte, les estaba hablando primero a sus discípulos. Mateo presenta el Sermón del Monte con estas palabras: “Al ver las multitudes, [ Jesús] subió al monte, y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo…” (Mateo 5:1, 2). El Sermón del Monte fue un sermón de discipulado, y lo dirigió en primer lugar a las doce líderes que Jesús había escogido. Obviamente, estaba consciente de la multitud que lo escuchaba en esa ladera, pero el objetivo número uno eran los Doce.

      De hecho, si estudia detenidamente la vida de Cristo en las Escrituras, verá que la mayor inversión del Señor en lo que respeta a hacer discípulos fue la que hizo desarrollando el liderazgo. En realidad se centró en entrenar a tres grupos específicos de líderes. Los discipuló, los desarrolló, y en su ascensión los desplegó. ¿Cuáles fueron los tres grupos? Lo puedes ver claramente en los Evangelios: los Setenta, los Doce y los Tres. Él definió el liderazgo por medio de sus acciones y enseñanza. Luego desarrolló estas personas como líderes a través del discipulado, y después los desplegó por el mundo. Transcurridos 25 años, el mundo civilizado sería trastornado por ellos.

      El Modelo de Liderazgo Encarnado

      Cuando el Señor Jesucristo vino a este mundo, tomó sobre sí un cuerpo físico, y Dios se hizo un verdadero hombre. En ese cuerpo él era totalmente Dios y totalmente hombre y en ese cuerpo fue a la cruz para redimir a su pueblo, para derrotar a Satanás y a los principados de las tinieblas, y para comprar una iglesia triunfante. En el cumplimiento de esta misión también desplegó un modelo de liderazgo y simultáneamente implementó una estrategia para la multiplicación del liderazgo. Este es el modelo de liderazgo que la iglesia estadounidense necesita hoy, un modelo que si se implementa impactará al mundo. Es el modelo bíblico implementado por el Señor Jesucristo hace casi dos mil años. Jesús inició el modelo de liderazgo de las Tres D, él definió, desarrolló y desplegó a líderes que a su vez implementaron el mismo modelo con el que dentro de menos de una generación el mundo conocido fue puesto de cabeza.

      Piense en lo que, como Campeón del Cielo, hizo nuestro redentor en el cumplimiento de su triple misión en su encarnación. En primer lugar, vino al mundo para salvar a los pecadores. “Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús”, dice Mateo 1:21, “porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” 1 Timoteo 1:15 también indica este aspecto de su misión con plena claridad: “Palabra fiel es ésta, y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores...” En segundo lugar, vino a destruir las obras de Satanás, los principados y potestades de las tinieblas. “El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo”, de acuerdo a 1 Juan 3:8. El tercer objetivo de la misión de Jesús fue que vino a comprar su iglesia militante y triunfante, y finalmente victoriosa, tal como es descrita en Efesios 5:25-27: “Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella... a fin de presentársela a sí mismo una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. También Hechos 20:28: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”.

      Salvarnos a nosotros pecadores. Destruir las obras de Satanás. Establecer su victoriosa iglesia en la tierra. E incrustada en el logro de su triple misión, está la estrategia de la multiplicación del liderazgo de líderes siervos para el reino.

      Satanás, viendo el plan de Cristo y la prioridad que le daba al plan de multiplicación del liderazgo, no solamente ataca la adoración de Dios y la misión de la iglesia sino también ataca a los líderes de la misma. Por eso es que el Apóstol Pablo advertía a los ancianos en Éfeso (ver Hechos 20:17-34 que Satanás trataría de infiltrar el liderazgo de la iglesia. “Yo sé que después de mi partida, vendrán lobos feroces entre vosotros que no perdonarán al rebaño; y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar a los discípulos tras ellos”. Pablo los llamó a ser pastores fieles y no permitir a Satanás infiltrarse con fasos maestros y líderes egocéntricos. La victoria de Cristo en el cumplimiento de su misión se declaró en la resurrección, la Gran Comisión se inició en su ascensión y el modelo para el liderazgo y la multiplicación del liderazgo se desplegó a través de todo su ministerio. El resultado fue un mundo trastornado (Hechos 17:6) en menos de 25 años. Casi se puede sentir la frustración del hombre que pronunció esas palabras al analizar lo que había ocurrido mediante el poder del Evangelio, del Espíritu Santo y una iglesia misionera. Iglesia cuya misión incluía la multiplicación de líderes siervos transformadores cuyo modelo era Cristo mismo. Todo esto ha tenido un impacto causado por Dios como ninguna otra cosa que haya pasado en la historia de la humanidad y eso que era solo el principio. Incontables millones de personas han sido transformadas de la muerte espiritual a la vida por el Evangelio de Jesucristo. Se han establecido, reformado y a veces hasta destruido naciones por su impacto. Debido a su influencia, han surgido, cambiado, disminuido o desaparecido, sistemas políticos y económicos. Movimientos ministeriales han transformado vidas y culturas por todo el mundo y a través de los siglos. El evangelio, movido por el modelo de liderazgo de Dios, ha resonado a través de la historia, tanto así que el mundo occidental ha dividido el tiempo en A.C. Y D.C. (antes de Cristo y después de Cristo). Mientras tanto, el cuerpo de Cristo, la iglesia, por la gracia de Dios ha resistido un amplio rechazo, la persecución, el martirio en masa, fallas internas y seguidores infieles.

      Si un líder mundial humano o una corporación multinacional trataran de afectar al mundo hoy en día de una manera comparativamente menor, se convocarían asesores para desarrollar una estrategia internacional de mercadotecnia. Tendría que construirse una base de datos mundial y hacer uso de los medios de comunicación: campañas de publicidad, sitios web, tácticas de multimedia, herramientas de mercadotecnia, enlaces con medios noticiosos, desarrollo de una marca, correo electrónico directo. Todos estos, métodos de comunicación moderna del hombre. Pero eso no es lo que Jesús hizo. De hecho, Jesús repetidamente se alejó de las multitudes y le dijo a la gente que callara sobre lo que había hecho. Personalmente nunca escribió una sola cosa con excepción de una vez que escribió en la arena. Los caminos de Dios y los caminos del mundo no son iguales. La Palabra de Dios dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice El Señor” (Isaías 55:8).

      Jesús tenía a los Setenta, llamó a Doce y centró su atención en Tres (Pedro, Santiago y Juan). Luego ellos continuaron el modelo implantado por Cristo. Uno de los tres –Pedro, junto con Bernabé- ayudó a definir, desarrollar y desplegar a un futuro líder llamado Saulo de Tarso, que se convirtió en Pablo. A su vez, con el tiempo el equipo de liderazgo de Pablo fue grande, profundo y eficaz. No contento con eso, cuando su hora de dejar este mundo se acercaba, él preparó a otro nuevo líder para llevar adelante su ministerio. Su nombre era Timoteo. Y con estas palabras inspiradas, Pablo le encargó continuar la definición, desarrollo, despliegue.