del texto, pero que pueda ser comprensible para un lector interesado por la Biblia, aunque sin ser especialista en lenguas semíticas, con un conocimiento básico del hebreo, pero sin un conocimiento exhaustivo de la historia de esa lengua. Desde ese fondo se entiende nuestra opción. En un determinado nivel, Delitzsch escribe para especialistas puros, de manera que su texto sólo pueden seguirlo y entenderlo un pequeñísimo grupo de profesores de Universidad o de filólogos semitas (y de lenguas clásicas). Pues bien, sin perder esa hondura, he querido que su texto puedan entenderlo y aprovecharlo aquellos estudiantes, estudiosos y amigos de la Biblia que tengan un conocimiento básico, aunque no especializado, en hebreo. Por eso, como han hecho los traductores ingleses (y los mismos editores alemanes), partiendo de la última edición (la del 1889) he querido mantener también como base la edición anterior (la de l779). Desde ese fondo se entienden mis “opciones”:
‒He querido que el comentario de Delitzsch sea un texto vivo, que interpela y ofrece caminos de interpretación y de comprensión bíblica a todos los interesados por la Biblia, no sólo protestantes (evangélicos), sino igualmente católicos o cristianos sin una confesión eclesial determinada. No es absolutamente necesario que conozcan con toda precisión las variantes del texto hebreo (ni sus matices antiguos), pero será recomendable que tengan un conocimiento básico de esa lengua, pues Delitzsch realiza su comentario sobre el texto hebreo. En otro nivel, será bueno que conozcan los rudimentos del griego bíblico (de los LXX) e incluso del latín “eclesiástico”, porque Delitzsch se apoya sin cesar en el testimonio de esas lenguas, que supone básicamente conocidas, de manera que no se siente obligado a traducir los textos latinos o griegos.
‒Para facilitar la lectura del comentario he optado por poner en la cabecera de los versículos comentados el texto original hebreo (tomado de BSH, Biblia Hebraica Stuttgartensia, Stuttgart 1967, que ha sido adoptada y ofrecido a todos los estudiosos por las Sociedades Bíblicas, a las que agradecemos inmensamente su labor), con la traducción castellana estándar (Reina-Valera 1995), que he debido adaptar para ajustarla a la versión alemana que ofrece y sigue Delitzsch en su comentario concreto de los textos. De esa forma, los lectores pueden siempre a la mano el texto comentado, de manera que las palabras hebreas que se retoman en el comentario pueden entenderse desde el texto base.
‒Delitzsch supone que sus lectores conocen básicamente la tradición cultural de occidente, tal como se expresa y concreta no sólo en los dos idiomas clásicos de nuestra cultura (griego y latín), sino también en las grandes aportaciones de la filosofía y de la literatura de occidente. El sentido de las alusiones y evocaciones culturales que ofrece Delitzsch queda claro por el argumento de conjunto del comentario y el mismo despliegue de su pensamiento, que quiere ser bíblico y moderno al mismo tiempo. Por la misma finalidad pastoral de este libro (y teniendo en cuenta los lectores hispanos) he dejado un poco en el transfondo algunas discusiones puramente filológicas de Delitzsch, especialmene aquellas que están más vinculadas a un posible transfondo árabe del texto original hebreo. De todas formas, he querido conservar y he conservado toda la riqueza filológica del comentario hebreo de los textos, suponiendo que los lectores de esta obra tienen al menos un conocimiento inicial de la lengua original del antiguo Testamento. Otros posibles problemas de fondo los podrá resolver con facilidad el mismo lector, que no tiene que asumir todos los presupuestos del autor para gozar y aprovecharse de su libro.
‒Éste es un libro que puede y debe leerse en varios niveles: filológico y literario, histórico y cultural, teológico y creyente… Se trata, como he venido indicando, de un comentario y recreación “enorme” de Isaías (perdónese la expresión). Ésta es una de las obras más significativas de la exégesis y de la teología del siglo XIX, una obra con un gran mensaje que llega desde el libro de Isaías y que puede entenderse no sólo en un plano confesional (judío o cristiano), sino también en un plano cultural, abierto a la comprensión y valoración de nuestro pasado; por eso, pueden de deben leerla no sólo los creyentes que asumen la tradición bíblica judeo-cristiana (para alimentar su fe), sino también aquellos hombres cultos que quieran entender pasado. Como he dicho ya, nosotros, occidentales ilustrados del siglo XXI, no seríamos lo que somos y lo que podemos ser si no hubiera existido el libro de Isaías
Aclaración bibliográfica
Si ésta fuera una edición crítica tendríamos que haber aclarado y ajustado en cada caso las referencias y notas bio-bibliográficas del libro. Delitzsch escribe desde un contexto universitario de altísima cultura y supone que sus lectores conocen los nombres y las obras fundamentales de docenas y docenas de autores, judíos y cristianos, que deberían precisarse en cada caso, para los lectores menos expertos del siglo XXI. Pero en una adaptación y traducción como ésta, que no busca la precisión crítica, sino la comprensión exegética y teológica, hemos preferido mantener cierta amplitud ante el tema, sin precisar en cada caso el origen y sentido de cada una de la referencias del libro, pues ello haría que nuestra labor fuera interminable. A pesar de ello, en gran parte de los casos, en el mismo texto o en las notas bibliográficas, hemos el tiempo de surgimiento y la obra de los autores evocados o citados en el libro. Para seguir ayudando al lector en ese campo me atrevo a ofrecer aquí una visión de conjunto de la mayor parte de los autores y obras citadas por Delitzsch:
‒Abreviaturas. El texto original de Delitzsch utiliza abundantes abreviaturas, que hemos procurado simplificar. Las que permanecen son en principio comprensibles, entre ellas las de los libros bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento (que son las normales, en castellano). Cf. además, a modo de ejemplo:
Alef, Bet | Letras hebreas |
Aq | traducción de la biblia al griego, realizada por Aquila, siglo II d.C. |
b. | Targum de Babilonia |
Cal/Kal | Formas verbales, lo mismo que piel, pual etc. |
Com | Comentario a la Biblia Hebrea, de Keil-Delitzsch |
Ges | Gesenius: Comentario a Isaías de Gesenius (pero puede aludir también a otras obras suyas, según contexto |
j. | Targum de Jerusalén |
Jer. | Jerónimo, traductor y traducción de la Biblia al latín (Vulg), siglo IV d.C. Por el contexto se podrá distinguir bien de Jeremías profetas |
K | Könige, Libro de los Reyes |
Ketib/qere | signos masoréticos, que indican el texto escrito (ketib) y lo que debe leerse (qere); |
LXX | traducción griega de la biblia Hebrea, llamada de los Setenta LXX; |
Sim/Sym Syr/Sir) | traducción del AT al griego, obra de Simmaco, siglo II d.C.versión aramea de la Biblia (en general la Peschitta) |
Targ | Tárgum, ampliación y comentario de la Misná, siglos IV-VIII d.C. |
Theod | traducción del AT al griego, obra de Theodocion, siglo II d.C. |
Vulg | Vulgata, traducción de la Biblia al latín, obra de Jerónimo |
waw | letra hebrea (significa en general y/pero) |
‒Exegetas y comentaristas judíos. Delitzsch acude con abundancia a los textos de la Misná y del Talmún de Babilonia (b). Se apoya también muchas veces en autores de la tradición judía antigua, en especial de la hispana. Entre los que evoca con cierta frecuencia están:
‒Abenezra (1092-1167). Natural de Tudela, en el reino de Navarra. Comentó los salmos y varios libros de profetas.
‒Gikatilla/Gekatilla (1248-1305).