Leandro Vesco

Desconocida Buenos Aires. Escapadas soñadas


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Para reafirmar esta identidad y celebrar la integración con el huinca (hombre blanco) se celebra en noviembre el Festival Mapuche, con el foco puesto en revalorizar la cultura, el lenguaje, la música, la cosmovisión, el telar, la gastronomía y el legado histórico de una comunidad que se aferra al pasado pero como único camino para construir el futuro. “El festival es la demostración de que estamos vivos”, resume Liliana Antimán, de la Comunidad Hermanos de Los Toldos. La Tribu tiene alrededor de 1000 hectáreas. Está a pocos minutos del centro de Los Toldos, lo que evidencia la total integridad. En la plaza del pueblo flamean tres banderas: la argentina, la bonaerense y la mapuche. Dentro de La Tribu existe un espacio de trabajo donde tienen lugar las clases de telar. Un grupo de 20 mujeres mapuches comenzaron a trabajar la lana con métodos ancestrales. “Fue un trabajo de recuperación de la historia familiar porque se estaba perdiendo la técnica”, argumenta Antimán. Este taller de hilado fue el puntapié para relanzar el festival y la marca “Kume Lalen”. La lana que usa es el resultado de la esquila de sus ovejas.

      La gastronomía mapuche es muy sabrosa, en algunas oportunidades se hace Pankuxa (se pronuncia Pancucha), que es una sopa guisada, “mezcla de puchero y guiso”, aclara Antimán. Es una preparación comunitaria y, una vez hecha, se comparte. “Estamos integrados a la comunidad, recuperando nuestras ceremonias”, afirma Julián Lincoqueo nacido y criado en la Tribu. “Mi madre enterró la placenta cuando nací, esta es mi tierra”, reafirma desde la Plazoleta Coliqueo, lugar de encuentro social de los mapuches. Entre ellos hablan lengua mapuche, el mapudungún. Con su autorización se permiten visitas a sus lugares sagrados, como la laguna La Azotea, donde se han hallado restos óseos de antepasados, vestigios de un cementerio que la comunidad tuvo en sus comienzos, y la mencionada “Olla”, donde según dicen mora el Nehuen, fuerza de la naturaleza que el mapuche venera. La Tribu de Coliqueo se entiende a partir de una traición. Este cacique era de la etnia boroana y tenía sus tolderías en Masallé, cerca de la laguna Epecuén, la puerta de entrada a las Salinas Grandes. La sal en el siglo XIX era el bien más preciado porque permitía mantener fresca la carne. Cerró acuerdos estratégicos con Juan Manuel de Rosas, a quien le dejaba sacar sal a cambio de provisiones. Esto se mantuvo así hasta que en 1834 el cacique Calfucurá, de la etnia moluche, les tendió una emboscada a los boroanos y los asesinó en la llamada “Masacre de Masallé”. A partir de allí Coliqueo deambuló por diferentes lugares de la provincia, hasta que en 1861 el presidente Bartolomé Mitre les cedió las tierras en donde hoy se asienta su tribu.

      Los Toldos es un pueblo hermoso, típico de tierra adentro. Tiene muchos atractivos. Algunos son imperdibles. Muy cerca de la entrada a La Tribu (por calle Coliqueo) está la centenaria panadería La Blanqueada de la familia Adamini (abierta desde 1904). “Acá se venden las mejores medialunas del mundo”, anuncia un cartel. Clásica y tradicional, conserva la magia de los tiempos pasados. Abre un par de horas antes de la salida del sol. La gente que trabaja en el campo debe tener galletas antes que luz. Su interior conserva el mobiliario original. Atendida por sus dueños. Son patrimonio toldense sus galletas, budines, cremonas, pan trenzado y el pan dulce para las fiestas. El Club Alsina tiene un comedor muy recomendable. El salón es inmenso, mucho espacio entre mesas. Ya no quedan lugares tan grandes. Típico club de pueblo. Amplio, muy cómodo. Espacios pensados para que muchas familias puedan ir con sus hijos sin necesidad de pensar en lugares especiales para ellos. Grandes y chicos comparten un espacio de inabarcables dimensiones. La carta es clásica y se pueden probar quesos de los tambos locales.

      Los Toldos tiene que ver con un goce gastronómico. Hay que ir con la idea de que en el pueblo se come bien. No dejen de probar las empanadas de carne y de jamón y queso de la peña Hamacando Recuerdos. Fritas, suculentas, jugosas, muy poderosas y un plato principal en sí. Cuidado con el jugo de estas delicias. Tengan a mano varias servilletas. No se consiguen más ricas. Se pueden comprar en calle 6 de agosto entre Liniers y Falucho.

      Frente a la plaza, en una esquina muy pintoresca y –como todo en Los Toldos– muy grande, está el lugar que todos los niños y no tanto desean: la Heladería Mario. Tiene producción propia de productos de primera calidad. Helados servidos con generosidad, gustos clásicos y propios, sabores definidos y bien logrados. Cremosos y muy ricos. Imperdible el sándwich helado, un pecado al que no se puede resistir.

      En Los Toldos se celebra el Festival del Queso. Los holandeses, a comienzos del siglo pasado, eligieron esta tierra para vivir. Los pioneros aún viven. Trajeron un tesoro en sus baúles: la receta del queso gouda. La comarca tiene tambos que hacen los mejores quesos del país. Calidad y materia prima excelentes. No hay manera de ceder a la tentación y durante toda nuestra estadía los quesos acompañan. Muchos tambos se pueden visitar y los quesos se compran allí. Es un paseo revelador conocer el proceso de elaboración. Las marcas recomendadas: Quesería Fassler, La Abadía, Santa María, Los Holandeses y La Sagrada.

      A menos de 20 minutos de la plaza de Los Toldos se levanta el Monasterio Benedictino Santa María, rodeado de un entorno natural de insospechada belleza. Fundado por los monjes de la Abadía de Einsiedeln (Suiza) en 1948, el monasterio fue elevado al rango de abadía en 1980. Los productos de la agricultura y la ganadería sustentan a los monjes. El monasterio es conocido por producir su propio queso “La Abadía” a partir de una receta transmitida por sus fundadores. Se hacen retiros espirituales. Sus misas son muy convocantes. Aquí vive el monje Mamerto Menapace, muy reconocido. Se lo compara con el Cura Brochero, por su manifiesta inclinación por los temas populares. Hombre de gran sabiduría y humildad. De todas partes llegan para poder hablar con él y conocerlo. Tiene además una prolífica carrera como escritor con más de 50 libros publicados y ha grabado más de 20 discos, incluyendo uno con Luis Landriscina y René Favaloro (estuvieron juntos en el Luna Park en 1997).

      Haciendo base en Los Toldos se pueden conocer los bonitos pueblos del Distrito. Baigorrita es uno de ellos, allí además hay un interesante polo gastronómico que es visitado por sibaritas de toda la región. Dos comedores se destacan: San Severo y Te Comento. San Emilio es una pequeña comunidad, aquí existe aún una panadería con horno de leña atendida por Federico y Carolina. Frente a ella vive Amanda Atadía, siempre se la ve caminando por las calles del pueblo. Ella sabe todas las historias de San Emilio. También la pequeña y bella población esconde un secreto: Martín Bonamino tiene menos de 40 años y es uno de los pocos artesanos de cuchillería del país que los forja con acero de damasco. Es una técnica del medio oriente muy requerida en el mundo. Autodidacta, él mismo fabricó un horno que alcanza una temperatura de 1300 °C y allí se funden las capas de acero damasquino. Envía sus piezas a clientes de todo el mundo.

      A media hora de Los Toldos se encuentra el paraje La Delfina. Menos de 50 habitantes lo sostienen del olvido. Allí está la pulpería Isla Soledad, un baluarte de tradición en medio de la polvareda. Raúl y María la atienden, un matrimonio muy querido. Aquí se puede comprar abasto y también recrear la campera ceremonia de tomar un aperitivo con una picada con productos locales. Si uno avisa con tiempo, se preparan comidas. Es un lugar importante. Aquí se hace y se siente la patria. Su interior conserva el encanto original. El mostrador, estanterías, típica pulpería bonaerense. Raúl fue marino, por eso, hay elementos navales que decoran el ambiente.

      Evita nació en Los Toldos el 7 de mayo de 1919. Aquí se puede visitar el Complejo Casa Museo Eva Perón. En la casona ella pasó gran parte de su infancia. Es un lugar de peregrinaje para el mundo peronista. El museo tiene un guion impecable. En sus salas se pueden ver elementos de la intimidad de Eva, objetos originales y documentos personales. + info: Eva Perón 1025.