Denis Fortin

Enciclopedia de Elena G. de White


Скачать книгу

religiosas protestantes “que adhieren a sus doctrinas y tradiciones, y siguen su ejemplo, sacrificando la verdad y la aprobación de Dios, para formar una alianza ilícita con el mundo” (ibíd. 433). Sin embargo, la caída de Babilonia, aunque comenzó en 1843 cuando las iglesias rehusaron aceptar el mensaje del primer ángel, no está completa y “el cumplimiento perfecto de Apocalipsis 14:8 está aún en el futuro” (ibíd. 440). La caída de Babilonia es progresiva mientras las iglesias cristianas, rehusando corregir sus creencias y prácticas erróneas, se unen más y más con los principios pecaminosos del mundo. Sin embargo, mientras tanto, Elena de White admite que “la mayoría de los verdaderos seguidores de Cristo aún se encuentra en el seno de ellas” (ibíd. 441).805

      Los tres mensajes encuentran su consumación en el mensaje del tercer ángel. Se hace caso a la advertencia de evitar la marca de la bestia cuando los cristianos “temen a Dios” en el sentido de respetar su voluntad y sus Mandamientos dados a la humanidad, cuando preparan su corazón y su vida para el Juicio de Dios, cuando adoran voluntariamente a Dios como Creador, y cuando rechazan a Babilonia y sus enseñanzas.

      En contraste con los que reciben la marca de la bestia, al final del mensaje del tercer ángel se identifica al pueblo de Dios en términos claros: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12). Estas dos características de la identidad del pueblo de Dios del tiempo del fin son indicadores cruciales para Elena de White.

      Lejos de ser un medio para alcanzar la salvación, porque esta solo se recibe por gracia por fe en Cristo, la obediencia a los Mandamientos de Dios es, en realidad, nuestra respuesta a su amor y redención. Así, el verdadero temor a Dios involucra dedicación total, de parte de sus hijos, a obedecer voluntariamente sus Mandamientos. “Con el fin de estar preparado para el Juicio, el hombre tiene que guardar la Ley de Dios. Esta ley será el patrón para medir el carácter en el Juicio” (CS 489).

      Elena de White veía una conexión íntima entre el llamado del primer ángel a adorar a Dios el Creador y la identidad del último pueblo de Dios como guardadores de los Mandamientos. El mensaje del primer ángel advierte que todas las personas de la Tierra deben adorar a Dios el Creador: “Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apoc. 14:7). Es significativo que este llamado cita el cuarto mandamiento del Decálogo de Éxodo 20:11, el único Mandamiento en el cual Dios describe quién es él. Elena de White entendía este mensaje del primer ángel como un llamado a toda la humanidad a adorar al único Dios verdadero en su día de adoración, el sábado de la Creación, dado a la humanidad (y no solo al pueblo judío) como monumento conmemorativo de la Creación y del amor de Dios. El sábado es la buena noticia que nos habla de creación y de recreación, de nuestras raíces y nuestro destino. El nexo general entre amar a Dios, obedecer sus Mandamientos y el anuncio de su Juicio describe un mensaje integral de dedicación total a Dios por parte de los habitantes de la Tierra. Así, este mensaje es un llamado urgente a toda la humanidad a conocer a Dios como el Dios del evangelio eterno y a adorarlo en su día, el sábado. “Si el sábado se hubiese observado universalmente, los pensamientos y las inclinaciones de los hombres se habrían dirigido hacia el Creador como objeto de reverencia y adoración, y jamás habría habido un idólatra, un ateo o un infiel. La observancia del sábado es una señal de lealtad al Dios verdadero [...]. De esto se desprende que el mensaje que manda a los hombres adorar a Dios y guardar sus Mandamientos los ha de invitar especialmente a observar el cuarto Mandamiento” (CS 491).

      Al final del tiempo, el pueblo de Dios también está identificado como los que tienen la fe de Jesús. Para Elena de White, esta señal de identidad se refiere a confiar en Jesús como el Salvador que perdona el pecado (Ms 24, 1888, en 1888M 217) y a creer en las enseñanzas de Jesús como se las encuentra en la Biblia (Bio 1: 404). Como la proclamación del mensaje del tercer ángel coincide con el comienzo del Juicio de Dios, este Juicio, que ya empezó en el cielo antes de la segunda venida de Cristo, tiene la intención de identificar al pueblo de Dios verdadero y sincero. El ministerio de Cristo en el Santuario celestial es crucial en este tiempo del fin mientras el pueblo de Dios es identificado, preparado y recibe el sello de Dios, en contraste con los que reciben la marca de la bestia.

      Para Elena de White, el mensaje de los tres ángeles es el corazón de la identidad y de la misión adventista del séptimo día. Ella veía a la Iglesia Adventista del Séptimo Día como mucho más que simplemente otra denominación dentro del cristianismo. Más bien, el adventismo es un movimiento del tiempo del fin que proclama el mensaje de Dios para los últimos días. Su sentido de misión lo toma de estas profecías de la Escritura. Es este fuerte sentido de identidad profética lo que motiva a este grupo relativamente pequeño de cristianos a desplegarse con el evangelio eterno a un mundo moribundo y perdido sin el conocimiento de la salvación en Jesús y de su voluntad. Elena de White enseñó repetidas veces que “este [el mensaje del tercer ángel] es el último mensaje” para un mundo que pronto será destruido. “Una vez que haya hecho su obra, no le seguirá ningún otro [mensaje], ni se escucharán otros llamados de misericordia” (TI 5:192). “Cuando Cristo entró en el Lugar Santísimo del Santuario celestial para realizar la obra final de la expiación, encomendó a sus siervos el último mensaje de misericordia que habría de darse al mundo. Esa es la advertencia del tercer ángel de Apocalipsis 14. Inmediatamente después de esa proclamación, el profeta ve al Hijo del hombre que viene en gloria para segar la mies de la Tierra” (HR 378).

       El cristianismo práctico y el desarrollo del carácter cristiano

      Otro tema crucial en los escritos de Elena de White, y en el contexto de su comprensión de la segunda venida de Cristo y del mensaje de los tres ángeles, es el énfasis que pone en vivir un cristianismo práctico y en el desarrollo del carácter cristiano. En el tomo 9 de Testimonios para la iglesia, publicado en 1909, ella dedicó un capítulo al rol que los cristianos deben desempeñar en las últimas horas de la historia de la Tierra. Allí, ella argumenta: “El testimonio que debemos dar por Dios no consiste solo en predicar la verdad... No olvidemos que el argumento más poderoso en favor del cristianismo es una vida semejante a la de Cristo, mientras que un cristiano vulgar hace más daño en el mundo que un mundano. [...] El propósito de Dios es glorificarse a sí mismo delante del mundo en su pueblo. Él quiere que los que lleven el nombre de Cristo le representen por el pensamiento, la palabra y la acción” (p. 18). En otras secciones de este capítulo, ella enfatiza cuán importante es el ejemplo de la vida de uno como reflejo de la vida de Cristo. “Los que han sido sepultados con Cristo por el bautismo deben entrar en una nueva vida, y dar un ejemplo vivo de lo que es la vida de Cristo. Una comisión sagrada nos ha sido confiada” (p. 18). “Hombres y mujeres pueden vivir la vida que Cristo vivió en este mundo si se revisten de su poder y siguen sus instrucciones” (p. 19). “Los que aman a Jesús pondrán su vida