por la Segunda Venida”.802 Parte de la prosa más hermosa e inspiradora de Elena de White fue escrita en conexión con los eventos que rodean la segunda venida de Cristo y la vida de los redimidos en la Tierra Nueva (PE 310-314; CS 693-710).
La segunda venida de Cristo tuvo una importancia central para Elena de White desde el momento de su conversión, cuando la experiencia millerita de la década de 1840 y la realidad de la cercanía del Advenimiento dominaban su vida y formaron su carrera literaria. Elena de White le escribió al pastor C. W. Irwin, en 1902: “Las verdades de la profecía están unidas y, al estudiarlas, forman un hermoso conjunto de verdades prácticas. Todos los discursos que damos han de revelar claramente que estamos esperando, trabajando y orando por la venida del Hijo de Dios. Su venida es nuestra esperanza. Esta esperanza ha de estar vinculada con todas nuestras palabras y obras, con todas nuestras asociaciones y relaciones” (Ct 150, 1902, en Ev 222).
El pensamiento de Elena de White sobre el Segundo Advenimiento ciertamente cae dentro del ambiente milenarista predominante del siglo XIX. Como ya se trató previamente, el milenarismo formó gran parte del pensamiento social estadounidense de su era y, ciertamente, este contexto efervescente afectó su pensamiento teológico. Sin embargo, así como la comprensión del Segundo Advenimiento de William Miller, el premilenarismo de Elena de White contrastaba claramente con el ambiente esperanzado del posmilenarismo que se enseñaba en la mayoría de las denominaciones cristianas de esa época. Ella rechazó categóricamente la creencia de que la Tierra y todas las sociedades humanas tal como existían en su época mejorarían y se encontrarían al final listas para la venida de Cristo. Por el contrario, ella creía que las profecías bíblicas respecto del segundo advenimiento de Cristo indican que la Tierra y todos sus malos caminos serían destruidos en la parusía. La Tierra sería purificada por un fuego destructor, y esperaría mil años antes de ser recreada por Dios para ser la morada eterna de la Nueva Jerusalén y de la humanidad redimida.
El escenario que Elena de White plantea respecto de los eventos que preceden la segunda venida de Cristo revela una serie de pasos íntimamente relacionados con la proclamación del mensaje de los tres ángeles, de Apocalipsis 14. Para Elena de White, toda la humanidad tiene un papel que jugar en el gran conflicto entre Cristo y Satanás, ya sea que lo reconozca o no; y así, gran parte de sus escritos sobre el Segundo Advenimiento también habla de cómo el pueblo de Dios debe prepararse para este evento trascendental.803
Elena de White creía que las señales de la venida de Cristo anuncian el pronto regreso del Salvador. “Jesús dijo: ‘Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra angustia de las gentes’. Quienes contemplen estos presagios de su venida deben saber que ‘está cerca, a las puertas’ ” (CS 41, 42), y que los grandes eventos de la historia de la salvación están llegando a su cumplimiento. Aunque ella nunca presentó una cronología o un calendario detallados, ella entendía que los eventos finales de la historia de la Tierra girarán en torno a la cuestión de la plena lealtad del pueblo de Dios a la Ley de Dios, manifestada en su obediencia fiel al Mandamiento del sábado, y que los eventos finales comenzarán a desarrollarse una vez que las naciones cristianas legislen y comiencen a hacer cumplir una ley de observancia del domingo. Tal ley humana, al final, obligará a todos los seres humanos a tomar una decisión respecto a la Ley de Dios y su Mandamiento del sábado. A los que profesan ser cristianos, se les exigirá que adopten una postura, y solo a los que reconozcan el día de reposo de Dios se les dará un derramamiento especial y el sello del Espíritu Santo, y serán protegidos durante el tiempo de angustia. Mientras las naciones sufren las últimas siete plagas, el pueblo de Dios es protegido y es victorioso por fe para presenciar la segunda venida de Cristo. Los que han estado durmiendo en Cristo son resucitados y los que están vivos son mudados a cuerpos inmortales. El regreso de Cristo es tanto un momento de celebración y victoria para el pueblo de Dios como un juicio a las naciones que se rehusaron a reconocer la voluntad de Dios en su vida (ver ibíd. 639-710).804
El mensaje de los tres ángeles y la misión adventista
Dentro de este contexto escatológico, el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14 forma el fundamento tanto de la identidad adventista como del foco de su misión. Elena de White escribió, a principios del siglo XX: “En un sentido muy especial, los adventistas del séptimo día han sido colocados en el mundo como centinelas y transmisores de luz. A ellos ha sido confiada la tarea de dirigir la última amonestación a un mundo que perece. La Palabra de Dios proyecta sobre ellos una luz maravillosa. Una obra de la mayor importancia les ha sido confiada: proclamar los mensajes del primero, el segundo y el tercer ángel. Ninguna otra obra puede ser comparada con esta y nada debe desviar nuestra atención de ella. Las verdades que debemos proclamar al mundo son las más solemnes que jamás hayan sido confiadas a seres mortales. Nuestra tarea consiste en proclamarlas. El mundo debe ser amonestado, y el pueblo de Dios tiene que ser fiel a su cometido” (TI 9:17).
Como Elena de White explica con tanta franqueza en este pasaje, el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6 al 13 es el núcleo central de la identidad adventista del séptimo día. Es aquí donde los creyentes reciben su sentido del llamado divino para ser una voz profética mundial en el fin del tiempo. La teología de los adventistas interpreta estos conflictos entre el bien y el mal, entre el pueblo fiel de Dios y los poderes del mal en el mundo, como resultados del odio de Satanás a la Ley de Dios y a la verdad como se la encuentra en las Escrituras. El mensaje de los tres ángeles tiene la intención de llamar la atención de todos los habitantes de la Tierra, tanto cristianos como no cristianos, a lo que Dios considera importante en preparación para la segunda venida de Cristo. El registro detallado de Elena de White del propósito y del cumplimiento de cada mensaje se encuentra en El conflicto de los siglos.
Plasmado por un ángel volando por el aire, el primer mensajero proclama el evangelio eterno a toda nación, tribu, lengua y pueblo de la Tierra. Este ángel representa un grupo de personas a las que Dios llama a proclamar a todo el mundo su evangelio eterno. Este es el cumplimiento escatológico de la gran comisión de Jesús (Mat. 28:19, 20). Este primer mensaje tiene tres partes: el llamado a temer a Dios, el anuncio de que la hora de su Juicio ha llegado y el llamado a adorar al Dios Creador.
Elena de White entendía que el mensaje del primer ángel se refería al movimiento millerita de las décadas de 1830 y de 1840, y continuaba en el tiempo con la proclamación del pronto regreso de Cristo. Con el estudio de las profecías del libro de Daniel y la predicción de que el segundo advenimiento de Cristo ocurriría alrededor de 1843, William Miller y sus asociados pusieron en marcha, en el tiempo del fin, la proclamación del mensaje de los tres ángeles. La proclamación de estas profecías y el pronto regreso anticipado de Cristo aumentó en la gente la conciencia de que llegaban el tiempo del fin y el Juicio del mundo por parte de Dios, y produjo el “gran despertar religioso” predicho en “la profecía del primer mensaje angélico de Apocalipsis 14” (CS 404). Este despertar no fue solo en Norteamérica, sino también se sintió en otras partes del mundo (ibíd. 405-419).
Mientras el primer ángel proclama un mensaje de buenas nuevas que debe llegar a todo habitante de la Tierra, el segundo y el tercer ángel envían mensajes de advertencia. El segundo sigue con un mensaje crítico: “Ha caído, ha caído Babilonia” (Apoc. 14:8). En su significado etimológico, Babilonia es una referencia a la confusión y, en su interpretación más amplia, este concepto se refiere a la confusión religiosa y a la apostasía. Su proclamación es un llamado a rechazar o renunciar a las falsas creencias, en particular las creencias antibíblicas que se infiltraron en las iglesias desde los primeros años del cristianismo (CS 53-65). Para Elena de White, la advertencia del ángel contrasta el mensaje del evangelio eterno de Dios con lo espurio, falso y apóstata de las creencias religiosas al momento del Segundo Advenimiento. El día vendrá cuando se verán las religiones falsas como la vanidad que son y que conducen a la destrucción en vez de a la vida. Según Elena de White, este mensaje se predicó primero en el verano de 1843 durante el movimiento millerita, y se continúa pregonando desde entonces. Ella concluye que, cuando las denominaciones cristianas protestantes rechazaron “la advertencia del primer ángel [durante el movimiento millerita], rechazaron los medios que el Cielo había provisto para su rehabilitación”