también porque lo necesita. En concreto, por lo que respecta a esta polaridad, cambia el peso relativo de los deseos y las necesidades según el lugar y el momento. (11) Sin embargo, en todos los casos observados, las innovaciones sociales parecen tener lugar solo si hay al mismo tiempo necesidad y voluntad de hacer algo (esto es, una apropiada combinación de deseos y necesidades).
Una forma (radicalmente) distinta de hacer las cosas
Hemos visto que, en términos prácticos, lo que estas innovaciones sociales hacen es recombinar recursos y capacidades que ya existían para crear funciones y significados nuevos. Al hacerlo, introducen formas de pensamiento y estrategias para la solución de problemas que suponen discontinuidades con lo que ha sido la tendencia dominante, por ejemplo, de los modos de pensar y de hacer que se consideraban “normales” y que se aplicaban habitualmente en el contexto socio-técnico en que operaban (véase recuadro 1.1)
Por ejemplo, ante el problema generalizado de una población cada vez más envejecida, cabría preguntarse: “¿cómo podemos cuidar de todas estas personas mayores?”. En las sociedades industriales maduras y en los sectores más globalizados de las emergentes, es decir, en las sociedades avanzadas, la respuesta más habitual es que hace falta “crear servicios sociales profesionales dedicados a este asunto”. Sin embargo, la propuesta radicalmente innovadora sería otra: “Consideremos a los ancianos no solo como un problema, sino también como posibles agentes para su solución; apoyemos sus capacidades y su voluntad para participar activamente y optimizar el uso de sus redes sociales”. Este revolucionario primer paso que consiste en considerar a los ancianos no solo por lo que necesitan, sino también por lo que son capaces de hacer y por lo que están dispuestos a hacer, ha llevado a un relevante número de invenciones y mejoras; estas iniciativas van desde los círculos de atención y covivienda para ancianos (donde las personas de edad avanzada reciben apoyo en diferentes formas de ayuda mutua) a la simbiosis efectiva entre los mayores y los jóvenes (como en el caso del “alojamiento de estudiantes”, en el que los ancianos que viven en casas grandes ofrecen un espacio a estudiantes que están dispuestos a ayudarles), (12) hasta otros diversos modelos de viviendas intergeneracionales en las que residentes de diferentes edades llegan a acuerdos para ayudarse unos a otros.
Recuadro 1.1
Discontinuidades locales
¿Qué significa crear una discontinuidad en la actual forma de ser y de hacer? En términos generales, significa crear algo que rompe la rutina, proponer formas de comportamiento radicalmente nuevas. Sin embargo, cuando se trata de innovación social, ¿qué significa “radicalmente nuevo”? La primera y obvia respuesta es que no se puede definir en términos generales, porque una misma idea y una misma organización no son igual de novedosas en contextos diferentes. Por ejemplo, la ayuda mutua entre vecinos es la tendencia dominante en un pueblo de Rajastán, en la India, donde forma parte de la tradición, pero puede resultar algo nunca visto en un barrio de clase media en Londres o Milán. Que un agricultor venda sus productos en un mercado africano no es otra cosa que una expresión “normal” de la agricultura y la alimentación del sistema local, mientras que los agricultores que hacen lo mismo con sus frutas y verduras en el mercado de la Union Square Farmers de Nueva York representan una innovación radical en comparación con los sistemas alimentarios y agrícolas que son costumbre en los Estados Unidos.
Como estos ejemplos indican, determinar lo qué es “radicalmente nuevo” en estas organizaciones depende, en buena medida, de cada contexto. En otras palabras, la creación de una organización participativa basada en la ayuda mutua en Londres y Milán es algo innovador, a pesar de que pueda parecerse en muchos aspectos a lo que normalmente sucede en un pueblo de Rajastán. Lo mismo puede decirse del mercado de la Union Square de Nueva York en comparación con otro parecido de una aldea africana.
Consideramos estos casos de innovación radical porque, ante un problema que parece muy difícil (cuando no irresoluble) desde un punto de vista convencional, proponen un análisis alternativo (en este caso, al reconocer que la gente mayor no son solo personas con dificultades y necesidades y que, en las condiciones oportunas, muchos de ellos pueden participar activamente en la solución de sus propios problemas y de los de sus iguales). Una vez que se logra este cambio de perspectiva, aparecen soluciones viables junto a resultados positivos imprevistos. En realidad, al igual que todas las innovaciones radicales, estos ejemplos no solo indican una nueva estrategia para resolver un problema concreto, sino que reformulan el problema en sí mismo, lo que conduce a resultados diferentes. En otras palabras, al responder a ciertas preguntas, las innovaciones radicales proporcionan respuestas que alteran esas mismas preguntas.
La economía social en la práctica
Observamos que en el modelo económico donde se construyen estas innovaciones convergen intereses societarios y ambientales. Un estudio atento de estos modelos permite verlos como expresión de una economía emergente, una economía social donde, como señala Robin Murray, el mercado, el Estado y la economía subvencionada coexisten junto con la ayuda mutua, la autoayuda, el trueque, la beneficencia y otras actividades sin ánimo de lucro (que Murray incluye como parte de la economía doméstica). (13) Murray escribe: “la defino como una ‘economía social’ porque combina características muy diferentes de la economía basada en la producción y el consumo de productos. Entre sus aspectos más peculiares destacan: el uso intensivo de redes de distribución para sostener y gestionar las relaciones con el apoyo de la banda ancha, la telefonía móvil y otros medios de comunicación; la existencia de fronteras confusas entre producción y consumo; el énfasis en la colaboración y en interacciones repetidas, en el cuidado y el mantenimiento antes que en el consumo aislado; y un fuerte papel de los valores y las misiones”. (14)
En definitiva, a pesar de que no constituya el pensamiento dominante en varios países, sobre todo en aquellos donde la crisis actual tiene un mayor impacto, la innovación social provoca un creciente interés por los nuevos modelos sociales y económicos en que se basan sus resultados. En otras palabras, es “un claro reconocimiento de que las sociedades necesitan probar y difundir programas capaces de ofrecer alternativas por menos dinero para paliar lo peor de la recesión”. (15)
No tengo dudas de que la esperanza de “proporcionar resultados por menos dinero” ha sido el principal motor para que la innovación social forme parte de la agenda política de ciertos gobiernos, tanto para lo bueno como para lo malo. El aspecto positivo es que, política y socialmente, esa motivación toca temas sensibles y puede impulsar el interés público por todo aquello que es capaz de hacer la innovación social. Pero por otro lado, existe el riesgo de que esa innovación social se convierta en el rostro amable de un programa de recortes en los presupuestos sociales públicos (con la excusa de que la sociedad civil debe hacerse cargo de servicios que antes eran responsabilidad del estado de bienestar). (16) En mi opinión, esta es una visión negativa basada en una interpretación errónea de lo que supone la innovación social y de cómo funcionan las organizaciones participativas.
A mi juicio, en el intento de hacer frente a los problemas aparentemente insolubles que estamos considerando, este tipo de innovación podría conducir a una nueva generación de servicios sociales que se fundamentan en un pacto renovado entre los ciudadanos y el Estado. Desde esta perspectiva, el Estado, lejos de reducir al mínimo su presencia, se convierte en un socio activo e influyente junto con los ciudadanos y las empresas sociales. (17) Esta última idea nos lleva a entablar una discusión sobre esos asuntos irresolubles pero relativamente localizados con una perspectiva más amplia. En realidad, los problemas que dan impulso a la innovación social y que ésta contribuye a resolver, en mi opinión, son aún mayores que los que hemos señalado; suponen una crisis de las principales ideas acerca del bienestar, del trabajo y de un modelo de producción que no solo pide soluciones específicas sino que clama por una civilización, previsiblemente, más sabia.
Sistemas socio-técnicos e innovación
Antes de continuar, debemos llamar la atención sobre un aspecto teórico. Dado que no existen sociedades humanas sin tecnología, cualquier cambio que afecte a estas sociedades es, al mismo tiempo, un cambio social y técnico, por lo que referirse a la innovación social sin más es una simplificación. Para ser más precisos, deberíamos hablar en tales casos