Raíces suspendidas: estéticas y narrativas migrantes desde una perspectiva de género
Las instituciones marcan las prácticas y los valores de los sujetos que se inscriben en ellas, pero también son producto de prácticas y valores. Esta articulación entre lo estructural y lo simbólico, evidenciada por el método biográfico, prefigura el vínculo que existe entre producción de relaciones sociales y construcción de posiciones singulares.
La lectura de los trabajos de la Escuela de Chicago confirma la posibilidad de utilizar los relatos biográficos como material objetivable. La transición de la enunciación del particular a la generalización se realiza a través de la elaboración del comentario en segunda instancia. La relación entre la norma individual que caracteriza las acciones del narrador y la norma colectiva en que se inscriben estas acciones reside en la postura crítica que constituye la “definición de la situación” planteada por él. El uso del material biográfico supone un enfoque pragmático que plantea el devenir histórico como individual. A través de intercambios epistolares entre los migrantes y sus familias que permanecieron en Polonia, Thomas y Znaniecki presentan en The Polish Peasant in Europe and America (1918-1920), los conceptos de valores, actitudes, desorganización y reorganización social. Muestran cómo una historia singular puede permitirnos ver y entender los movimientos históricos (Tripier, 1998).
El método biográfico ofrece la posibilidad de acceder a representaciones que, una vez situadas en un contexto social, adquieren un carácter de universalidad. En los entornos estructurados en donde investiga el sociólogo, éste puede formular “la hipótesis de no-variación interindividual” entre los grandes modelos de organización de la vida social (grupo de trabajo Approches longitudinales, Estrasburgo, 1987) que dan cuenta de cómo se articula el sistema social y la praxis individual (Ferraroti, 1983), sistema de valores y estructura del relato biográfico (Catani, Maze, 1982).
Sin embargo, esa articulación supone resuelto el acceso al proceso de individualización y al sistema de valores comunes. Según Maurizio Catani, la restitución de historias de vida social está arraigada en el modelo de la constitución del sujeto occidental, portador de un destino individual. Este autor considera que la construcción por un individuo de su propia historia sólo se logra si está libre de toda trascendencia. Sin dar crédito a la oposición individualismo-holismo —utilizada por Louis Dumont y retomada por Catani, que concierne la división entre sociedades que valoran el individuo y sociedades que valoran el grupo—, podemos destacar el relato de la Tía Susana, una emigrante del interior, quien muestra el vínculo existente entre su experiencia singular y el sistema de valores que la constituye. A veces, para las necesidades de la transmisión, la narradora supedita a la relación de acontecimientos singulares la relación de acontecimientos sociales que marcan las etapas de la vida individual: rituales de paso, cambios profesionales y geográficos.
La interpretación de Foucault sobre el tema de la articulación entre individualismo y apego a los valores del grupo, singularidad y asignación a identidades colectivas es esclarecedora. Estudió las fronteras que delimitan la construcción de la categoría del individualismo: valor absoluto atribuido al individuo en su singularidad; valoración de lo privado; relación a uno mismo, y atención a las formas que producen transformaciones en el individuo, que le permiten buscar su salvación a través de la autonomía y de la auto-trascendencia.
Foucault nos muestra que lo que aparece vinculado puede ser desvinculado en ciertas circunstancias o en ciertas sociedades. La relación consigo mismo por la cual uno se constituye como sujeto de sus propias acciones (Foucault, 1997) se define como práctica individual susceptible de enseñanza y perfeccionamiento, y como práctica social que da lugar a interacciones individuales. También como un modo de conocimiento. La construcción de un saber del mundo es inseparable de la experiencia del sujeto. Esta vinculación entre conocimiento del mundo, de sí mismo y de los demás, tal como se plantea en Le souci de soi, permite rechazar el paradigma tradición-modernidad que opone de forma radical valores individuales y valores de grupo, pertenencia heredada y electiva, inscripción y adscripción. Existe hoy un consenso a favor de la combinación de estas prácticas.
Recopilación de relatos de vida y dispositivo narrativo
Después de asentar las reflexiones anteriores desde el plano teórico, vale destacar que a través de este texto busco poner de manifiesto el espacio que ocupó el relato en el marco de mis investigaciones antropológicas centradas en situaciones que implican cambios radicales, como situaciones de exilio, migraciones, rupturas sociales y convulsiones políticas. “La historia no puede ser contada sino como ruptura que el sujeto reconoce como tal, y que separa en dos períodos. Una vida que, por su parte, él quisiera que fuera única [...] El relato es la expresión de una búsqueda de realización personal” (Catani, 1982: 34).
También busco mostrar cómo se ha privilegiado el relato —recurso narrativo que mejor se adapta a las construcciones identitarias— cuestionando al mismo tiempo, la identidad de la antropología, pues esta disciplina, a diferencia de la sociología, hace hincapié en el trabajo de campo donde el antropólogo circunscribe un espacio para la comunicación con los encuestados (Althabe, 1990), es decir, no es el intérprete de los datos observados con distanciamiento, sino quien comparte con los sujetos de la investigación un caso que constituye una relación social basada en la comunicación ordinaria y en la contemporaneidad (Fabian, 2006). El conocimiento se construye entonces a través del encuentro.
Cuando Jeanne Favret-Saada (1977) inició su estudio sobre la brujería en el Oeste de Francia, se percató rápidamente de que los campesinos atrapados en el sistema de brujería colocaban de inmediato al etnólogo en la casilla del conocimiento positivista de los médicos, periodistas y folcloristas que reducen su creencia a una superstición para retrasados. Dado este distanciamiento, la antropóloga no podía acceder a un conocimiento del sistema de brujería ni ocupar un lugar en éste; ella estaba condenada a no escuchar más que declaraciones objetivistas, historietas fantásticas, que le impedían entender el vínculo entre los diferentes protagonistas. Jeanne Favret-Saada (1977) decidió entonces centrar su estudio sobre las situaciones de enunciación, con el fin de entender quién habla y a quién.
¿Cuáles son las condiciones que permiten evitar que la recopilación de relatos de vida, sobre todo tratándose de personas que no escriben, caiga en la ambigüedad que consiste en “dar voz [al interlocutor] antes de quitársela después?” (Lejeune, 1980: 290). ¿Será inevitable que la memoria, una vez convertida en texto, sea objeto de una recuperación? ¿Puede la situación de rememoración ser asimilada a una relación social? Esta rememoración requiere un marco de producción y de recepción del relato, que va dirigido hacia el antropólogo o la antropóloga. Él/ella adquiere la conciencia de formar parte del dispositivo de investigación. Los materiales orales que él/ella busca recabar no existen como un simple objeto informativo, no están exentos de subjetividad. Van dirigidos a él/ella. La recolección de relatos supone establecer dispositivos de escucha que les permitan a los sujetos construir su identidad, sin satisfacer, por tanto, a toda costa una solicitud de reconocimiento que implicaría la expresión de un discurso auténtico.
En mis investigaciones, le atribuyo a la palabra un papel clave, por lo que mis trabajos se asemejan a estudios clínicos. El acto de habla —enunciación de relatos de vida como modo de restitución de la posición de los sujetos en las relaciones sociales y como modo de inscripción en una historia— contribuyó a la producción de conocimiento que no se reduce al simple registro del discurso o a la observación distanciada de prácticas.
Una investigación bastante antigua nos proporciona pistas de cómo se pueden articular huellas y testimonios del pasado, prácticas sociales y representaciones. Esta investigación buscaba analizar el recorrido de emigrantes judíos