Gonzalo Restrepo Sánchez

Breve historia de los cineastas del Caribe colombiano


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materiales, madera importada, lámparas de la prestigiosa marca ídem y en fin; una belleza para la época, con sus hermosos palcos volados sobre la luneta, siempre al aire libre, como todos los teatros que en ese entonces se construían en Cartagena.

      Salas de cine

      El arribo de otra época tuvo lugar con la construcción del Teatro Cartagena, inaugurado el 3 de julio de 1941 por los hermanos Lequerica y Don Enrique Mathieu, cerebro de esa sociedad. Tuvo aire acondicionado y máquinas importadas que eran lo último en sonido y proyección. No obstante, el público cartagenero le tenía, entonces, miedo al aire acondicionado, y se tapaba la boca y las narices cuando salía de cada función. Este era el principal teatro, el número uno en recaudación y venta de boletería en todo el país, constituyó en ese entonces un fracaso, y los Lequerica lo cedieron a cambio de acciones, a Cineco. Y entró en escena Rafael Pinzón Riveros, un cachaco que vendía artículos para hombres en la calle primera de Badillo y que había trabajado en cine, en Bogotá, con el Capi Nieto, padre de don Víctor —otro pionero del cine, en lo que a distribución se refiere— así como también fue subgerente y programador de los Di Doménico Hermanos, quienes vendieron a Cine Colombia el Teatro Olimpia y los otros de su cadena de teatros. Pinzón principió a abrir teatros al aire libre en los barrios de Cartagena, y aparece otro pionero, el Gran Abel Monsalve Capozzi, quien inauguró más teatros de barrio y la fundación del Circuito Velda.

      Muchas otras salas de cine en Cartagena de Indias son solo un grato recuerdo: El Padilla, Colonial, España, Atenas y Don Blas. Pero, de recuerdos cinematográficos, están las calles de la Arenosa: en Barranquilla, los inolvidables cines de la calle de las Vacas o la Treinta; el teatro San Roke (con k), el Salón Boyacá, el Rialto, el Dorado, el teatro Tropical y el cine Mogador. Algunos de ellos, este cronista visitó cuando era muy niño, llevado de la mano por mi padre o por don Segundo González —un español que vivió al frente de mi casa en Barranquilla, quien fue compadre de mis padres.

      El Kine, primeras publicaciones. Revistas de cine

      Para que se perciba la jerarquía del cine desde el momento en que llegó al Caribe colombiano, en Ecos de la Montaña (El Carmen de Bolívar, 7-VI-1914), el anónimo insta:

      ¿Cuándo hay cine? Es cierto que el tiempo está malo actualmente, pero ante esta adversidad, hay que poner caras de pascuas. Los señores de la luz eléctrica no deben pecar de sordos. ¡Que venga, que venga el cine! Para disipar el tedio y su influjo preocupativo (Anónimo, 1914, p. 1).

      El historiador, crítico y analista de cine, Hernando Martínez (1978), al escribir sobre otras publicaciones de cine, cita entre ellas El Kine —editada en Sincelejo, subraya:

      Al leer la primera página de la revista El Kine, publicada en Sincelejo en el año de 1914 por la Empresa de Kinematógrafos, he encontrado el siguiente párrafo: El Kine (la revista) no será exclusivamente órgano de nuestra Empresa comercial. No solo de pan vive el hombre. Al par que haga propaganda de ella, velará por los intereses de toda la comarca y, de un modo especial, por la de Sincelejo, pedazo de tierra colombiana donde, hace más de un lustro plantamos nuestra tienda de hermanos (Propósitos. El Kine. Sincelejo. Febrero 15 de 1914. Seria 1ª No. 1, p. 1).

      Es indudable pensar que sobre el mundo del cine tenía que haber revistas especializadas. El enunciado sería, ¿cuáles recuerda la historia del cine entre 1900 y 1928? Se establece que si nos atenemos a la memoria de Donato Di Doménico y a los datos del autor del reportaje, la revista Películas, sería la principal publicación cinematográfica colombiana (Martínez, 1978). Además, continúa:

      El primer periódico que corresponde a la época del Olympia y que permaneció en circulación por muchos años, fue el que con el nombre de Películas fundó don Francisco Bruno editado por la firma Di Doménico Hnos. y Cía. Aquel vocero de diez páginas en cada edición, hacía las reseñas de las películas y por lo que pudimos ver de su contenido, revela excelente calidad, buen gusto y animación informativa tanto escrita como gráfica. Don Francisco Bruno es en la actualidad abogado, estuvo vinculado a la empresa de los Di Doménico hasta terminar su carrera. Películas fue pues, el primer vocero de la industria cinematográfica en nuestro país (Huellas del celuloide, p. 20).

      En realidad, la primera revista fue El Cinematógrafo, editada en la ciudad de Bogotá bajo la dirección del señor Manuel Álvarez Jiménez. Del 17 de septiembre del año de 1908 data su primer ejemplar. ¿Pertenecía a alguna compañía distribuidora, era el órgano publicitario de algún teatro, o era sencillamente la publicación de un Quijote que vio en el cine algo más que una diversión?

      Le sigue en antigüedad la revista El Olympia, editada en la ciudad de Cali a partir del 19 de noviembre de 1913 por la Compañía Nacional de Cinematógrafos, como órgano del Teatro Olympia. Su lema, tal como aparece en la primera página, es Instruir deleitando, y anota, a continuación: se publica eventual para ser distribuida gratuitamente.

      El año siguiente, 15 de febrero de 1914, apareció la tercera revista, El Kine, editada en la ciudad de Sincelejo como órgano del Salón Sincelejo por la Empresa de Kinematógrafos. También lleva un lema: Instruir, moralizar y divertir. Su editor es E. Castellanos y Cía., y su distribución es gratuita. Pero su interés no se centra solo en el cine. Publica noticias y comentarios sobre otros temas como la educación, sobre la cuál se critica el voluntarismo: «Pues bien, esa confianza en libre voluntad es, precisamente, el error capital de la antigua educación, pues ella misma se confiesa y reconoce impotente, para formar voluntad» (El Kine, 1914, p. 1).

      Otras revistas sobre cine de los Di Doménico se editan en 1915 —no existen ejemplares—. En 1916: El Cine Gráfico, en Cúcuta y Películas, en Bogotá. En el año de 1919 aparece Revista Colombia, de Joaquín Francisco, en Bogotá, y El cinematógrafo (1921) de los Di Doménico —nuevamente—. Luego, hacia 1963, con Guiones —de Héctor Valencia Henao—, ya este tipo de revistas comenzarían a desaparecer. Hoy son historia: Arcadia, de Bogotá; Caligari, en Cali (Sandro Romero Rey); Cámara Libre, el periódico del sindicato del cine (Sicoltracine) y Cine, revista de cine del Fondo Cinematográfico (Focine).

      Así mismo, desaparecieron: Cine Colombiano, el periódico de la Asociación de Cinematografistas Colombianos (Acco); Comunicarte, revista de cine de la Cinemateca Distrital, en Bogotá; Cuadernos de Cine Colombiano, una publicación —también— de la Cinemateca Distrital; Cuadro, revista de cine, de Medellín; Toma 7, una revista de Cine Colombia y Borradores de cine, del cinéfilo Augusto Bernal Jiménez. Gonzalo Restrepo Sánchez, ante la iniciativa en Barranquilla de Tito José Crisién y Basen Osman, publica la primera edición (diciembre–enero, 2006-07) de la revista Cineclub. Nada de lo aquí reseñado hoy en día existe. Como tampoco hay ejemplar alguno de revista especializada en el tema, en el panorama nacional. La razón podría ser una, y es que en Colombia no existe una industria cinematográfica nacional.

      Si bien Martínez (1978) escribe sobre interesantes publicaciones de cine, únicamente, y cita a varias (El Kine, editada en Sincelejo); y el diario La Época, para esta década (específicamente 1914) se afirma:

      Hubo algunos críticos de cine (…) En el mismo periódico La Época. El 27 de marzo de 1914, el columnista bajo el seudónimo de Epifanio, aplaude a los empresarios por los futuros estrenos que llegarán para deleite de la culta sociedad cartagenera y el público en general, películas traídas de las casas ‘más reputadas de Europa’, selección para el Kine Universal. Estrenos que tuve la ocasión de presenciar