Jesús Zamora Bonilla

Argumentación y pragma-dialéctica


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y The Uses of Argument de Stephen Toulmin. En un sentido 1958 es demasiado tarde: ya la bibliografía en Barth y Martens (1982) muestra que el interés por la argumentación precede a estas publicaciones por un par de décadas. En otro sentido 1958 es demasiado pronto, ya que ninguna de las dos célebres obras, a pesar de sus enormes méritos, constituye una teoría de la argumentación. En mi opinión hay que esperar hasta 1984 para ver nacer, con la disertación doctoral de Frans van Eemeren y Rob Grootendorst8, los inicios de una teoría de la argumentación que es original respecto tanto de la teoría de los Tópicos (incluyendo las que hubiere de la disputatio) como de la teoría del debate parlamentario.9 Y aunque también de la pragma-dialéctica se ha dicho o insinuado que no es todavía una teoría general (Walton, 1989; Woods, 2006; Morado, 2013), ciertamente es un candidato más plausible que las dos (o tres) anteriores, al menos en el sentido de que no parte de entrada de una práctica artificiosa y convencional previa.

      Ahora bien: si se mira con cuidado esta estructura teórico-empírico-aplicada de la pragma-dialéctica, se verá que no es legítimo objetar que la teoría no es general. En vista del carácter dinámico del programa pragma-dialéctico de investigación, podemos decir que se trata de una teoría general en construcción. La estrategia científica seguida por van Eemeren y sus colaboradores es la de partir de un modelo ideal de argumentación que, justamente por ser ideal, representa una simplificación de lo que ocurre. Pero no se trata, y nunca se trató, de que la cosa quedara allí. Este modelo ideal va haciéndose progresivamente menos ideal y sin prisa ni pausa se va enriqueciendo según se le van incorporando poco a poco elementos adicionales, concretamente la perspectiva retórica (en la pragma-dialéctica extendida), la investigación empírica (análisis lingüístico y experimentos cognitivos) y los estudios aplicados de dominios argumentativos específicos con sus variadas instituciones comunicativas (el derecho, la política, la medicina, los medios, la academia). Esta estrategia científica de aproximaciones sucesivas al fenómeno de la argumentación es, a lo que veo, la misma que han seguido la física, la biología, la economía y la lingüística: modelos sencillos que se van enriqueciendo al contacto con los datos empíricos. No hay, a lo largo y a lo ancho de los estudios sobre argumentación, ningún otro programa de investigación tan duradero y persistente como la pragma-dialéctica.

      ¿Significa eso que la pragma-dialéctica es inmune a objeciones? De ninguna manera; y todos son bienvenidos a plantearlas y contribuir a la mejora de la teoría. Lo importante es que, al objetar, procuremos conocer primero bien el objeto que atacamos. Mi impresión es de hecho que la teoría no ha tenido críticos más severos que los propios pragma-dialécticos. Si no fuera así, no existirían las modificaciones constantes a la teoría al contacto con los diversos aspectos que se han ido añadiendo y la han ido complejificando. Espero y confío en que la lectura de los capítulos 1-10 despierten la curiosidad de los lectores por informarse más en detalle acudiendo a las ricas fuentes de todo el programa de investigación.

      Lo que debe quedar claro es que el programa pragma-dialéctico, como todo programa serio de investigación, no constituye un dogma. Prueba de ello es que van Eeemeren con frecuencia invita a investigadores con otras perspectivas teóricas a estancias en Amsterdam y, de ser posible, a proyectos colaborativos. Un excelente ejemplo es la obra conjunta de van Eemeren, Grootendorst, Jackson y Jacobs (1993), por la que podemos decir que inicia el giro descriptivo, más allá de lo normativo, en el programa pragma-dialéctico. Un ejemplo diferente es la investigación doctoral de Lilian Bermejo-Luque, cuyos resultados fueron publicada subsecuentemente en una de las colecciones que edita van Eemeren (Bermejo-Luque, 2011): aunque altamente críticos, han sido realizados con conocimiento de causa del programa que critica, y al menos en mi opinión son en principio un aporte valioso que modifica, pero no destruye, la teoría. Una versión breve de este aporte crítico es el cap. 11 de este libro, con que abre la primera sección de la segunda parte de este libro. Los capítulos 11 a 16 sugieren, cada uno a su manera, revisiones, modificaciones u objeciones a la teoría pragma-dialéctica. En cambio, los capítulos 17 a 22 de la segunda sección se limitan a ofrecer posibles aplicaciones de la teoría.

      Referencias bibliográficas

      Anscombre, Jean-Claude & Ducrot, Oswald (1983). L’argumentation dans la langue. Lieja: Mardaga.

      Barth, Else M. & Martens, Jan L. (1982). Argumentation: Approaches to theory formation. Amsterdam: John Benjamins.

      Bentham, Jeremy (1816). Tactique des assemblées législatives, suivie d’un Traité des sophismes politiques, ed. por E. Dumont. Ginebra: J. J. Paschoud.

      Bentham, Jeremy (1824). The book of fallacies. Londres: John & H. L. Hunt.

      Bermejo-Luque, Lilian (2011). Giving reasons: A linguistic-pragmatic approach to argumentation Theory. Dordrecht: Springer.

      Bermejo-Luque, Lilian (2014). Falacias y argumentación. Madrid: