1 J. L. León Roca: Blasco Ibáñez y la Valencia de su tiempo, Valencia, Ayuntamiento de Valencia, Publicaciones del Archivo Municipal de Valencia, Estudios Monográficos, 1978.
2 J. L. León Roca: Vicente Blasco Ibáñez, La aventura del triunfo. 1867-1928, Valencia, Diputación de Valencia, 1986, p. 13.
3 P. Tortosa: La mejor novela de Blasco Ibáñez: su vida, Valencia, Prometeo, 1977, pp. 2-15.
4 M. Martí: «La societat valenciana de la Restauració (1875-1914): estabilització del domini burgès i contestació renovada», en VV. AA.: Història del País Valencià, Barcelona, Edicions 62, 1990, vol. V, p. 159. Hace referencia a las palabras de A. Cucó: Sobre la ideologia...
5 J. Tusell (dir): Historia de España. La Edad Contemporánea, Madrid, Taurus, 2001, pp. 183-236.
6 M. Sanchis Guarner: La ciutat de València, Valencia, Ajuntament de València, 1983, pp. 503-505.
7 M. J. González Hernández: «Las manchas del leopardo», en M. Suárez Cortina (ed.): La Restauración entre el liberalismo y la democracia, Madrid, Alianza, 1997, pp. 164-165.
8 El Pueblo, 23 de mayo de 1895.
9 A. Cucó: Sobre la ideologia blasquista..., p. 10.
10 Sobre la transformación del republicanismo histórico en un nuevo republicanismo a principios del siglo XX, véase M. Suárez Cortina: «La quiebra del republicanismo histórico, 1898-1931», en N. Townson: El republicanismo en..., pp. 139-163.
11 M. Cerdá (dir.): Diccionario histórico de la Comunidad Valenciana, Valencia, Levante-El Mercantil Valenciano, Editorial Prensa Valenciana, 1992, pp. 149-150.
12 P. Radcliff: «Política y cultura republicana en el Gijón de fin de siglo», en N. Townson (ed.): El republicanismo en..., p. 375.
13 R. Reig: «La modernització de la ciutat», Batlia, 8 (1985), p. 277.
14 A. Aguado et al.: «Aproximació a l’estudi de les dones a través de la premsa valenciana: l’Horta, 1895-1923», Ideco, 6 (1993), p. 105.
15 A. Cucó: Sobre la ideologia blasquista..., p. 23.
16 R. Reig: «La modernització de la ciutat...», p. 278.
17 El Pueblo, 9 de enero de 1903.
18 M. Ralle: «La sociabilidad obrera en la sociedad de la Restauración (1875-1910)». Estudios de Historia Social, 50/51 (julio-diciembre de 1989), p. 163.
19 El Pueblo, 12 de febrero de 1897.
20 Véase P. Gabriel: «La población obrera catalana, ¿una población industrial?», Historia Social, 32/33 (1985); P. Gabriel: «Movimientos sociales. Cultura obrera, cultura popular», en VV. AA.: España fin de siglo. 1898, Barcelona, Fundació «La Caixa», 1997, p. 303.
21 R. Reig: «Entre la realidad y la ilusión: el fenómeno blasquista en Valencia, 1898-1936», en N. Townson (ed.): El republicanismo en..., p. 396.
22 Ibidem, p. 279.
23 Ibidem.
II. EL PERIÓDICO EL PUEBLO
Los blasquistas utilizaron como nuevos medios de expresión la prensa y el naturalismo literario para difundir sus ideas, cuestionando la «realidad» existente y, a la vez, proponiendo nuevos significados y otras nociones también sobre cómo debían ser las identidades de los sujetos. Así mismo, refiriéndose al papel que asumieron las élites republicanas a través de su prensa, Suárez Cortina afirma que dichas élites dispusieron de «un medio de expresión particular que les dio poder y, al mismo tiempo, facilitó la incorporación de individuos a la representación y dirección política».1
De sobra es conocido el papel que en la revolución liberal ejercieron los intelectuales en la conducción de la opinión pública, sobre todo porque, de una forma sistemática y argumentada, se reflexionaba sobre la «situación» nacional y se teorizaban los abusos.2 De este modo, El Pueblo,3 aunque impulsado por núcleos dirigentes relacionados en muchos casos con la burguesía mercantil y por hombres de clase media que ejercían profesiones liberales, fue tratando diariamente los temas más actuales de la vida social y política, definiendo las premisas que debían conformar la nueva sociedad democrática, tanto en lo que hacía referencia a la vida pública como a la privada.
El periódico se convirtió en instrumento didáctico y de transformación de sectores cada vez más amplios de la población; y también, en vehículos autónomos de difusión de cultura, de denuncia de las injusticias cercanas y cotidianas, y de reivindicación de las aspiraciones sociales de los más desfavorecidos.
Así pues, la publicación se concebía también como un canal, a la vez, de oposición política, de crítica social y de difusión cultural y literaria. Como también afirma Suárez Cortina al referirse a la prensa republicana en el periodo de la Restauración, dicha prensa
constituyó todo un ensamblaje social y cultural que representaba la existencia de amplios cuerpos sociales al margen de los valores culturales e ideológicos del sistema canovista.4
Pero la función del periódico El Pueblo fue también la de difundir los debates políticos y sociales y hacerlos accesibles para amplias capas de la población valenciana que sintonizaban con la ideología blasquista. Si bien el diario blasquista se fundó por razones de orden político y literario, en ningún momento dejó al margen el tratamiento de otros aspectos de la vida social y cotidiana de la ciudad, ni dejó de difundir noticias relacionadas con sucesos novedosos o de actualidad que sucedían en Europa. Como analizan Cullá y Duarte en Cataluña, la prensa republicana supuso un vehículo fundamental de sociabilidad democrática y de apertura y contacto con los debates, retos y nuevos desafíos que proponía el mundo moderno.5