Agustín Laó-Montes

Contrapunteos diaspóricos


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larga tradición crítica en la creación cultural y la producción intelectual afrocaribeña desde Aimé Césaire, Édouard Glissant, Kamaw Brathwaite y C. L. R. James, hasta Ángel Quintero Rivera, José Luciano Franco y Ana Cairo48. En toda esta tradición, el cimarronaje representa las racionalidades de vida, modos de pensamiento, formas estéticas y proyectos de liberación, emergentes desde casa adentro de Nuestra Afroamérica, que constituyen desafíos y alternativas a la colonialidad del poder/saber.

      En su libro Freedom as Marronage (2015)49, Neil Roberts teoriza el cimarronaje como proyecto político y epistémico fundamentado en las experiencias y saberes afroamericanos, como prácticas de liberación que constituyen formas vernáculas de significar e implementar el principio ético-político de la libertad, transcendiendo la mera dialéctica de esclavitud y libertad que informa la teoría política occidental desde el liberalismo clásico50. Roberts entiende el cimarronaje como “un proceso multidimensional, un acto constante de fuga” en el cual ocurren diferentes tipos de cimarronajes –petit, grand, soberano y sociogénico51– y plantea que representa “un espacio liminal entre la esclavitud y la libertad”, que demuestra “el carácter relacional de la libertad y el hecho de que “no es un lugar sino un estado de ser”.

      En esa misma tonalidad, entendemos el cimarronaje como hecho histórico y recurso político de liberación y pensamiento crítico en clave de africanía. El intelectual-activista afrovenezolano Jesús “Chucho” García postula la categoría afroepistemología para conceptualizar las corrientes vernáculas de pensamiento crítico que nacen de las historias y culturas del mundo afro. En dicha afroepistemología, las racionalidades y prácticas cimarronas son claves. Tocando ese tambor postulamos el concepto de Razón Cimarrona para significar una larga tradición de sentipensamiento y política afrodescendiente que constituye un recurso vital de liberación a contracorriente de la matriz de poder moderno/colonial.

      El tercer concepto-metáfora que presentamos aquí es Mambo, que es una categoría vernácula con pluralidad de valores semánticos, simbólicos e históricos. Como me indicó Robert Farris Thompson, “Mambo es una palabra creolizada cuya última ancestralidad radica en el ki-kongo, vinculada a la fonología Bantú, y al término Ki-Swahili jambo que quiere decir: ¿cómo están las cosas?”52 Mambo ha probado ser un significante sumamente versátil que puede designar tanto la sacerdotisa del vudú, como los cantos en la práctica de los rituales religiosos afrocubanos del palo monte, o una manera popular de medir el ritmo de la calle “¿Cómo está el mambo?”. Sobre todo se le conoce como un género de música y baile originado en Cuba entre las décadas de 1940 y 1950 que ha generado una controversia sobre sus autores, lugares de origen y carácter estético-musical53.

      Hay una discusión si el origen del ritmo del mambo fue en el “danzón de nuevo tipo” de Orestes López cuando tocaba en la Orquesta de Arcaño y sus Maravillas, en el “Mambo diablo” de Arsenio Rodríguez que marcó el desarrollo de la orquestación del son cubano, o en los experimentos de big band de Dámaso Pérez Prado, primero en Cuba y luego en México. Dicho debate tiende a perder de perspectiva que todos estos ritmos fueron tipos de mambo, porque el mambo más que definir un ritmo, se convirtió en un tropo estético para significar una revolución sociocultural que marcó la africanización o ennegrecimiento de las culturas públicas en Cuba y a través de las Américas. El producto histórico-cultural que he conceptualizado como tropo del mambo vino a servir de alegoría para significar un conjunto de luchas culturales, étnico-raciales y sociales que entre las décadas de 1940 y 1950 elevaron las culturas de Nuestra Afroamérica a mayor visibilidad y reconocimiento54.

      Es en esta dialéctica contrapuntal de colonialidad y descolonialidad, de opresión y liberación que se han forjado los caminos difíciles y violentos, pero también alegres y placenteros de Nuestra Afroamérica, esa rica y luminosa constelación de comunidades, pueblos y territorios; de movimientos culturales, intelectuales y políticos; de millones de sujetos afrodescendientes que configuran una diáspora afroamericana, una formación histórica translocal que a la vez que está constituida por un mar de diferencias constituye un universo cultural, político e intelectual que ha sido y continúa siendo vital para las gestas y gestos de liberación en el mundo moderno, como esperamos explicar y explorar en este libro.

      BREVE RESUMEN DEL LIBRO

      Para cerrar esta introducción, proveeremos una ruta de lectura del libro. El libro se divide en cinco partes que componen un montaje de elementos espirituales y musicales con componentes del Bembé, un toque de tambor de la regla de Osha, del mambo, y de la expresión creativa y el goce en claves afroamericanas. La división en cinco partes constituye una secuencia lógica que va desde una introducción histórica y teórica a Nuestra Afroamérica, hasta esbozar sus cartografías políticas y elaborar las perspectivas ético-políticas desde donde analizamos y proponemos proyectos.

      Antes de hacer un breve desglose de las cinco partes y los catorce capítulos, enumeraremos cuatro cuestiones claves que resumen algunos de los argumentos principales del libro.

      Primero, el volumen en su conjunto constituye una arqueología, genealogía y cartografía de lo que denominamos campo político afrodescendiente en América Latina y el Caribe hispano. Entendemos por Arqueología el análisis de las condiciones históricas que enmarcan la posibilidad y emergencia de Nuestra Afroamérica como un escenario cultural, intelectual y político. La Genealogía la asumimos, en clave Foucault, como la investigación de las prácticas cotidianas de resistencia y autoafirmación de los/las sujetos afrolatinoamericanos, que son materia prima de sus identidades, culturas y acciones colectivas. La Cartografía es la tarea de mapear la diversidad de espacios y comunidades, de repertorios de acción colectiva y organización social y política en el mundo afrolatinoamericano, con sus convergencias y divergencias, afinidades y contradicciones, pluralidad de discursos e ideologías55.

      Segundo, como apuntamos al principio de esta introducción, interpretamos la africanía, o el mundo afro, como una Modernidad alterna, una contracultura de la Modernidad y un conjunto de alternativas a la Modernidad. La tensión entre esas tres propuestas estará puesta a través del libro. La africanía es una Modernidad alterna en su dimensión como formación histórica moderna consustancial a la Modernidad occidental, como se demuestra en la importancia de la esclavitud moderna para el desarrollo de la modernidad capitalista. Es una contracultura de la Modernidad en la medida que sus prácticas culturales, corrientes intelectuales y formas políticas, han erigido una modernidad a contracorriente de la occidental, como se demuestra en el afrofeminismo y el marxismo negro. En el mundo afro hay elementos significativos de alternativa a la Modernidad, de saberes, formas de vida y modos de espiritualidad cuyas racionalidades no se pueden subsumir en las culturas modernas. Los espacios de cimarronaje y la razón cimarrona son escenarios claves en la africanía como formación histórica que es fuente vital de alternativas a la modernidad. Esto se resume claramente en la visión utópica del Ubuntu como veremos en el último capítulo.

      Tercero, la postura política-epistémica del libro combina la perspectiva descolonial con la política de liberación. Es decir, se fundamenta en una analítica del sistema-mundo moderno/colonial capitalista a partir de una matriz de poder/saber, entendida como el entrelace de cuatro regímenes de dominación y conflicto: capitalismo, imperialismo, patriarcado y racismo. Destacamos el feminismo descolonial como estrategia crítica que ha formulado e implementado con mayores matices, complejidad y concreción, esta analítica que necesariamente envuelve políticas de liberación contra el entramado de opresiones –de clase, étnico/racial, generación, género, sexualidad– que componen dicha matriz de poder moderna/colonial. Una de las contribuciones de este volumen es elaborar dicha perspectiva, que algunas han denominado giro descolonial, en clave de africanía.

      Cuarto, uno de los objetivos principales de este libro es demostrar la importancia de la agencia histórica negra en las acciones colectivas y las construcciones de comunidad que constituyen las formas políticas, y las prácticas culturales y cognitivas que han forjado justicia, democracia, equidad y liberación en el mundo moderno. En esa clave, las arqueologías, genealogías y cartografías