Buenas tardes a todas y a todos, y buenos otros momentos de la jornada a los que están en algunos otros lugares del mundo. ¡Bienvenid@s!!
Tengo el enorme gusto de estar acompañado por dos queridos amigos de toda la vida, Mónica Torres y desde París, Fabián Fajnwaks, quien viene participando virtualmente en nuestro seminario.
Quisiera poder contarles y transmitirles que siempre es para mí mucho más que una alegría y un entusiasmo trabajar y compartir un espacio con ellos, es también del orden del afecto, de la emoción. Es la confirmación permanente de la buena coexistencia de un lazo tanto epistémico como de amistad. La forma más bella, para mí, de la transferencia de trabajo, el mejor modo de saber hacer y bien decir un enlace. A ambos –y esto creo que no lo conté nunca antes– los conocí en la facultad y en los grupos de estudio de entonces, con Mónica; o sea hace más de 30 años. Podría contar muchos recuerdos que forman parte sustancial de mi emoción siempre reencontrada. Supongo que ellos podrán decir algo también sobre esta historia compartida, en general no lo podemos evitar. Sólo contaría, intentando ser original y no repetir pues ellos no saben que contaría algo de un momento –¿cómo llamarlo?– épico y bisagra para nuestras vidas y formaciones permanentes como analistas. Cuando iniciándose en Buenos Aires lo que se llamó “El movimiento hacia la Escuela” Mónica juntó a algunos de sus grupos de estudio para proponer un grupo de trabajo ampliado, en el que también participaron otros colegas y amigos, por ejemplo Linda Katz y Blanca Sánchez. Grupo de trabajo que compartimos con Fabián –lo que no hizo más que afianzar una joven amistad– y al que Mónica propuso investigar y debatir sobre los llamados ‘textos institucionales’ de Lacan. Y una vez que se fundó la EOL y muchos de esos compañeros de ese grupo de trabajo entramos como miembros y adherentes a la Escuela, Mónica nos invitó a trabajar en la Escuela y formar carteles, cumpliendo a rajatabla el pacto de disolver los grupos de estudio. Aunque Fabián justo estaba iniciando lo que podría llamarse su segunda etapa de formación del otro lado del océano, en su otro lugar en el mundo –lo que no impidió para nada, a ninguno de los tres, que continuáramos ejerciendo nuestro afecto y amistad tanto como nuestra interlocución–, supongo que ambos estarán de acuerdo en que fue un momento no sólo inolvidable sino que ha marcado a fuego nuestro compromiso con la formación, con la transmisión y con la Escuela. Seguramente también con nuestro lazo, y quizás esto tenga también alguna resonancia con la primera parte de mi título.
Bien, tratando de contener las emociones que me produce cada vez que nos reencontramos, solo haré una breve introducción a lo que propusimos al inicio del año titular para esta vez como “Hombres y mujeres”, para luego con todos ustedes, los muchos que son, escucharlos primero a Mónica y luego a Fabián, y luego conversar entre todos. A estas notas de apertura pensaba tentativamente titularlas “Centro y ausencia”. Pero al contarle un poco de lo que iba a hablar a mi partenaire, que ha mostrado ocupar su lugar y ser sabia en este punto, al escucharme me dijo: bueno, podría llamarse “Algunas cosas sí y otras no, a veces sí y otras no”. Y creo que las exposiciones de Mónica y de Fabián, opinarán sobre mi introducción que algunas cosas o algunas veces sí y otras no.
Voy a mantenerme en principio en la línea y el momento de la enseñanza de Lacan que me propuse para mi investigación de este año: El saber del psicoanalista, Hablo a las paredes y por ahora los Seminarios 19 y 20, no entrando incluso todavía mucho en el 21 pues además lo he trabajado muchas veces. (1) Voy a intentar cruzar lo que anticipa allí Lacan en las invenciones en la sexuación, que no hay identidad sexual para el sujeto hablante, con los actuales colectivos de ‘mujeres’ si se los puede llamar de ese modo. Siempre buscando atrapar allí lo que antecede o ya está en ciernes respecto a los desarrollos siguientes, cómo el mismo Lacan plantea seguido respecto de buscar demostrar algún real en los impasses o agujeros de la lógica.
Al comienzo de El Seminario 19, definiendo a lo real –en la página 39–, como lo que se opone a la íntegra captación por el discurso de la exhaución lógica, introduce en esta un hiato irreductible. Partiendo de allí, quizás aún hoy para una gran parte de los que podríamos llamar ‘varones’ u obsesivos que nos consultan podamos sostener una lectura sobre su modo de estar en la sexuación, en tanto una relación con el goce al que se afilian o al que pueden acceder. Así como también una relación de imposibilidad, podríamos decir, respecto del Otro goce o del goce Otro –al que no alcanzan o acceden. Lectura del lado llamado ‘hombre’ de las fórmulas de la sexuación lacanianas, correspondientes a este período.
Ya en aquel momento fundacional estudiamos, enseñamos y publicamos la diferencia entre el paratodeo, el empuje al “para todos” del lado masculino respecto del paradojal o poco frecuente conjunto abierto que representa la posición llamada “femenina”. Sabemos que la misma está sólo ocupada y por momentos, uno por uno o más bien una por una, y tal vez no sólo por algunas mujeres sino que también puede ser en algún momento ocupada por algunos muchachos de coraje o que en la historia han sido llamados “místicos”. ¿Pero podemos hoy sostener aún esta misma “repartición sexuada” o en cambio la cuestión será si para una cada vez más creciente cantidad de sujetos no sea ya tan sencillo orientarnos desde esta perspectiva?
No sólo avanzó Lacan hacia el Uno y el sinthome, bricolados por fuera del sentido fálico y podríamos decir directamente del sentido, y hacia nuevos abordajes para pensar el goce –sobre lo que hablarán tanto Mónica como Fabián–, hacia otra organización nodal, topológica, para los modos de gozar, parte de lo cual –tratando de no avanzar por ahora de donde me propuse situarme– Lacan ya avizoraba en algunos pasajes de este momento de su enseñanza. Algunos de dichos pasajes ya tomé en el primer encuentro, algunos voy a tomar hoy, y seguiré con mi hilo de trabajo, de todos modos pienso que debemos repensarlos hoy mucho más que hace 50 años y no sólo por las novedades variables que nos han aportado los testimonios de fin de análisis de analistas, no sólo por las producciones de los artistas ni sólo por la diversidad de los nominalismos sexuales que Eric Laurent en ocasiones nos propone leer, con mucho optimismo y más allá de la estructura de cada caso, como un intento de alcanzar o atrapar algo de ese Otro goce; por fuera del ordenamiento pero también del obstáculo fálico.
Más allá de las novedades que han ido surgiendo en este tiempo, en el campo llamado del género, me parece que se nos presentan hoy una serie de fenómenos sobre todo en los adolescentes, por nombrar algunos: de tribus de goces, de “identidades sexuales” llegando a caracterizarse de fluidas o a-sexuales, de enormes encierros, de lazos líquidos o lo que se viene a proponer en la época como del “poliamor”. Experiencias de tanteos o investigaciones sexuales que no se reservan al campo del fantasma, empuje a incluirse en alguna de la lista de identidades o “tendencias” para los modos de gozar cada vez más amplia y diversa, etcétera. Fenómenos que, me parece, nos cuestionan y hacen temblar nuestras herramientas conceptuales tradicionales.
Si bien –incluyendo esta idea que a mi modo de leer ya tenía Lacan con su uso de la lógica hacia lo real o para atrapar un real en el hueco, en el impasse– las fórmulas eran abiertas, eran descompletadas, no eran complementarias… se puede tomar lo que por ejemplo Miquel Bassols plantea en su libro, que ya fue tomado, Lo femenino, entre centro y ausencia, en tanto que ya se puede leer en ese momento lo femenino –y desde su vecindad con el fin del análisis y la posición del analista– del lado del Uno solo… De todos modos, como decía respecto de los adolescentes, hay cada vez más y más variadas ‘presentaciones’ o mostraciones de la subjetividad sexuada en lo social y en la clínica, y no sólo más acá o más allá del falo, sino quizás más acá o más allá de aquéllas fórmulas, o que no se dejan atrapar bien con los instrumentos que ellas brindaban. Todo lo cual debe hacernos reflexionar –y creo que algo de esto también tomarán mis amigos– sobre la actualidad de esta clasificación posible de las sexuaciones sobre la que Jacques-Alain Miller comenzó a orientarnos para una renovación desde su Curso El partenaire-síntoma.
Podría entonces –retomo– aún decirse que a los varones de hoy se les ha quitado algo que los deja limitados, que viven un poco en una cuarentena de goce, limitados en tanto que varones pero permaneciendo en parte “seguros”