hacen obstáculo a pensar las pasiones solamente como elogio del yo que implican estas grandes épicas patrióticas o políticas de los hombres. Es un obstáculo que entra en determinado siglo de la historia como otra manera de pensar las pasiones. Me parece muy interesante porque es otra política, que no es la del héroe.
Blanca Sánchez: Tomo dos cuestiones. La primera, es respecto de lo que Pablo ubicaba del falo como obstáculo. Las referencias que traje del primer Lacan, del Seminario 5, hablan del falo como obstáculo a la posibilidad del goce femenino. Podría uno quizás leer al falo también como lo que obstaculiza la relación entre los sexos o la relación con el Otro sexo, pero es verdad que cuando Lacan toma el falo hacia el final de su enseñanza, también lo toma como mediador. Entre el hombre y la mujer está, como mediación, el falo como tercero.
En segundo lugar, sobre lo que planteaba Mónica de la posición femenina en las dos flechas, es importante porque en las míticas también podemos ubicar algo de la flecha hacia la cuestión fálica. Quizás esa cara del trabajo y de la agrupación social demuestre que tampoco estaban completamente libradas a lo infinito del goce y descolgadas del mundo en su puro éxtasis. Me parece que en ellas también hay algo de las dos flechas, y quizás sería bueno poder situarlo porque cuando se aborda a las místicas, en general nos quedamos siempre fascinados, cierto efecto de extravío. Por eso me parece que esta doble fecha quizá sea pertinente ubicarla también en las místicas, porque seguramente ese anclaje también estaba.
El libro que yo leí sobre las mujeres trovadoras de Dios ubica ciertas cuestiones políticas respecto de lo que fue el movimiento de las beguinas. Dice que surgen en un momento en el que la Edad Media empieza a estar un poco más relajada, a tener más circulación comercial y esto hace que circulen más los textos y ellas también podían circular. Otra cuestión que menciona es que entraban a los conventos por distintos motivos; algunas querían consagrarse a Dios, pero en algunos casos la dote no alcanzaba para entrar ‒parece que se requería cierta dote también‒ y la Iglesia no quería abrir más conventos. Por un lado, ellas querían tener esa posición entre centro y ausencia, pero también habría algo de la Iglesia que no las quiso alojar, y por eso se vieron obligadas a formar otro tipo de agrupamiento. Me pareció interesante que es en ese “relajamiento” medieval que proliferaron estas agrupaciones de mujeres.
Pablo Russo: Tomaba la cuestión del falo en su doble dimensión de mediador y de obstáculo, porque me parece que respecto de esa dimensión de obstáculo en el que estamos todos atrapados por tener que vivir mediados por el falo para acceder a los encuentros con los otros, me parece que Lacan toma a los testimonios del Otro goce, incluso los de la mística como una enseñanza de algo que horada ese goce fálico.
De algún modo el analista, que se priva de gozar y está allí desperdiciando su goce cada vez, empuja a algo del orden del pasaje de la experiencia de la palabra a la experiencia de la letra, pasar a algo del orden del síntoma como acontecimiento del cuerpo singular de cada uno. Puede no romper completamente con la lógica fálica, pero desde el principio de la enseñanza de Lacan o de un análisis, cuando el analista va en contra de las identificaciones fálicas, propone la misma línea de la interpretación por el equívoco, de ir en contra del sentido, es decir horada, propone un agujero allí en lo que está diagramado en lo simbólico para que el sujeto se identifique, ordene sus relaciones con los otros, etcétera, lo podemos llamar fantasma, como quieran. Me parece que en eso hay cierta comunidad entre la posición femenina de la que Lacan recomienda tomar una enseñanza, y la posición del analista que va hacia ese litoral que decía Blanca entre el saber y el goce.
Por otro lado, una pregunta a Eliana. Me interesó mucho la última cita Hadewijch D’Anvers en la que habla del deseo de amor. Hemos oído hablar de la posición femenina o de las mujeres de que su deseo es el amor mismo. Al final de la cita dice “lo que yo pudiera decir sería incomprensible para todos aquellos no han conocido el amor en el deseo”; no sé si se está refiriendo a que el amor esté ordenado como en los varones por el deseo fálico o cómo pensar ese deseo de amor o amor en el deseo como lo plantea, que me pareció novedoso.
Eliana Amor: Dice también que quien no ha conocido este amor y se mantiene en lo que nosotros entenderíamos como un amor más imaginario, de yo a otro, más narcisista, dice que se quedan en un amor de rebajas. Este amor en el deseo es el que le toma el cuerpo por entero y le produce la plenitud y el vacío, alternadamente. Si se la sigue da la sensación de que sería enloquecedor, porque vira por un detalle, de la plenitud al vacío. Quienes no han conocido ese amor y se manejan en un amor más terrenal, sería un amor de rebajas.
Mónica Torres: Sobre lo que introdujo Blanca, en cuanto a la posición de las místicas que no estarían del todo en ese goce que no es el fálico, sino que se podría pensar en alguna relación al falo, es algo de lo que no estoy muy segura.
Pero en lo que se me aparece con mucha claridad la diferencia entre la posición femenina y el goce femenino es en los ejemplos que trajo María Leonor. Medea, de quien no hay ninguna duda que está por completo fuera del goce fálico y que ha cruzado la barrera, de modo que es capaz de matar lo más preciado para ella misma que son sus propios hijos, para matar a los hijos de él, aunque sean los mismos. Luego se aleja ‒como dice la tragedia‒ de cara al sol hacia la muerte, o sea no hay vuelta de eso. Es la manera que tiene Lacan de diferenciar lo que es una mujer de lo que es una madre. Entonces, en ese ejemplo extremo, que lo diferencia tanto de Freud, está claro que es muy diferente el goce femenino de la posición femenina, que participaría del S (
Lo mismo me parece que aplica a Madeleine, que es un poco menos sangriento, pero refiere a lo mismo. Ella rompe las cartas, esas que eran los hijos de los dos. Tratándose de algo que era para ella misma tan valioso como las cartas de amor que el le dirigía, con tal que quede en su literatura ‒como dice Gide‒ un agujero abierto, porque siempre faltarán esas cartas. Medea logra hacerle ese agujero a Jasón y Madeleine a Gide. La mujer pobre es el mismo ejemplo, es la posición de la mujer de quien ha atravesado el goce fálico. Por eso me parecía que los tres ejemplos que María Leonor evocaba eran claros para demostrar en que no se trata de ninguna relación al goce fálico.
En cuanto a los diferentes movimientos de las mujeres en la historia, que me inclino a verlas más lejos del goce fálico, es cierto que al constituirse como movimiento hay algo que podríamos pensar si tiene o no cierta relación con el falo, y que en la actualidad de lo que es el feminismo, sin duda alguna, hay posiciones muy fálicas.
Pero me interesó la diferencia que hacía Blanca ‒y también de alguna forma Eliana‒ entre lo que sería el goce de las místicas, que comportarían alguna relación con el goce fálico y el goce femenino, y planteo una pregunta que dejo abierta si esa posición coincide o no con la posición de una Medea, de una Madeleine, o de La mujer pobre. Porque ahí me parece que está claro, sobre todo en la posición de Medea que no hay relación posible al goce fálico.
Blanca Sánchez: Hay una cuestión con Medea y Madeleine, por algo que dijiste recién y que a mí me hace pregunta ¿qué es esto del agujero que hacen en el Otro? ¿Cuál es el estatuto de ese acto que esta tan dirigido a agujerear al Otro? ¿Es la venganza?
Mónica Torres: Me parece que el hecho mismo de asesinar a sus propios hijos habla de lo desprendida que está de toda posibilidad de relación con el goce fálico. Eso es del orden del acto y no tiene vuelta, sólo queda por delante la muerte. No es la cuestión histérica de horadar al Otro, es mucho más fuerte que eso. Es la frase de Miller “pobre Jasón no conoce a su Medea”, cuando la quiere aplacar comprándole cosas, dándole lo que se daría en esa época, no comprende que ella ha pasado toda barrera y que verdaderamente está mucho más allá del falo. Es también el caso de Mia Farrow y Woody Allen que siguen peleando después de tantos años.
Fabián Fajnwaks: Quería simplemente agregar a lo que Mónica decía de golpear al Otro en lo que tiene de más precioso, porque en realidad ese es el sentido del acto de Medea, y creo que ahí interviene la dimensión del Otro que planteaba Blanca,